
Derrame de petróleo en Esmeraldas: río Caple sigue contaminado días después
Unas 2.500 familias que viven en las orillas del rio Caple, en Quinindé, se han visto afectadas por el derrame de petróleo
Una espesa capa de petróleo cubre el cauce del río Caple, el primero en recibir el impacto y contaminación provocada por el derrame de crudo causado por la rotura del SOTE el pasado 13 de marzo.
Te invitamos a leer: Emergencia en Esmeraldas: ¿habrá remediaciones para afectados? Esto dijo Inés Manzano
En las paredes laterales del pequeño afluente se observa una mancha negra de petróleo de aproximadamente dos metros. La mancha se extiende a la vegetación que rodea el río.
La zona más crítica y deprimente se observa debajo del puente que está en la entrada a la parroquia Cube. Allí, personal de Petroecuador construyó un dique e instaló cinco hileras de boyas absorbentes para contener el crudo. En ese sitio ya no hay río, solo hay petróleo que es extraído con potentes bombas y almacenado en unas grandes tinas de plástico antes de ser trasladado en grandes tanqueros.
Hasta la fecha, según información extraoficial, del sitio se han extraído más de 200 tanqueros de crudo. La mañana de este martes, trabajadores removiendo la maleza manchada de petróleo alrededor del río, que en esta zona llega a unos cuatro metros. En esta zona resulta imposible ver el agua porque se ha formado una piscina de crudo.
El Caple atraviesa varios recintos del cantón Quinindé. Pasa por El Vergel, Chucaple, El Achiote y El Roto, antes de desembocar en el río Viche. En sus orillas habitan aproximadamente 2,500 familias, que hoy se ven afectadas por la grave contaminación de hidrocarburo.
"Aquí se pescaba camarón macho, la gente bajaba en las más tardes a bañarse, pero ya nada de eso es posible", asegura doña Rita Bone, quien vive a 20 metros del río. En el río no se ve vida, no hay peces, no hay camarones, solo una constante mancha de hidrocarburo que baja sin detenerse.

Afectaciones a la población
María Delgado, quien vive a unos 50 metros del río en el recinto Chucaple, dice que desde el derrame las noches son un suplicio porque el fuerte olor del hidrocarburo que baja por el río Caple no las deja dormir. "Nos pican los ojos, tenemos dolor en la garganta, en las noches el olor es más fuerte y no podemos respirar", dice la mujer, madre de dos menores de edad.
El río Caple no solo es una fuente vital de agua para actividades domésticas como el lavado y el baño, sino también para usos agrícolas. Sin embargo, su situación actual refleja una historia de abandono y daños persistentes.
El día del derrame, los habitantes del recinto El Roto detectaron olores desagradables provenientes del río durante la noche. Al amanecer, descubrieron el agua completamente contaminada. "Todo quedó negro", relató don Ángel Perea. Según los testimonios, incidentes similares han ocurrido en el pasado, dejando a la comunidad sin acceso adecuado al agua.
Si quieres leer esta y más noticias, suscríbete a EXPRESO. SUSCRÍBETE AQUÍ