Delincuencia corroe la imagen de Guayaquil
Los quiteños piensan dos veces antes de viajar a la ciudad. El comercio y el ocio porteño decaen, mientras que en la capital no pierden el entusiasmo.
A Carlos Donoso, un joven residente en Quito, de 29 años, le preocupa la inseguridad en la que está viviendo el país, pero, sobre todo, lo que se ve a diario en Guayaquil. “Sí tengo ganas de ir, pero me da miedo. La delincuencia allá está peor, robos a diario hasta en restaurantes, peleas de bandas. Esperaré a que se tranquilice un poco”, comenta.
En Pichincha y Guayas están las ciudades más pobladas del país, pero esa densidad poblacional no las hace compartir del todo las realidades, sobre todo en temas de seguridad.
Antes de la pandemia tenía varios trabajos y podía mantenerme bien, ahora todo es más difícil, la gente está con mucho miedo.
Guayaquil anunciará nuevas medidas este domingo 30 de enero
Leer másSegún información de la Fiscalía en 2021, hasta el mes de noviembre se registraron 22.614 robos a personas a escala nacional, y de aquella cifra, el 40 % se dio en Guayas, frente a un 23 % en Pichincha.
Esta realidad produce consecuencias que impactan a la imagen, al turismo y a la economía de Guayas que golpean directamente a su capital, Guayaquil.
Guayaquil es hermoso, pero prefería por ahora ir a otras ciudades. Para andar con temor por sus calles prefiero ir en otro momento.
Es común escuchar a personas de otras provincias bromear con que si llegan a esta ciudad serán asaltados apenas aterricen. El miedo se huele y se siente. “Creo que los anuncios de estado de excepción o de movilización de militares no son medidas efectivas, mientras no se solucionen los problemas al interior de las cárceles, donde aún el Estado no tiene el control. Guayaquil es hermoso, pero preferiría ir a otras ciudades”, reflexiona Suelen Granda al responder que prefiere evitar viajar a este destino por ocio en esta época, tras la ola delictiva que azota a la ciudad.
Ciudadanía: “Ahora le tengo más miedo a la delincuencia que al virus”
Leer másLa depresión de la crisis de seguridad llega a los bolsillos, otra diferencia con la capital. De acuerdo a información de la Cámara de Comercio de Quito, en el último semestre registró un crecimiento promedio del 16 % en las ventas del sector privado. Mientras que en Guayaquil, comerciantes llenos de impotencia por las restricciones de la pandemia y la mala fama que deja la delincuencia desesperan por no mejorar la situación económica de sus negocios. El asesinato de un turista, tras un robo en el cerro Santa Ana, no ayudó.
Cerca de 34.500 nuevos casos de COVID-19 y más de 92 muertes violentas en la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón) han hecho que “la gente huya” de algunos negocios que están en una curva descendente, así lo afirma Paola Tubón, dueña de un local de jeans en un centro comercial de la Alborada.
“Las personas están aterradas, casi no quieren salir de casa. Nosotros somos comerciantes y queremos hacer nuestro trabajo; vivimos de que la gente nos visite, pero la delincuencia y la pandemia no nos dejan. La gente huye”, expresa muy triste, mientras limpia los maniquís llenos de polvo, ya que no ha vendido nada en todo el día.
Quito: Las redes sociales eran aliadas de banda delictiva
Leer másLa comerciante cuenta que lleva 5 años laborando en ese punto y hay una gran diferencia en la productividad de su trabajo. “Antes todo era más sencillo. En enero podíamos hacernos $ 7.000, ya finalizamos el mes y no llegamos ni a $ 3.000”. Tubón, por su experiencia, cree que las cosas no cambiarán en el próximo feriado. “Normalmente en carnaval era bueno el negocio, eran fechas importantes porque teníamos muchos visitantes, pero con esto, estoy segura de que la gente saldrá de la ciudad, pero por la delincuencia, Guayaquil no es un destino turístico”, recriminó la mujer.
