Daniel Noboa en EE.UU., entre la crema y nata de la ultraderecha del mundo

La filtración de un documento preliminar, en el que su nombre no aparecía, desató una intensa campaña de burlas despiadadas alentada por los correístas. Acusaron a Daniel Noboa de tratar de engañar a los ecuatorianos con el único propósito de “inflar su ego”. “Una mentira más nacida de su imaginación y de su complejo de inferioridad”, tuiteó la asambleísta Mónica Palacios. 

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Pero se equivocó: esa invitación que ella exhibió triunfante en el video burlón que grabó para sus redes sociales, y sobre la que escribió el nombre de Daniel Noboa, a mano alzada y con caligrafía infantil, para hacer mofa de él, nunca llegó a ser enviada oficialmente. 

En otra lista, la definitiva, a la que tuvieron acceso corresponsales en Washington, el presidente ecuatoriano sí figura, apenas junto a otros cinco jefes de Estado o de Gobierno de tres continentes, como invitado especial a la investidura presidencial de Donald Trump, que tendrá lugar el 20 de enero. 

Lo confirma, tras rigurosas corroboraciones, el prestigioso periódico Político. Y la cadena Fox, con línea directa al equipo del presidente entrante.

Noboa, entre los invitados de Trump

Xi Jinping, presidente de la República Popular China; Viktor Orbán, primer ministro de Hungría; Giorgia Meloni, de Italia; Nayib Bukele, presidente de El Salvador; Javier Milei, de Argentina; y Noboa.

Solamente Xi no ha confirmado su presencia: él optó por la cautela ante una invitación que cayó en el ambiente diplomático chino como una bomba sorpresa. Porque nada de esto es normal. Más aún: rompe una tradición estadounidense de al menos 150 años, durante los cuales ningún jefe de Estado de ningún país del mundo ha asistido a una investidura presidencial en Washington. 

El desdén de Trump a otros mandatarios

Pero Trump no solo decidió romper con la tradición sino con el protocolo: junto con ese puñado de jefes de Estado o de Gobierno, todos ellos populistas de derecha, cursó invitaciones a los representantes más ruidosos de la oposición ultraderechista europea, incluso pasando por encima de presidentes y primeros ministros. 

En España, por ejemplo, ignora a Pedro Sánchez, el izquierdista presidente de Gobierno, pero invita a Santiago Abascal, líder de Vox. En Francia, omite todo gesto de reciprocidad y desdeña a Emmanuel Macron, que lo había invitado a París en diciembre, para la reinauguración de la catedral de Notre Dame, y le concedió tratamiento de jefe de Estado cuando aún no lo era; en su lugar invita al incómodo agitador extremista Éric Zemmour, un fanático antimigración. Lo mismo en Reino Unido, Alemania, Polonia… Hasta en México, donde desprecia a la presidenta Claudia Sheinbaum y tiende la mano al activista Eduardo Verástegui.

Una lista de invitados que constituye un mapa del mundo según Donald Trump. Una declaración de intenciones que anticipa el tipo de relaciones políticas que piensa privilegiar durante su mandato. Y en ese club exclusivo, codeándose con la crema y nata de la ultraderecha planetaria, el presidente de la República del Ecuador, que en la campaña electoral del año pasado dijo, sin que nadie se lo preguntara, que su identidad política apunta hacia la centro-izquierda. 

No dejarán de señalarlo los correístas, ni bien terminen de darse cuenta de que, en este asunto de la invitación a Washington, estaban proponiendo el debate equivocado. Pero difícilmente afectará la imagen de Noboa, pues el debate sobre la extrema derecha internacional no tiene ninguna incidencia en el elector ecuatoriano promedio. 

Al contrario: si algún impacto puede tener la aparición de Noboa junto a Bukele, Milei o Trump, solo puede ser positivo. En cuanto a los demás, nadie los conoce. A duras penas el votante ecuatoriano sabe quiénes son sus 16 candidatos, menos va a saber quién es y qué hace Viktor Orbán.

La amistad de Noboa con los Kennedy

Según revelaron a este Diario fuentes cercanas a la Casa Blanca, parece que la inclusión a última hora de Daniel Noboa en la lista corta de Donald Trump tiene que ver con su buena relación con los Kennedy. 

Robert F. Kennedy, sobrino del expresidente John Fitzgerald e hijo de Robert, fiscal general de los Estados Unidos y candidato a la Presidencia cuando fue asesinado en 1968, abandonó la tradición demócrata de su familia y decidió apoyar a Donald Trump, quien lo ha nombrado secretario de Salud de su gobierno. Fue él quien insistió en que se invitara a Daniel Noboa. 

“Se crio en mi casa”, había dicho en una entrevista con la periodista ecuatoriana Alejandra Jaramillo, aludiendo a las temporadas vacacionales que los Noboa pasaban donde los Kennedy. Lo que se ignora es si la gestión de Robert F. obedece a un palanqueo previo del presidente o corrió por iniciativa propia. El chisme está incompleto.  

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