Cristiano Ronaldo, el fantasma de España

Cristiano Ronaldo, el fantasma de Espana

Recuerdo. La última vez que España venció en un debut de Mundial, fue en Alemania 2006, derrotó 4-0 a la selección de Ucrania.

Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos. Amigos, más que compañeros de equipo. Cuántas veces no los vimos levantar juntos el trofeo de Champions League, fotografiarse y sonreír en batallas ganadas o cobijándose en las derrotas. Pero ayer, aunque no hubo perdedor, el sabor que se llevó el defensor no fue tan agradable como el del goleador, que salvó a su selección gracias a un tiro libre de antología cuando parecía que La Roja sumaba los tres puntos en su debut.

Esta vez no iban a pisar la cancha con el mismo objetivo, ayer dos patrias los separaron: España urgida de revancha tras el bochornoso paso por Brasil 2014, y la Portugal, campeona de la Eurocopa 2016. Durante la antesala, Ronaldo y Ramos encabezaron la salida de sus selecciones por el túnel, se daban un intenso abrazo, hubo miradas cruzadas que duraron poco, una que otra sonrisa pícara y una palmada para sellar los buenos deseos, sin conocer qué sucedería.

Lo que tampoco imaginaban, era lo clave que iba a ser uno de ellos en el desenlace del encuentro. Ronaldo ayer se medía, en cancha, a tres de sus compañeros en el Madrid, pero no tuvo conciencia para la amistad al firmar su cierre como la figura exponente de su país, marcando un hat trick con un agonizante 3-3 final.

Y es que hay partidos que los sientes tuyos desde el momento en que te levantas de cama. Y si no lo cree, pregunte por el partido de Cristiano. En su primera intervención con la pelota, lanzó un regate de bicicleta que cerró con un pase; en la segunda, cede elegante con un taco y en la tercera, sobra a Nacho que le ocasiona un penal. No sabía lo que era perder el balón.

Siendo fiel a uno de sus apodos (Penaldo), el 7 de los lusos ejecutó a la perfección el penal, que tuvo dirección contraria al vuelo de De Gea. El 1-0 era alegría pura para el pueblo portugués, pero también retumbaba en la cabeza de los españoles, que han ganado cuatro de sus 14 debuts en mundiales.

Con la presión de ser el candidato por su atractivo estilo de juego, España estaba obligado a derribar los muros defensivos que establecía la selección de Fernando Santos.

Por ratos había mucho toque irrelevante, La Roja necesitaba un valor agregado y lo encontró en Diego Costa. El Lagarto se fabricó el primer gol tras superar a Pepe -a quien le hizo falta- y a Fonte. Daba aire a una selección que desde allí, empezó a equilibrar la balanza.

Cuando parecía que la primera parte se cerraba con el 1-1, CR7 lanzó un tiro sin mucha historia sobre la humanidad de De Gea, pero el portero del Manchester United se convirtió en villano, al no controlar la pelota. 2-1 ganaba Cristiano Ronaldo.

Pero en el complemento, los 11 jugadores españoles entraron al campo vestidos de frac y empezaron a impartir una clase de posesión, control, dominio y traslado de pelota. Portugal se convertía en un espectador estrella del espectáculo que derrochaba La Roja.

Costa aprovechó un pivoteo en el área y logró emparejar la historia una vez más. Después, Nacho activaría la locura española con un golazo que se estrelló en el vertical derecho de Rui Patricio.

España lo daba vuelta y Ronaldo ya no sonreía. Aquel gesto triunfal rascando su barbilla sobre Nacho en el penal se revertía. Pero quedaba otro acto de la estrella.

El capitán luso recibe una infracción muy cerca del área, él mismo lo cobró. El tiro sobró los espigados cuerpos de Gerard Piqué y Sergio Busquets, con un efecto hacia dentro. De Gea optó por quedarse quieto y mover la cabeza observando la dirección del balón, que selló un 3-3 de película, dirigida por Cristiano Ronaldo y con la producción del mejor torneo de fútbol: la Copa del Mundo.