El decomiso de droga crece, pero no hay ‘capos’ presos

Desde abril del 2017 ningún gran capo de la droga ha sido detenido en el país. El último cabecilla atrapado fue alias Gerald, quien cumple una sentencia en los Estados Unidos por traficar más de 250 toneladas de cocaína entre 2016 y 2017, a través de la ruta del Pacífico.

La Policía Antinarcóticos ha centrado su operación en las incautaciones, en lugar de desarticular las redes de los narcos. El año pasado, Ecuador rompió el récord histórico de decomisos cuando sumó 128,4 toneladas de narcóticos. Para este año, la estrategia es la misma: más drogas. Entre enero y mayo, se decomisaron 50 toneladas; el doble que en 2020.

El 2 de mayo se dio una de las capturas más grandes del año. Dos toneladas de cocaína se hallaron en un contenedor de banano, que iba a ser embarcado en el puerto marítimo de Guayaquil con destino a Rusia. No hubo detenidos. El 21 de mayo, Antinarcóticos hizo otra gran operación: tres toneladas de drogas se ocultaban en contenedores, en Guayaquil. Tampoco hubo detenidos.

En otros casos similares, los apresados han sido mandos bajos: acopiadores, encargados de la seguridad, la logística o del transporte de la droga como lancheros o choferes. El 27 de febrero, por ejemplo, los agentes hallaron una tonelada de cocaína en una casa en Daule (Guayas). Hubo dos detenidos: los encargados del acopio. ¿Por qué no se atrapa a los peces gordos? Este Diario solicitó una entrevista con el director Antinarcóticos. Hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

Desde 2018, un año después del arresto de Gerald, la inseguridad en el país creció pese a que cada vez hay más drogas halladas. El principal indicador es la tasa de homicidios. Pasó de 5,8 por cada 100.000 habitantes a 6,8 en 2019 y 7,7 en 2020. Este año, la tendencia a crecer se mantiene.

Entre el 1 enero y el 15 de junio se han registrado 929 homicidios, 378 más que en el mismo período del 2020, señala un reporte de la Policía. De estos 929 casos, 269 fueron motivados por el tráfico de drogas en gran y pequeña escala.

El 10 de junio pasado, en Píntag, una parroquia de Quito, se registró un doble asesinato tipo sicariato. Según el parte policial, los desconocidos usaron municiones calibre 223 que corresponde a fusiles. El 17 de marzo, dos hombres más fueron acribillados en La Ferroviaria, en el sur de la capital. El expediente judicial señala que el autor de los disparos, arrestado ese día, es miembro de una banda de microtráfico. Las víctimas eran parte de otro grupo.

En Guayas, las estructuras del crimen organizado tienen redes de abastecimiento, acopio y logística alrededor de los puertos marítimos. Allí se han registrado pugnas. El 27 de mayo pasado, en Posorja, una persona fue acribillada y 48 horas después otro hombre fue asesinado con una granada. El 80 % de las muertes violentas ocurridas en esa provincia hasta junio fue cometido con armas de fuego, según la Policía.

Punto de vista

“Hay que golpear las estructuras del crimen”

Juan Carlos Barragán, exdirector nacional Antinarcóticos, sostiene que en la lucha contra el crimen organizado es importante la cantidad, pero sobre todo la calidad. “Si se confiscan dos o tres toneladas de cocaína y no hay detenidos, debemos preguntarnos: ¿Dónde están los dueños de la droga?”. El general, hoy retirado, asegura que el narcotráfico no es golpeado cuando solo pierde sustancias. “El crimen organizado es golpeado cuando pierden sus líneas de abastecimiento, cuando caen sus ‘capos’ locales y sus contactos”. En su experiencia, el aumento de la actividad del narcotráfico está estrechamente vinculado con el crecimiento de la inseguridad y los delitos. “Si hay más droga, más estructuras ilícitas, hay más peleas, amenazas, problemas en el reparto, lucha de territorios”. El oficial dice que el Gobierno debe repensar su política antinarcóticos.

EL DETALLE

Cooperación. EE. UU. y Ecuador tienen desde el 2018 un acuerdo de cooperación en la lucha contra el crimen que avala la operación del avión Orion-P3.