La cruzada de una diputada contra Facebook
En plena conmoción por el brutal asesinato y violación de una estudiante a manos de un afgano de 17 años, en las redes sociales comenzó a circular una cita de la diputada y exministra alemana Renate Künast.
Martin Lengemann / El país
En plena conmoción por el brutal asesinato y violación de una estudiante a manos de un afgano de 17 años, en las redes sociales comenzó a circular una cita de la diputada y exministra alemana Renate Künast. “Sí, el joven refugiado estaba traumatizado y asesinó. Pero tenemos que ayudarle de todas formas”, aseguraba un texto al que el anagrama del periódico Süddeutsche Zeitung parecía dotarle de mayor credibilidad. La frase, que se hizo viral, solo tenía un problema: la supuesta autora jamás dijo nada parecido. Preguntada en una sala junto a su despacho por este episodio, Künast se toma un tiempo para responder. “Circuló y fue compartido no se sabe cuántas veces durante tres días. Y conseguí eliminarlo gracias a que soy diputada y tengo acceso directo a representantes de Facebook, algo que no puede hacer la mayoría de la gente. Las cosas no pueden continuar así”, sentencia.
Precisamente porque cree imprescindible parar la ola de mensajes de odio y noticias falsas, esta dirigente de Los Verdes denunció a Facebook por no hacer lo suficiente para desaparecer la cita que se le atribuía. No es este el único problema de la empresa de Mark Zuckerberg en Alemania. Se enfrenta a denuncias similares, como la presentada por Anas Modamani, un refugiado sirio que se hizo famoso por un selfi con Angela Merkel y al que en las redes le han atribuido delitos que no cometió. El Gobierno, además, amenaza a Facebook y Twitter con multas si no son capaces de retirar en 24 horas mensajes denunciados como falsos.
Facebook reaccionó el pasado enero con el anuncio de que pensaba estrenar en Alemania su filtro contra las noticias falsas. La preocupación en este país es aún mayor por el riesgo de que el fenómeno de los bulos contamine el resultado de las elecciones que se celebrarán en siete meses.
Nada de esto satisface a Künast. “No es suficiente. Facebook envía alguna señal cuando ve que la presión social aumenta, pero por ahora son todo palabras. Dice ser tan solo una plataforma tecnológica, sin control sobre los contenidos. Se libra así de mecanismos de control que sí afectan a los medios de comunicación tradicionales pese a ser una empresa con beneficios millonarios”, asegura Künast, que en la década pasada encabezó el Ministerio de Agricultura en el Gobierno encabezado por el socialdemócrata Gerhard Schröder.
Pero la cruzada de esta política tan mediática como polémica (un tuit en el que cuestionaba la muerte de un yihadista a manos de la policía generó un intenso debate hace meses) no va solo contra Facebook. Recrimina al Gobierno que anuncia medidas contra el odio en Internet que no termina de poner en marcha. Hace unos meses se embarcó en un proyecto insólito. Acompañada por una reportera de la revista Der Spiegel, se presentó sin avisar en las casas de gente que en las redes sociales se referían a ella como “chusma verde”, “puta” o “vergüenza para Alemania”. El artículo fue uno de los más descargados el año pasado en la web de la publicación.
¿Qué le sorprendió más de estas visitas? “Que no se trataba de los perdedores de la sociedad. La mayor parte de las personas con las que hablamos tenía su casa con jardín, dos coches... No había lujos, pero sí cierto confort”, responde.
La polarización en la sociedad alemana se refleja en las redes sociales. Discursos como el de Björn Höcke, dirigente del partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD) que se refirió al monumento en recuerdo al Holocausto judío como “una vergüenza”, serían impensables hace años en un partido que está a punto de entrar en el Parlamento federal. La duda es si este odio es nuevo en la sociedad alemana o simplemente ahora es más visible gracias a Internet. Künast reflexiona antes de responder. “Me temo que estas ideas han estado siempre ahí, pero quedaban reducidas a conversaciones
privadas. No había ninguna organización que las justificara, como ahora AfD o (el movimiento islamófobo) Pegida. Y ahora hay más gente que se identifica con este discurso”, concluye.
Otro caso en la red con mensajes de odio
La imagen dio la vuelta al mundo. La canciller de Alemania, Angela Merkel, considerada la mujer más poderosa de Europa, se dejaba fotografiar en septiembre de 2015 con unos hombres que celebraban sonrientes el fin de su odisea en busca de un lugar seguro.
Anas Modamani era uno de ellos. Más de un año después, este sirio de 19 años trabaja en un McDonald’s de Berlín y habla un alemán bastante correcto. Serviría como ejemplo de que la integración es posible. Pero la efímera fama le ha salido cara.
Un mensaje en las redes sociales le responsabilizó de la brutal agresión sufrida por un vagabundo a manos de unos solicitantes de asilo. Modamani, que no tuvo nada que ver con estos hechos, no ha querido dejar pasar la calumnia.
Un juzgado analizó el pasado 6 de febrero la denuncia que este joven ha presentado contra el usuario de Facebook que subió la fotografía falseada y contra la red social por las trabas que encontró para que se retiren los mensajes de odio.