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Daniel Noboa
El presidente Daniel Noboa decretó la suspensión de la jornada laboral del próximo 31 de octubre del 2024.cortesía

Daniel Noboa es un presidente sin cable a tierra

ANÁLISIS. Desconectado de la realidad, el gobierno toma medidas populistas. Y otros se aprovechan...

El eslogan del gobierno nacional acaba de cambiar esta semana inadvertidamente: puede decirse que experimentó una inevitable corrección sobre la marcha. De “El nuevo Ecuador” (el país que resuelve), palabras que cerraban todo mensaje presidencial, toda cadena nacional, todo producto audiovisual de la Secretaría de Comunicación, pronunciadas con lo que parecía ser la empalagosa voz de una azafata de clase ejecutiva, hemos pasado a la fórmula “Ecuador uniendo esfuerzos”, con idéntica tipografía y la misma azafata, nomás que hablando en un tono algo más neutro. 

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La semana anterior, cuando Daniel Noboa apareció junto a sus ministras Inés Manzano y Sonsoles García para anunciar un progresivo recorte de los horarios de racionamiento eléctrico (una fantasía irrealizable e irrealizada), todavía el Ecuador era nuevo y resolvía. 

Este viernes, cuando el presidente prefirió que fuera Inés Manzano, ella solita, quien diera la cara para anunciar las malas noticias, todo había cambiado: volvimos a ser el mismo país de siempre, uno que no resuelve pero lo intenta: “Ecuador uniendo esfuerzos”. Desde que empezó la crisis eléctrica, este cambio de eslogan ha sido el primer síntoma de realidad que ha experimentado la Presidencia de la República. Sin embargo, no pasaron 24 horas antes de que el presidente volviera a delirar...

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Ni un palo al agua

Está claro que a Daniel Noboa le hace falta un cable a tierra, un principio de realidad que lo conecte con los hechos y las circunstancias del país que pretende gobernar, con las vidas de los ecuatorianos de carne y hueso. Ya el pasado 9 de octubre, cuando convirtió la solemnidad de Guayaquil en un homenaje a su dinastía familiar, quedó claro que las desventuras de una ciudad en crisis ni le interesan ni es capaz de comprenderlas. 

Este viernes decretó, como si de una dádiva se tratase, la suspensión de la jornada laboral del 31 de octubre y demostró, con ello, su absoluta desconexión con las necesidades y el estado de ánimo de un país cuyo principal drama consiste, precisamente, en la pérdida de horas de producción y de trabajo por causa de los apagones. 

Lo hizo el mismo día en que el Ecuador amaneció con la noticia, dada por su ministra de Energía, porque él no dio la cara, de que el anunciado recorte progresivo de horas de racionamiento eléctrico (de diez horas de apagón a ocho, de ocho a seis, de seis a cuatro...) no tendría lugar jamás, como no era difícil de imaginar, y que, en su lugar, los apagones se incrementarían a 14 horas diarias.

Con cortes de ocho o seis horas todavía quedaba un cierto espacio para reconstruir (dos horas por aquí, tres horas por allá) una media jornada laboral que le permitiera al trabajador independiente sacar adelante el día. Pero con 14 horas, esa jornada quedó reducida, sí o sí, a tres horas en el mejor de los casos. Lo cual resulta inmanejable. 

En eso llega el presidente y decreta un día adicional de vacación para el próximo feriado… ¡para incentivar el turismo! Como si el puente del 9 de octubre no hubiera demostrado ya, con su bajísima actividad turística, que el ecuatoriano no está dispuesto a vacacionar en medio de la doble crisis energética y de seguridad. Lo mismo que la populista, absurda y fracasada decisión de recortar progresivamente los apagones, esta tampoco vino acompañada de ningún criterio técnico, de ningún informe, de ninguna cifra, de ningún estudio que la justificara, de ninguna razón de ser que no sea electoral: la razón populista.

Es un asunto de prioridades: lo verdaderamente urgente en medio de esta crisis no es fomentar el turismo sino recuperar la jornada laboral. En su completa desconexión con la realidad, el presidente no es capaz de advertir que el pueblo, a veces, es lo suficientemente sensato y maduro como para darse cuenta de que no todo lo que le gusta (un día adicional de feriado, por ejemplo) le conviene.

CRISIS X 2Con cortes diarios de seis u ocho horas, todavía era posible reconstruir (dos horas por aquí, tres horas por allá) media jornada laboral para sacar adelante el día. Pero con 14...

