El descrédito final del macho alfa
La aparición del expresidente prófugo en los chats del caso Metástasis, entre Jordán y Norero, revela dónde están los límites de su poder
Que no lo conoce, se apresuró a tuitear este sábado el expresidente prófugo. Que nunca en su vida ha hablado o coordinado algo con él. ¿Acaso conoce a alguien Rafael Correa, fuera de su círculo de amigos y familiares? No, por supuesto, no conoce a nadie, lleva años diciéndolo. ¿Por qué habría de conocer a Xavier Jordán si ni siquiera sabe, a estas alturas, quiénes eran sus ministros, sus funcionarios, sus gerentes? Sin embargo, lo que el abominable tetón de la narcopiscina ha dicho sobre él es la comidilla del momento. Prófugo de la justicia por su participación en la famosa red de corrupción hospitalaria de Daniel Salcedo, buscado por Interpol por su complicidad en el caso Metástasis, Jordán chatea con el mafioso Leandro Norero, su socio y amigo, y se expresa sobre Correa con la familiaridad de un viejo aliado. Más aún: un aliado que él sabe controlar. Se jacta, por ejemplo, de ser la única persona en el mundo que lo “ha hecho recular”. “Ya sabes que lo tengo agarrado de los… jajaja”, escribe, dejando un espacio en blanco que cualquiera puede llenar sin el menor esfuerzo. Rafael Correa lleva demasiado tiempo encarnando el papel de macho alfa de la manada para no resentir esta declaración como un bombazo de efectos simbólicos devastadores que trata de atenuar de la manera más inocua posible: diciendo que no lo conoce.
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Leer másEl Ecuador es un país donde las virtudes políticas parecen residir, de cierta oscura y reaccionaria manera, en la entrepierna. Se sabe que los socialcristianos, por ejemplo, al menos desde los tiempos de León Febres Cordero han profesado la doctrina de la testosterona, según la cual la buena política es una cuestión de huevos grandes. De esta línea de pensamiento no se han apartado ni siquiera sus figuras femeninas: la exalcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, de quien Jaime Nebot decía que “es el hombre”, queriendo significar que era una buena candidata (o un buen candidato propiamente dicho), solía cuestionar a sus críticos aludiendo al tamaño de su órgano reproductor, que imaginaba pequeño. El actual presidente de la República, Daniel Noboa, sigue idéntica línea de pensamiento: en una entrevista reciente defendió la tesis de que, para gobernar el Ecuador, se necesitan “huevos de avestruz y no de cartón”, con lo cual consigue, pensador profundo como es, imprimir una vuelta de tuerca a la doctrina al añadir, a la vieja cuestión del tamaño, una nueva reflexión sobre el no menos importante problema del material de los huevos. No se diga que el Ecuador no es un país pródigo en aportes conceptuales de altísima importancia para el desarrollo de la ciencia del Estado y la filosofía política.
En cuanto a Rafael Correa, una de las más socorridas y deplorables costumbres de sus detractores consiste en cuestionar no las características físicas de sus genitales sino lo que hace con ellos. Quienes disfrutan con estas babosadas estarán encantados con uno de los alias que utiliza Xavier Jordán cuando chatea con Leandro Norero: “Marido” (también alias “Daddy Yankee”, “Mauricio”, “Ravioli” o “Pili”, según la línea de teléfono que usara para comunicarse con el mafioso Leandro Norero). Lo cierto es que los chats no ponen en duda la orientación sexual de Rafael Correa, que a fin de cuentas es un asunto estrictamente suyo y sin el menor interés público, pero sí echan abajo el mito fundacional y fundamental de su carrera política: el mito del macho alfa. El hombre que controla todos los aspectos relevantes de su partido y de su gobierno; el que toma todas las decisiones, dicta todas las políticas, elige a todos los candidatos pasando por encima de cualquiera; no admite, entre sus colaboradores, sino personas sumisas y obsecuentes, al punto de terminar rodeado de mediocres; en fin, el hombre al que nadie le dice lo que debe hacer, el papá de todas las guaguas (que ese es el significado exacto de macho alfa) resulta que tiene a alguien que le agarra los huevos, órgano rector de la política ecuatoriana. Ese alguien es, nada más y nada menos, un mafioso.
“Ya que le tienes agarrado de los…, dile que Manta es tuya… Que me deje sano al alcalde, ese man está apoyando full en mi compañía”, instruye Norero. Fernando Villavicencio ya había denunciado las complicidades de Agustín Intriago con las mafias del narcotráfico. Tuvieron que ser asesinados los dos y correr mucha agua bajo los puentes para que el país empiece a tomárselo en serio. Lo cierto es que al alcalde de Manta, por lo menos mientras vivió Norero, lo dejaron sano, lo que sea que eso signifique: cesó la campaña sucia en su contra y lo pudo gobernar la ciudad.
“Me llamó RC, a joder”, dice Jordán a Norero en otro mensaje. “A decirme que me dejo engañar de Boscán. Que solo busca desprestigiar. Puro show. Ya no les creo a esos hps a ninguno”. ¿Por qué habría de mentir Jordán a su sucio en un chat privado? En otras conversaciones, la posibilidad de hacer una llamada o una videoconferencia al expresidente prófugo siempre está abierta: “hasta se le puede hacer una videollamada al RC si quieres”. Después de todo, son los hombres que están organizando (y financiando) el operativo para liberar al número 2 del correísmo, Jorge Glas: “Me llamó JG… Que le apoye… Que está cansado de estar preso”. Vaya si le apoyaron: 250 mil dólares en sobornos les costó. Semanas de planificación… Cuidadosa atención a todos los detalles… Desesperación, al ver que sus operadores iban a cometer “la barbaridad” de sacar al exvicepresidente y a Daniel Salcedo el mismo día, con las asociaciones políticas evidentes que tal acontecimiento produciría… Precaución para inventarse una cortina de humo (un audio de Aparicio Caicedo, asesor del en ese entonces presidente Guillermo Lasso) para distraer la atención de lo que estaba por ocurrir… ¿Cómo no los iba a conocer Rafael Correa?
¿Cárceles por fuera de la ley?
Leer másLo curioso no es que el expresidente prófugo niegue a Jordán así como niega a todos los demás personajes con posibilidades de proyectar una sombra de sospecha sobre su propia imagen (después de todo, “los corruptos siempre fueron ellos”, es decir los otros). Lo sorprendente es que no le pone un dedo encima. Ni a él ni a Norero, aún después de muerto. Cuatro veces ha tuiteado Rafael Correa sobre Xavier Jordán desde junio de 2022, cuando el escándalo de la foto de la narcopiscina, hecha pública por Fernando Villavicencio, lo obligó a tomar una postura con respecto a la aparición de su asambleísta Ronny Aleaga en esa imagen, remojando michelines precisamente al lado de Jordán. ¡Solo cuatro! Que recién se entera de que “el tipo”, así se refiere a él, tuviera una orden de detención, escribió en ese entonces. Hasta la fecha, en ninguno de sus tuits se ha permitido Correa deslizar ni la más mínima de las condenas por las actividades ilegales de Jordán, ni una crítica siquiera. Si se compara con lo que ha dicho de la fiscal Diana Salazar en el mismo período (los tuits en su contra deben contarse por millares) es fácil adivinar de qué lado está el expresidente. La pregunta es: si no conoce a Xavier Jordán, como jura en su último y desesperado tuit del sábado 27 de enero, ¿por qué no lo toca ni con el pétalo de una rosa?
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