¿Quién es Cristian Romero, el abogado que prometía libertad al capo Norero?

Para Romero, todo tenía un precio, incluso los jueces. Cristian Romero fue uno de los abogados del capo asesinado Leandro Norero. Según sus colaboradores cercanos, era conocido por su capacidad para comprar recursos legales o modificar expedientes a favor de sus clientes sin dejar huella. Su lista de clientes incluía sicarios, políticos, policías 'destruidos', contratistas ambiciosos y, entre otros, delincuentes procesados por pornografía infantil.

Romero ahora es considerado un prófugo de la justicia, por ser uno de los 52 procesados en el caso Metástasis. Desde la clandestinidad ha mostrado su interés por colaborar con la Fiscalía General del Estado (FGE), pero la entidad no ha aceptado sus condiciones y lo ha vinculado al caso.

¿Romero estafó a la familia de Leandro Norero?

Recientemente, el nombre de Romero volvió a ser noticia cuando uno de sus colaboradores, Hugo Lara Olmos, procesado en el caso Plaga, describió cómo y con ayuda de quién operaba Romero. Incluso, señaló que el abogado no solo trabajaba para liberar al narcotraficante Leandro Norero, sino que también habría estafado a la familia del capo ecuatoriano.

"Cuando murió Leandro Norero, Cristian Romero despareció porque tenía miedo que Helive Angulo y de la mujer de Norero, porque a la familia de Norero le estafó con cerca de 300.000 dólares. La esposa le pidió que explique que hizo con todo ese dinero y Cristian Romero se desapareció algunos meses", relató el pasado 17 de julio Hugo Lara, quien se describió durante su testimonio anticipado como un abogado joven que trabajaba para Cristian Romero, abogado del narcotraficante Leandro Norero, del exvicepresidente Jorge Glas, Daniel Salcedo y la familia Bucaram.

Según Lara Olmos, Cristian Romero regresó de la clandestinidad tras la muerte de Norero con más estrategias para sus clientes y negocios ilícitos: "Cuando apareció, llegó con nuevas estrategias para ganar dinero; obtener libertades ... Era el efecto extensivo de inter comunis de incidentes, para que el juez modificara su resolución original e involucrara a terceros interesados. Así logró varias libertades y sacó de la cárcel en varias provincias a personas con condenas firmes".

Cristian Romero también defendió a Glas y Salcedo

Según su testimonio anticipado, Lara Olmos logró observar en primera fila cómo operaba la ilegalidad dentro de la justicia. Describió cómo Romero lograba liberar a criminales sentenciados y políticos enjuiciados: "Yo hacía escritos. Hice la petición de medidas cautelares, el proyecto de resolución y Cristian Romero se encargaba de todo. Él para hacer sus acciones constitucionales buscaba las provincias más remotas, los convencía (a los jueces) y pagaba. En Balsas, el juez Eleuterio Aguilar (quien devolvió la pensión vitalicia a Jorge Glas) le dio la devolución y la liberación de las cuentas de Daniel Salcedo, creo que pagaron 10.000 dólares".

Al trabajar de cerca con Romero, el abogado también fue testigo de cómo se otorgó un habeas corpus a favor de Jorge Glas y Daniel Salcedo a través de prácticas ilícitas. "Cristian Romero tenía contacto con Daniel Salcedo. Necesitaban un juez suicida que haya querido retirarse o recibir dinero por una decisión contraria a derecho. Era Banny Molina. El juez dijo que presenten la acción a través de una tercera persona, un sentenciado por asesinato. A esa causa ya constituida se presentaron Daniel Salcedo y Jorge Glas. Me ofrecieron 2.000 dólares por la audiencia."

Lara también indicó que Norero, quien entonces se encontraba preso en Latacunga, se enteró que su abogado, Cristian Romero, también trabajaba para Glas y que eso lo enfureció. Durante la defensa de Norero, contó que Cristian Romero planificó varios actos ilícitos, como presentar un testigo falso, usaron la identidad de una persona muerta, se inventaron un contrato de inversión para justificar los seis millones de dólares encontrados en casa de Norero y barajaron ideas de cómo apartar a la fiscal Lidia Sarabia de la causa. Una idea era depositarle dinero a su cuenta, otra era secuestrarla.

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