Más de 300 obras, en su mayoría de madera, exhibe el museo ecológico de David Pasaca. Se trata de figuras de aves, peces, mesas, la representación de arados...

Cuando los desechos y troncos se vuelven arte

Ha dedicado la mitad de su vida a dar formas y elegancia a los desperdicios. Es David Pasaca, de 52 años, quien ha decidido dejar de lado su antiguo oficio de radiotécnico para convertir las ramas y troncos de los árboles y otros elementos desechables, en atractivas y exóticas figuras.

El hombre de tez canela, ojos negros y barba espesa se pasa sus días transformando la madera en figuras de animales míticos, aves, caballos. Con un poco de imaginación y creatividad él sabe sacar provecho de los materiales que se encuentra a su paso y a los que nadie da valor alguno.

“Yo cursé la universidad de la vida, aprovecho el paraje y naturaleza para recolectar ramas, troncos, piedras y otros materiales que para otros es basura, pero para mí son la grandeza de la creación”, dice.

Están tirados por doquier -agrega Pasaca-, y a simple vista son inservibles, pero veo yo en esos trozos un alimento a la iniciativa.

Así es como logra tallar esculturas, pesebres, figuras de animales, máscaras, reptiles, aves, llaveros, mesas, bancas y otras artesanías, que sirven para decorar cualquier ambiente.

El hombre de pocas palabras, con humildad cuenta que ha estudiado solo hasta tercer año de secundaria y que aprendió radiotecnia para arreglar radios y televisores. Sin embargo, este oficio decayó con el avance de la tecnología a partir de la década pasada, razón por la cual ha tenido que buscar una alternativa de sustento.

Dado a escribir poesía en sus ratos libres, Pasaca caminaba un día por la orilla del río Yanuncay (Barabón Alto a 25 kilómetros de Cuenca), y en el piso halló un rama que tenía la forma de un reptil. Le quitó la corteza, la pulió con lija y, sin ser carpintero, la abrillantó con barniz. “Ahí nació mi afición a este tipo de artesanía”, recuerda David mientras muestra los logros de sus 26 años de elaborar adornos.

Para conseguir la materia prima recorre también las montañas, con el fin de no hacer daño al medio ambiente.

Su taller y vivienda, ubicados en el barrio la Inmaculada, se ha convertido en una especie de museo. Allí se observan ramas y herramientas y materiales de carpintería. Las creaciones artísticas se evidencian en los 6 espacios o cuartos rústicos que componen el lugar, situado en la vía Babarón-Solados del Biocorredor Turístico Yanuncay, 20 kilómetros al oeste de Cuenca.