El cuy pasa de platillo a diagnostico y curacion
La evaluación con el cuy es una práctica ancestral que con mayor frecuencia se registra en Imbabura, señala la azuaya Delfa Iñamagua.
El cuy no sirve únicamente para preparar el apetecido plato típico, también se utiliza para diagnosticar enfermedades. La evaluación con el cuy es una práctica ancestral que con mayor frecuencia se registra en Imbabura, señala la azuaya Delfa Iñamagua.
Iñamagua, de 52 años y nativa de Sígsig, ha heredado de sus ancestros la sabiduría de la medicina natural, y de la mano de la imbabureña Josefina Lema, se ha especializado en la práctica del diagnóstico con el cuy para atender a sus pacientes en Azuay.
“Consiste en frotar el animalito por todo el cuerpo para descubrir el estado de los órganos internos del paciente, algo similar a los rayos X o a la actual ecografía”, explicó la mujer.
Para el diagnóstico no importa la raza o el color del cuy. “Si el paciente es hombre joven, el cuy deberá ser macho y no tener crías; si es mujer, igual cuy hembra. Si los pacientes son adultos, el animalito también deberá ser adulto, por la similitud de los órganos” advirtió Delfa.
Iñamagua en su sesión de diagnóstico, que dura entre una hora y hora y media, frotaba un cuy, color miel, sobre el cuerpo de Nancy, una de sus pacientes. El cuy chillaba al ser pasado por ciertas partes del cuerpo. “Está absorbiendo las dolencias y los males internos de la paciente”, anotó Delfa.
El proceso continuaba mientras el animalito iba perdiendo fuerzas hasta morir.
Una vez que el cuy ha absorbido los problemas de salud de la paciente Nancy, el animal fue diseccionado; de acuerdo a la coloración, tamaño, y otras apreciaciones de los órganos internos del cobayo, Delfa fue explicando las dolencias a su paciente.
Miró los riñones del cuy, y dijo a su paciente, “sufre de cálculos”. Con la coloración de cada uno de los restantes órganos, la mujer fue diagnosticando una “gastritis, problemas de hígado” y otras dolencias.
“Usted va a curarse, pero deberá estar en armonía con la naturaleza y sus elementos”, es decir tener mucha fe, le dijo Delfa a Nancy mientras en un papel le recetaba unos zumos naturales de montes medicinales, unos macerados y unas agüitas de yerbas.
“Dios es quien hace todo, hay que tener fe”, anotó la mujer al señalar que todos los males y dependiendo del avance de la dolencia, “la curación está en las prácticas ancestrales. No hay que ser necios, por ejemplo, una apendicitis, requiere de cirugía y por tanto yo refiero los casos hacia los especialistas con quienes trabajamos coordinadamente”, añadió Iñamagua.
Nancy confirmó el diagnóstico con ecografías que ya se había hecho, pero con la medicina convencional no ha encontrado cura. “Tengo fe en las agüitas medicinales, y por eso he venido hasta donde doña Delfa, ella es muy conocida por sus curaciones”, expresó Nancy. (F)