Noviembre y diciembre hicieron esperanzar al sector turístico, pero en la actualidad apenas hay 3 o 4 turistas para los buses turísticos.
El miedo al contagio y los aforos reducidos empeoran la situación. “Las peluquerías son de las más perjudicadas. Aquí trabajamos con el contacto físico para realizar cambios estéticos de todo tipo, pero las personas han dejado de venir por el miedo al contagio, pese a que usamos todas las medidas de bioseguridad”, reseña Angélica Ullauri, dueña de uno de estos locales.
En Guayaquil, los locales pueden albergar solo el 30 % de su capacidad normal. Ullauri cuenta que ha sido testigo de robos al pie de su local. “Ya la gente no se siente segura. En el último mes han robado a dos personas aquí al pie, uno de ellos fue con un revólver; con eso, imagínese, ya la gente no quiere ni venir por aquí”, cuenta muy apenada.
Su negocio se encontraba completamente vacío, solo la acompañaban dos trabajadoras que se llenan de desesperanza al contar lo que viven. “La situación está muy dura, antes de la pandemia no era así. Yo trabajaba en dos lugares y podía salir adelante; ahora lo que me hago a diario casi no alcanza para nada”, da su testimonio Yissel Neiva, una manicurista de nacionalidad venezolana.
La delincuencia hace que las personas no quieran salir y tengan miedo de ir a los locales físicos, ahora prefieren todo a domicilio.
En Quito el escenario es completamente diferente. Aunque en lo que va del año se han registrado allí más de 300 robos, según los datos de la Policía, el corazón comercial y turístico de la capital no se ha paralizado ni por la variante ómicron ni por la ola delincuencial.
Así se lo puede constatar en la mañana, tarde y noche. “Si bien la delincuencia está imparable, debemos salir a trabajar con normalidad, andar con mucho cuidado, eso sí”, comenta doña Lucía, una quiteña que camina con dirección a su oficina por el bulevar de las Naciones Unidas.
Al mediodía del día de esta cobertura, el movimiento en el sector de La Mariscal, zona donde se encuentran algunas instituciones públicas y atractivos turísticos, es el mismo. “La gente está llegando con normalidad a sus trabajos, claro, un poco menos por las medidas del COE Nacional sobre la reducción del aforo, pero aquí no hemos visto un movimiento mucho menor”, comenta el dueño de un restaurante del sector.
Ahora no solo debemos cuidarnos más en nuestra salud para no contagiarnos del virus, sino que también de los pillos que nos acechan.
En el corazón de La Mariscal se encuentra la Plaza Quinde (Foch), donde turistas y decenas de jóvenes llegan desde las tardes de los miércoles a divertirse. “No podemos parar la vida. Mientras que salgamos con precaución, debemos hacerlo, hay que perder el miedo”, dice un joven de no más de 25 años, quien prefiere no revelar su nombre.
En esta ciudad, en los lugares de diversión nocturna, como bares, discotecas y karaokes, el aforo permitido es del 30 %. Desde inicio del año, en locales ubicados en sectores del norte de la ciudad, como la avenida La República, Whymper, República de El Salvador, el vaivén tampoco se ha paralizado por los contagios. Los propietarios alegan que no han sentido ausencia de clientes.
Thalía Ramírez, una joven de 29 años, comenta que sí ha llegado a sentir un poco de temor al salir por los recientes robos que se han viralizado en las redes sociales, pero eso no la frena. “No salir puede causar ansiedad y depresión. El tema de la delincuencia siempre ha existido, solo nos toca tomar precauciones, como tomar taxis seguros, no ir a lugares alejados y sectores peligrosos”, señala.
En días pasados, se acogió el pedido de la Alcaldía de Quito y se aprobó que el 70 % de funcionarios públicos vaya a teletrabajo y el restante 30 % acuda a las oficinas. En el sector privado, la medida es opcional. Así, Quito gana puntos en reactivación, Guayaquil pierde vidas y dinero por la delincuencia.