Llegaron los buitres

Este desastre ya lo están capitalizando quienes viven de la tragedia colectiva: los gallinazos de la política. La idea central de aquel famoso discurso, registrado en video, de Ricardo Patiño, cuya publicación precipitó su fuga a México, era precisamente la de aprovechar el descontento social causado por las coyunturas de crisis para promover protestas y pescar a río revuelto. 

Ahora Patiño está de nuevo en Ecuador (vino supuestamente para ser candidato pero no lo fue) y alguien está tratando de sacar provecho del descontento social causado por la coyuntura de la actual crisis para pescar a río revuelto. Caramba, qué coincidencia. 

Este viernes, entre el anuncio de las 14 horas de racionamiento eléctrico y el de las 24 horas de descanso obligatorio, una movida concertada en las redes sociales (cientos de mensajes con las mismas fotos y las mismas consignas) logró colocar exitosamente la etiqueta #ParoNacional al tope de la lista durante todo el día. 

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Ya en la tarde, una minimanifestación de lumpemproletarios (la especialización de Patiño: personal fácilmente movilizable a cambio de un billete chico, según las lecciones impartidas por Napoleón III y relatadas por Carlos Marx en ‘El 18 Brumario de Luis Bonaparte’) se acercaron hasta el palacio de Carondelet gritando “Fuera Noboa fuera”. No tardó cinco minutos el medio digital correísta Ruta Krítica, dirigido por Orlando Pérez, en recoger la noticia como si del advenimiento de la revolución se tratara.

Esa misma noche, un tuit de Eduardo Franco Loor, excandidato correísta al CPCCS y abogado de Jorge Glas y del expresidente prófugo, puso al descubierto (por si hiciera falta) la estrategia: “Hay un ambiente propicio”, escribió, en estricta aplicación de la teoría de la agitación de Ricardo Patiño, “para que Noboa sucumba y deje el poder. Se siente en Ecuador el derrumbe moral y administrativo de un gobierno indolente ante las necesidades nacionales. Noboa no concluirá su mandato en mayo de 2025… La ciudadanía está harta de tanta oscuridad y ya no lo tolera”. 

Se diría que solamente un movimiento político seguro de perder las elecciones podría apostar de manera tan decidida y directa por el golpismo cuando falta tan poco tiempo para el cambio de gobierno. Al mismo tiempo, el presidente de la Conaie y aspirante a la Presidencia Leonidas Iza, el único capaz de convertir esos sueños húmedos en realidad y ahora sin nada que perder ante la eliminación de su lista de candidatos a la Asamblea, propugna una salida de la crisis basada en la sustancia que más le gusta: el diésel subsidiado. Generadores para todos, dice. Se entiende que, en su caso, toda demanda es un ultimátum.

GOLPISTAS X 3
Mientras el país se hunde en la crisis eléctrica, el correísmo fantasea con su enésima tentativa de golpe de Estado desde 2017. Parecen seguros de perder las elecciones.

El viejo modelo vive

Y mientras el correísmo fantasea con su enésima tentativa de golpe de Estado desde 2017, el modelo estatista causante de la crisis energética que legaron a sus sucesores sigue casi intacto. Apenas si el gobierno de Daniel Noboa, tímidamente, introduce con extremo cuidado y delicadeza cambios poco menos que cosméticos. 

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La nueva ley económica urgente, pensada dizque para incentivar la participación privada en la transición energética, según reza su título, será discutida y aprobada hoy domingo por el Pleno de la Asamblea sin haberse atrevido a cambiar prácticamente nada. Sí, introduce (porque ya era un escándalo no hacerlo y la presión social evitó que la retiraran) una reforma para permitir la conformación de fideicomisos que sirvan como garantía de pago a los empresarios interesados en invertir en generación eléctrica. 

Pero mantiene un límite arbitrario de producción (100 megavatios), conserva el monopolio estatal de la transmisión y la distribución y mantiene la prohibición (introducida por la correísta Sofía Espín en la ley No-más-apagones de enero último) de concesionar infraestructura pública a los inversionistas privados. En 2016, cuando Rafael Correa se quedó sin plata y anunció su voluntad de vender (no concesionar sino, directamente, privatizar) la hidroeléctrica Sopladora, Espín y los suyos no dijeron ni pío. 

Ahora pretenden que no se concesione, así recogió el informe de esa ley, ni siquiera el terreno aplanado de El Aromo para que inversionistas privados construyan en él un proyecto fotovoltaico. Flexibles en el gobierno, talibanes en la oposición. Está claro que su objetivo es agravar la crisis para tumbar al gobierno y volver al poder. Y lo que es peor: el gobierno da papaya.

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