Héroes y heroínas_Gobiernos_Reconocimientos
Estefany García Zamora. Es parte de una selección de ecuatorianos y ecuatorianas que el Estado declaró de manera oficial héroes y heroínas.Christian Vinueza / Expreso

La deuda del Estado con sus heroínas

De 150 personas que el Gobierno reconoce en esa categoría, 7 son mujeres. Se prometió pensión, casa y beca. Lo primero llega a cuentagotas; lo otro no

Tenía 12 años cuando la vida obligó a Estefany García Zamora a exorcizar el mayor de sus miedos. Un repentino cortocircuito la despertó a las 06:30 del 28 de diciembre de 2011. En minutos su casa, una construcción de caña y madera, fue consumida por el fuego. Apenas pudo salvar al menor de sus dos hermanos. Cuando iba por el otro, la explosión de un tanque de gas la lanzó a la calle.

Estefany es parte de una selección de ecuatorianos y ecuatorianas que el Estado declaró de manera oficial héroes y heroínas. En la página web del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) se les reconoce por haber ejecutado “actos únicos, verificables, de valor, solidaridad y entrega, más allá del comportamiento normal esperado y del estricto cumplimiento del deber, aun a riesgo de su propia integridad; salvando vidas”.

Desde entonces, Estefany va por la vida con ese rango que la distingue del resto de los 17’696.856 ecuatorianos que habitan este país, aunque no la excluye de la suerte de la mayoría de estos. Es parte de ese 5,6 % de la población nacional que no tiene empleo y se ha quedado fuera de la universidad por una beca que le prometió el Estado y que nunca se concretó.

Con todo y su título de heroína, nada pudo hacer cuando cierto día de septiembre de 2019 asesinaron al padre de su hijo, un comerciante, en El Empalme. “Desde niña quería ser policía, para enfrentar a los delincuentes. Aún aspiro a serlo”, dice esta guayaquileña, quien anda por los 22 años y es madre de un menor de algo más de dos años.

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La Ley de Héroes y Heroínas que aprobó el Gobierno en marzo de 2011 determina que a cada persona calificada con ese rango se le asigne una pensión mensual equivalente a dos remuneraciones básicas unificadas, una casa y una beca completa hasta el tercer nivel. “La pensión nos llega, sí, pero siempre se atrasan”, asegura desde el otro lado del teléfono Yimabel Párraga Guerra, quien reside en Safando, un recinto a la altura del kilómetro 26 de la vía a la costa, quien aclara que con ella tampoco se cumplió lo prometido. “La casa y la beca nunca se han concretado”.

Yimabel tenía 11 años cuando rescató a sus cuatro hermanos (uno por uno) de una casa de dos pisos que se incendió la mañana del 19 de marzo de 2013.

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Yimabel Párraga Guerra. Tenía 11 años cuando rescató a sus cuatro hermanos (uno por uno) de una casa de dos pisos que se incendió la mañana del 19 de marzo de 2013.Cortesía

Yimabel, quien dejó Chongón, el barrio donde ocurrió el incendio, acaba de terminar el bachillerato y espera iniciar la carrera de Leyes. Aún tiene la esperanza de que se concrete finalmente la beca, aunque durante sus estudios de colegio no se dio. “Yo soñaba con estudiar en un buen colegio privado”. Eso sí, reconoce que la pensión mensual ayudó a su familia, de cinco hermanos, cuyo padre labora en una camaronera y su madre se queda en casa.

3.186candidatos a héroes y heroínas reunió el proceso de designación que promovió el Estado en marzo de 2011. Solo 150 calificaron.

Además de Yimabel y a Estefany, a la lista de heroínas se suman Ximena Muñoz Mora, una enfermera en el Hospital Vozandes que donó uno de sus riñones a una paciente que ella no conocía; Adela Ramírez Neira, quien el 20 de junio de 1998 vio a un niño que colgaba del filo de la azotea de un edificio de cuatro pisos, y buscó la manera de ubicarse en el sitio adecuado para atrapar al menor en su trágica ruta de caída, salvándolo de milagro; además de Ruth Cárdenas, Aura Maldonado y María Ramírez (las dos últimas, fallecidas).

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Aunque para la mayoría de estas personas aquel acto que califica su heroísmo haya representado una reacción espontánea, sí implica un sacrificio mayúsculo. Así lo entiende María del Carmen Medina, catedrática jubilada y maestra de colegio en Ambato, quien perdió a su hija María de los Ángeles Ramírez Medina, de 17 años, cuando salvó a su compañera de aulas Angélica Salinas, al sacarla de la ruta que llevaba un carro que transportaba gas e iba a embestir a las dos. “Murió ese día. Dos horas antes me dijo que quería estudiar medicina para salvar vidas. Ella es mi heroína”.

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María de los Ángeles Ramírez Medina. Tenía 17 años cuando un carro al atropelló. Ella murió, pero salvó a una amiga que caminaba con ella. Aparece junto a su mamá, María del Carmen Medina.Cortesía

Salvó la vida de una amiga

El 29 de junio del 2007, María de los Ángeles Ramírez Medina (en la foto, con su mamá) iba rumbo al colegio donde estudiaba junto a su compañera de estudios y amiga Angélica del Rocío Salinas Masache, cuando un camión que transportaba gas iba a alcanzarlas. Al darse cuenta de lo que iba a pasar, empujó a su compañera para que no sea atropellada y le salvó la vida. Sin embargo, ella recibió de lleno el impacto del camión, lo que le causó la muerte. Tenía 17 años.