Denunciar el boicot

Ataques a Contraloría, a pozos petroleros, a fábricas, a empresas florícolas. El amedrentamiento a los empleados que trabajaban con normalidad, la destrucción de vehículos, de locales comerciales y hasta de bienes públicos, dejan al descubierto una acción perfectamente articulada y programada para generar y propagar el caos en todo el territorio nacional. La ejecución de un plan que, aprovechándose de la válida protesta social e infiltrándose en ella, busca, con vandalismo y desinformación, atentar contra la democracia y contra los cambios decretados que constituyen un primer paso hacia la transformación de la economía, urgente e indispensable para el desarrollo del país.

Hay detrás de la convulsión reinante, de la afectación a puntos sensibles de la producción, de la paralización de actividades (incluso de procesos judiciales en curso), de la abrumadora campaña de divulgación de noticias falsas, y del asalto y agresión a instituciones del Estado, un boicot gestado y sustentado por fondos provenientes de mafias de contrabandistas, de narcotraficantes y de grupos de poder que responden a intereses económicos, político-partidistas locales y a estrategias geopolíticas regionales e internacionales. Un boicot que debe ser denunciado -con elocuencia- ante la comunidad internacional.