Delitos electorales
“No podemos perder con papelitos todo aquello que nos costó ganar con lucha y con sangre”, es la frase que se ha perennizado y que dijo, con sincero cinismo, algún dirigente liberal que de alguna manera quería modernizar al país liberándolo de las costumbres reaccionarias que el conservadorismo garciano y las dictaduras militares habían impuesto en el país.
Y es que sin embargo de que el liberalismo alfarista tuvo entre uno de sus méritos no solo imponer el laicismo sino también la libertad para elegir y ser elegido a través de la voluntad popular en las urnas, bien puede aplicársele la vieja frase que dice que “hecha la ley, hecha la trampa”.
A lo largo de más de un siglo, tras el triunfo de la Revolución encabezada por el Viejo Luchador, el trámite para hacer efectiva la voluntad popular lo cumplen los organismos que se crearon -se supone- para aplicar un riguroso control en los escrutinios dentro de cada proceso comicial, demostrando sobre todo una severa imparcialidad (entidad a la que, como es costumbre, han venido cambiándole cada cierto tiempo de nombre y de siglas, reconociéndosele ahora como el CNE).
En diversas oportunidades, a lo largo de nuestra agitada vida democrática, se acusó a sus vocales, en determinados procesos a su cargo, de hacer pasar gato por liebre al dar los resultados de las elecciones, es decir de permitir, a medias o totalmente, el fraude que llevaba al triunfo a quienes no lo habían merecido.
En esta últimas elecciones, que sirvieron para renovar a los organismos seccionales y también para elegir a los nuevos y ya permanentes miembros del cuestionado Consejo de Participación Ciudadana inventado por el correísmo, se han dado una serie de anomalías que no solo retrasaron el cierre del proceso en determinadas provincias y cantones sino que hasta se llegó al punto de que algunos sectores políticos exigieron la repetición de unos comicios llenos de dudas y sospechas.
Dos de los miembros del CNE, su vicepresidente Enrique Pita, y el consejero Luis Verdesoto, han revelado “novedades” en el sistema de Transmisión de Resultados, pues 9.557 juntas receptores del voto reportaron actas con diferentes números de electores. ¿Cómo y cuándo salir de este atolladero?
“No podemos perder con papelitos todo aquello que nos costó ganar con lucha y con sangre”, es la frase que se ha perennizado...’.