Daniel Noboa prepara otro viaje sin saber en qué se mete
Análisis. Noboa viajará a la Cumbre para la Paz en Ucrania. Es su décimo viaje y, como los anteriores, carece de agenda
Daniel Noboa prepara maletas para su décimo viaje internacional (en seis meses de gobierno) sin que el país conozca los resultados concretos de los nueve anteriores. En esta ocasión asistirá a la Cumbre por la Paz en Ucrania, que se celebrará entre el 15 y el 16 de junio en el hotel Bürgenstock, situado sobre el lago de los Cuatro Cantones, en Suiza. Será raro verlo ahí, considerando que su posición frente al conflicto consiste, básicamente, en no tener ninguna. ¿Por qué viaja, entonces?
Difícil saberlo: Daniel Noboa carece de política internacional (como no sea utilizar la guerra entre Israel y Palestina para librarse de una vicepresidenta incómoda, nombrar embajadores veinteañeros y hacerse amigo de Bukele para ganar puntos con sus electores) y sale de gira, por lo visto hasta el momento, sin agendas claras. Diríase que por capricho. Sobre los objetivos del país y su agenda estratégica frente a esta cumbre, ni él ni su canciller, Gabriela Sommerfeld, han dicho una palabra. Como siempre.
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Leer másNueve viajes: en alguno de ellos (España, Francia), Noboa se reunió con jefes de Estado y de Gobierno (Pedro Sánchez, Emmanuel Macron, Felipe VI) pero nada se conoció sobre el contenido de esas conversaciones y en ningún caso se produjo una declaración conjunta al final del encuentro. Nada que anunciar. Ningún convenio que firmar. Ningún acuerdo que celebrar. Otro tanto ocurrió con su visita al procurador nacional Antimafia de Italia, Giovann Melillo, de la que se esperaban resultados concretos en materia de cooperación para la seguridad: no los hubo.
En cuanto a sus encuentros con inversionistas, quizá su participación en el Congreso Internacional Minero de Canadá sirva para ilustrar lo mal que el presidente los prepara. Noboa llegó allá con la idea de promocionar el potencial minero del Ecuador y captar el interés de los inversionistas, y se encontró con empresarios mineros que lo sabían todo sobre el país, que ya estaban interesados en invertir en él y que necesitaban precisiones: en qué tiempo se obtienen los permisos, con qué condiciones, bajo qué garantías legales… Precisiones que el presidente no supo dar. Fue una oportunidad desperdiciada. Lo cuenta Grace Jaramillo, una de las mayores expertas ecuatorianas en relaciones internacionales, residente en Canadá.
Viajes sin agenda. ¿Inservibles? Con una excepción: una utilidad sí tienen y ésta es la electoral proselitista. No deja de reunirse el presidente, a donde va, con las comunidades de emigrantes ecuatorianos. Roma, Madrid, Nueva York… En estos encuentros, Noboa hace lo que tenga que hacer para resultar simpático, incluyendo cantar pasillos, empinar el codo y despachar discursos bajo los ostensibles efectos del alcohol, como ocurrió en su última visita a la capital italiana. En el viaje que viene repetirá la experiencia en Madrid, donde se detendrá en su camino a Suiza, para reunirse, cómo no, con los emigrantes ecuatorianos (ninguna otra agenda se ha anunciado) y continuar así con su campaña anticipada para la reelección, esta vez con plata pública.
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Leer másPor lo demás, más de un tercio de los viajes internacionales de Daniel Noboa no han tenido agenda oficial en absoluto. El presidente viaja mucho por motivos personales pero lo hace con recursos públicos: en el avión presidencial y movilizando al cuerpo de seguridad de Carondelet. Entre el 16 y el 18 de enero viajó a Miami para dar la bienvenida al mundo a su hijo Furio, que él y su esposa decidieron que naciera ahí. A fines de ese mismo mes, cuando volvía de España, hizo una parada en esa misma ciudad de la Florida para visitar a su esposa y su hijo recién nacido, que permanecían ahí, convaleciente ella de un parto anticipado. Días después, volvió Daniel Noboa a tomar el avión presidencial hacia Miami para pasar allá el feriado de Carnaval en Miami y regresar al país con Lavinia y Furio. Entre el 10 y el 13 de abril, nuevo viaje por motivos personales a Miami. En total, cuatro de nueve. En seis meses. Un exceso, sobre todo si se considera que, cuando candidato, había prometido recortar los viajes en el avión presidencial: una sola hora de vuelo, dijo entonces, cuesta lo mismo que el total de la carrera universitaria de un joven ecuatoriano. Si eso es cierto, dejó de importarle.
Y ahora, a Suiza, a buscar solución a uno de los mayores problemas geopolíticos del planeta. Si acaso, sus simpatías personales en la guerra de Ucrania se inclinan a favor de Putin, como demostró a los pocos días de iniciada la invasión, cuando el entonces asambleísta Daniel Noboa organizó un viaje urgente a Rusia para estrechar sus lazos de amistad con los invasores. Sólo que Putin no estará en Suiza: hasta el momento ha declinado de asistir, por considerar que la cumbre es cosa de la OTAN y tiene por objetivo respaldar la “fórmula de paz” del presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Con Rusia ausente y China excluida de la lista de invitados, la cosa se vuelve tan delicada que hasta el secretario general de las Naciones Unidas se ha excusado. No así Noboa, que no ha parado de enviar mensajes contradictorios sobre su postura en el conflicto (recuérdese cuando desistió de un convenio de triangulación de armas rusas para Ucrania que estuvo a punto de firmar con Estados Unidos). ¿Será que el presidente sabe lo que está haciendo?
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