Las cuentas de la lechera de Johnson, el optimista
El nuevo primer ministro del Reino Unido quiere bajar impuestos para incentivar la economía. Anuncia la intención de lanzar un programa de inversión pública.
El nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, ha lanzado un rompedor programa de recorte de impuestos con la esperanza de reactivar la economía y financiar así un ambicioso programa de inversiones públicas que, de entrada, costaría unos 33.200 millones de euros. Y más si se ponen en marcha todas las propuestas que lanzó durante su campaña por el liderazgo de los conservadores británicos.
Johnson ha anunciado que bajará el IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas) a las clases medias-altas (con ingresos de entre 55.500 euros y 88.500 euros), reducirá las cotizaciones sociales y recortará el impuesto que grava las transacciones inmobiliarias.
Quiere también bajar la llamada Business Tax que está ahogando el comercio en las grandes ciudades, universalizar la banda ancha antes de 2025, crear seis nuevos puertos francos al estilo de Singapur, extender el tendido ferroviario de Alta Velocidad, tener un aeropuerto abierto 24 horas, aumentar los policías, más dinero por alumno en las escuelas primarias y secundarias, más carreteras, más centrales eléctricas limpias y hasta un puente que una Escocia con Irlanda del Norte.
¿Cómo se va a financiar todo? Boris el optimista, que ha alcanzado la cima política de Reino Unido con el populista mensaje de que el verdadero problema del país no es el Brexit sino el pesimismo que han difundido los enemigos de la ruptura con Europa, cree ciegamente en la política impulsada en su día por Ronald Reagan en EE. UU. en los años ochenta del siglo pasado, quien recortó impuestos para aumentar las recaudaciones fiscales, una fórmula considerada quimérica por muchos expertos.
Johnson ha puesto en marcha su versión particular del cuento de la lechera. Ha anunciado ya diversas medidas concretas de recortes de impuestos.
Y, a la espera de que esos recortes empiecen a dar fruto, prevé poder financiar el aumento del gasto público con un dinero que hasta ahora se consideraba intocable: la bolsa de 26.600 millones de libras ahorradas por el canciller del Exchequer saliente, Philip Hammond (que saltó del barco gubernamental antes de que el nuevo primer ministro le echara a patadas por su tibieza en materia de Brexit), y que este quería reservar para un eventual presupuesto de urgencia en el caso de que Reino Unido acabara abandonando la Unión Europea sin acuerdo.
Johnson, que se ha comprometido a materializar el Brexit no más tarde de la actual fecha límite del 31 de octubre, haya o no haya acuerdo, cuenta también con el paquete de 39.000 millones de libras (43.000 millones de euros) que Reino Unido debería pagar a la UE al marcharse para cumplir con los compromisos presupuestarios pendientes o ya en marcha. La llamada “factura del divorcio”.
Boris el optimista ha asegurado a las bases conservadoras que Londres no pagará ese dinero si se va sin acuerdo.
Y quiere utilizarlo para suavizar el impacto de un Brexit a las bravas.
Gran campaña por el brexit
El Gobierno del Reino Unido opera sobre la base de que no habrá un nuevo acuerdo de brexit con la UE, afirmó ayer en un artículo Michael Gove, ministro encargado de los preparativos para una salida sin pacto. El canciller del ducado de Lancaster -ministro sin cartera y atribuciones varias- afirma que una retirada del bloque no negociada “es una perspectiva muy real”, por lo que se realizará una gran campaña nacional de información para preparar a la población. “Con un nuevo primer ministro, un nuevo Gobierno y una misión más clara, saldremos de la UE el 31 de octubre. Sin condiciones ni peros. Sin más retrasos. El brexit va a suceder”, escribe en The Sunday Times.