DRAMAS VELORIOS ALAUS (10335561)
Resignación. Familiares dividen su tiempo entre el velorio y conocer si hay más allegados rescatados.GUSTAVO GUAMAN

El deslizamiento tiene a Alausí entre la angustia y la esperanza

El número de fallecidos pasó a nueve. Continúan las labores de búsqueda de los desaparecidos. Familias se mantienen en el lugar para tener noticias

Lo único que hace José Yunga es caminar de lado a lado en el sepelio de sus seres queridos. A su alrededor, las personas no dejan de darle mensajes de condolencias. Perdió a toda su familia por el alud registrado en el barrio Nuevo Alausí la noche del último domingo.

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“En el derrumbe, en la casa, estaban mi hermana Rosa Yunga y mi cuñado Manuel Marcatoma. También estaban mis dos sobrinos”, acotó en medio de sollozos. Naomi tenía cuatro años y Dillan, ocho. Al momento del alud estaban durmiendo con sus padres.

Pero su tragedia no frena allí. Yunga, al igual que otras decenas de familias, esperan noticias sobre sus seres queridos que se encuentran bajo tierra. En el caso de Yunga, aún no han encontrado a sus otros dos hermanos    y dos cuñados. “Ya sé que a lo mejor están muertos, pero queremos al menos los cuerpos”, expresó con desesperanza.

Hasta el momento se han confirmado nueve víctimas, las cuales fueron veladas desde la tarde del lunes, su sepelio fue en la tarde de este martes 28 de febrero. Tres fueron en el centro de Alausí y los cuatro restantes en la comunidad de Conventillo, a las afueras del Municipio.

Se presume que cerca de 55 viviendas quedaron bajo la tierra y aunque según la Secretaría de Riesgos dice que hay más de 60 desaparecidos, para los pobladores la cifra es mayor.

Los ataúdes, según José Yunga, fueron donados por algunos vecinos. Los gastos de la velación también han sido colaboraciones. Algunos llevaron galletas o caramelos. Otros comida y algunos se encargaron de cavar las fosas para los sepultados en Conventillo. “De las autoridades nada hemos recibido. La mayoría de familias que vivían ahí (zona cero) eran de escasos recursos”, reclamó José.

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Al pie del deslizamiento de tierra algunos ciudadanos están a la expectativa. Los pobladores no se han despegado de los rescatistas, atentos a cualquier novedad. Entre ellos está Flor Quiroz.

“Mis sobrinos eran como mis hijos”, lloraba desconsolada. En una casa quedaron atrapados su cuñada y los padres de ella, además, dos niños de 4 y 9 años. Lo peor es que el padre de los pequeños y hermano de Flor está en Estados Unidos. “No puede venir ahorita, está desesperado”, contó.

Los rescatistas pidieron silencio varias veces para escuchar alguna señal de vida. Nada. Unos metros más allá, una pareja tampoco se ha movido de la acera. Comió arroz entregado por voluntarios. “Café, almuerzo y merienda”, aseguró Jaime Pulluquinga.

Él y su esposa salieron de Quito a la medianoche del domingo apenas supieron del desastre. Otra familia entera sepultada por la montaña: su cuñado, la esposa y dos menores.

Trabajos. En medio de las labores de búsqueda los familiares de personas desaparecidas se mantienen cerca de la zona cero para verificar novedades.

También señalaron al montículo donde los rescatistas han seguido trabajando con picos y palas. Las maquinarias no han entrado por recomendación de los expertos, dijo Guillermo Lasso, presidente de la República, la noche del lunes cuando visitó el área.

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Quienes esperan no piensan lo mismo. Quieren respuestas, pero no las hay. Los moradores, contrario a lo que dice la Secretaría de Riesgos, aseguran que hay más desaparecidos. “Dicen que son 60 casas enterradas por el derrumbe. Un domingo en la noche las familias ya están en su hogar. Aquí cada hogar tiene por lo menos cuatro miembros. Las cuentas no dan”, reclamó Jaime.

Los afectados también increparon a Lasso que las cifras no son reales y que solo ellos conocen a los que faltan. Mientras tanto, estos vigías dicen que de la zona cero “no los mueve nadie” hasta saber de sus parientes.