En ‘Una mujer fantástica’ encarna a Marina, una transexual que tiene que enfrentar la muerte de Orlando, su novio.

Asi es Daniela Vega, una ‘mujer fantastica’

Tras la cinta dirigida por Sebastián Lelio, la actriz transexual chilena reaparece en una serie de Netflix.

La chilena Daniela Vega fue la primera actriz transexual en participar en la presentación de la gala de los Óscar (2018). Ese mismo año la cinta Una mujer fantástica (dirigida por Sebastián Lelio y protagonizada por ella) ganó como mejor película de habla no inglesa y la también cantante lírica logró el premio Platino del Cine Iberoamericano a mejor interpretación femenina; además, la revista Time la eligió como una de las cien personalidades más influyentes del mundo.

Nació en Santiago en una familia de clase media. Su padre, Igor Vega, es dueño de una imprenta y su madre, Sandra Hernández, ama de casa. A los 8 años descubrió su talento para el canto, quería ser María Callas, y durante su infancia muchas veces fue discriminada. Al terminar sus estudios secundarios comenzó a trabajar como estilista y maquilladora, es experta en cocina.

Su sueño era llegar a Hollywood. Siempre veía películas del director español Pedro Almodóvar, con quien aspira trabajar. Habla inglés fluidamente. Autodidacta, dio los primeros pasos en la actuación en el teatro, con obras como La mujer mariposa. En 2014 debutó en el cine con el largometraje La visita, mientras ejercía oficios estéticos en el gabinete Mimos.

En Una mujer fantástica, que se exhibió en las salas de cine de Guayaquil, encarna a Marina, una transexual que tiene que enfrentar la muerte de Orlando, su novio, un empresario. Acaba de cumplir 30 años, el 3 de junio. Mide 1,70 metros. Es notorio que ha subido de peso, si comparamos sus fotos actuales con las anteriores. Visitó la Riviera Maya, México, donde mantuvimos un breve diálogo.

Luego de Una mujer fantástica ‘llovieron’ los proyectos. Uno de ellos Historias de San Francisco (Tales of the city), que acaba de estrenarse en una plataforma tan importante como Netflix.

Es una producción ambientada en San Francisco. Narra los inicios del movimiento por los derechos de los gais en Estados Unidos. Yo encarno a Ysela y soy la mejor amiga de la protagonista en el pasado y el presente. Tendrá una sola temporada, está inspirada en los libros del novelista estadounidense Armistead Maupin y cuenta la historia de Mary Ann (Laura Linney), una mujer que regresa después de 20 años a esa ciudad para reunirse con su hija y su exesposo. Ahí llevo un look de la época y también me tocó envejecer (risas). Viví tres meses en Nueva York, entre San Francisco y la Gran Manzana. Lo pasé muy bien, con un equipo impresionante. La gracia de este proyecto es que tanto delante como detrás de cámara hay gente que pertenece a la comunidad LGBTI. La serie es de 10 capítulos y mi debut con un personaje en inglés. Aparezco en tres episodios. Intervienen también Olivia Dukakis y Ellen Page. Lo que pasó en San Francisco en los 60 terminó por construir el movimiento LGBTI. No es un remake de la original de 1993. Ni de la de 1998 ni de la de 2001, Historias de San Francisco retoma la historia donde se quedó.

Para una actriz, cuya lengua nativa es el español, ¿qué tan complicado es grabar en inglés?

No ha sido complicado desde el punto de vista de la comunicación, porque hablo inglés fluidamente. Pero fue difícil actuar en otro código lingüístico, reeducar el cuerpo para meterse en las emociones que nos piden. Con la ayuda de los compañeros y la experiencia adquirida se logró.

La jauría es una producción chilena que acaba de terminar.

Aún no sé cuándo saldrá. En ella interpreto a Elisa Murillo, una detective. La historia gira en torno a la desaparición de una joven de un colegio que es violada por unos hombres de un grupo de chat llamado La jauría. La serie está inspirada en el caso de abuso sexual La Manada, en el cual cinco hombres violaron a una chica de 18 años en Pamplona (España) en 2016. Elisa no trabaja sola, tiene dos compañeras. Las actrices Antonia Zegers y María Gracia Omegna. Nosotras solo buscaremos la verdad. Con Antonia y María Gracia nació una bonita amistad y me sentí feliz de trabajar junto a ellas porque son muy talentosas.

Ponerse en los zapatos de una detective exige cierta preparación.

Tomé clases de tiro porque nunca había disparado un arma. La Policía nos ayudó, fuimos a su escuela. Se requirió de una intensa preparación. Daniela se dio cuenta que algo pasaba con su cuerpo a los 14 años. “No estaba en relación con mi identidad”. Había habido otras señales, no le gustaban los juegos de niños, prefería mirar a su abuela materna mientras se maquillaba. Pero no era gay. Buscó en Internet, hasta que encontró la palabra transexualidad y dijo: “Eso soy”. Les contó a sus progenitores lo que estaba ocurriendo. Ellos se fueron de viaje a la playa durante dos días. A su regreso le entregaron un regalo, era una cajita de maquillaje, “no hubo recomendaciones para visitar psicólogos o psiquiatras”. Daniela empezó su terapia hormonal a los 18. El cambio fue poco a poco.

Su padre ha sido fundamental en su vida. Algunos les dan la espalda a sus hijos cuando pasan por estas transiciones.

Mi padre es uno de los amores de mi vida, una de las personas más importantes. A veces me acompaña en los viajes.

A muchas personas les cuesta aceptarse.

Tengo una familia que jamás me ha dado la espalda. Siempre estaré para ellos. No me creo ni mejor ni peor persona, por lo mismo no tengo ninguna vergüenza de ser trans.

Seguramente se sintió discriminada.

En la época de estudiante, porque estuve en un colegio de hombres y ahí fui víctima de bromas. La gente no entiende que soy una persona como cualquier otra. Aprendí que siempre se puede salir adelante, depende de cómo se tomen las cosas.

Se siente un referente de los transexuales.

Soy simplemente una actriz que trabaja. Nada más.

¿Se considera una mujer fantástica?

Como todas, como usted o como yo. Somos fantásticas por el hecho de ser mujeres.

Tras su viaje a México, ¿cuál será su destino?

Italia para grabar una película dirigida por Lamberto Sanfelice (quien fue pareja de Carlota, hija de la princesa Carolina de Mónaco). Personifico a una chilena que vive diez años en Milán y recorro el lado b de la ciudad.

Dicen que ganar el Óscar no siempre trae buena suerte, la cinta que estelarizó lo obtuvo.

Cuando se quiere trabajar, se trabaja. Yo siempre hago cosas, en el cine, teatro y música y trato de hacerlo bien. Para la Bienal de Arte de Venecia 2019, la artista visual Voluspa Jarpa me invitó a participar en una exposición denominada Altered views. Aparezco en un videoperfomance e interpreto una pieza lírica.

¿Vive en Chile?

Vivo en aviones y hoteles. Mi base es Chile, pero me ausento mucho. La mitad del año paso fuera de mi país.