El dialogo en voz baja con Europa
En una negociación, como en el amor y en la guerra, vale todo. Incluso jugar con el hambre del equipo contrario. A altas horas de la noche, con horas de diplomacia, presiones y hojas de rutas sin salida encima, las voces del estómago salen a rugir.
En una negociación, como en el amor y en la guerra, vale todo. Incluso jugar con el hambre del equipo contrario. A altas horas de la noche, con horas de diplomacia, presiones y hojas de rutas sin salida encima, las voces del estómago salen a rugir. “Hagamos una pausa para ir a comer”, propuso el bloque ecuatoriano. “Ya está todo cerrado; prosigamos”, rechazó el equipo europeo que jugaba en casa.
Media hora después, el embriagador aroma de una pizza caliente y jugosa traspasa la sala y adormece las mentes de los empeñosos ministros y empresarios que visitaron Bruselas para conquistar beneficios. El enemigo jugó a la psicológica para que cedieran en sus peticiones, pero nadie desmayó.
Con hambre y con la contra reloj que marcó las conversaciones con la UE en el último año, los ecuatorianos supieron mantener el pulso. No se levantaron de la mesa hasta que sus pretensiones y las europeas se encontraron a medio camino.
Siete años de negociación -con una pausa de casi cinco- dieron de sí para anécdotas, para fricciones, para entendimientos, para cesiones y para abrazos de felicitación cuando llegó el empate que dio por ganadores a ambos bloques.
Los protagonistas que retomaron los diálogos con la UE en 2014, los que sucedieron a los primeros, los que estamparon la firma definitiva en el texto y los que estuvieron de principio a fin, en primera línea o en la sombra, coinciden en un punto. El orgullo de haber trabajado en conjunto, como aliados públicos y privados, para obtener un acuerdo comercial que beneficie a Ecuador, a sus ciudadanos, a sus empresarios y a sus gobernantes. Todos, con nombres y apellidos son protagonistas, pero lo son en grupo, como selección ecuatoriana. Algunos -no están todos los que fueron- comparten ahora con EXPRESO lo que se hablaba en voz baja para sellar con éxito el acuerdo con la UE.