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Luisa González y Diego Borja
La Revolución Ciudadana presentó su binomio tentativo para las elecciones de 2025.Crédito: Revolución Ciudadana

Diego Borja, la candidatura que nació con sentencia de muerte

ANÁLISIS. Lo del binomio Pinto-Noboa es sencillo: es el puente entre el presidente-candidato y clase media quiteña

Para hacer una lectura completa y verosímil sobre las candidaturas que se anunciaron durante el fin de semana para 2025 hay un obstáculo casi insuperable: la candidatura de Diego Borja, nombrado por la convención del correísmo como compañero de Luisa González, quien repetirá como candidata a la Presidencia.

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Lo de María José Pinto como compañera de Daniel Noboa es bastante sencillo: ella es el puente entre el presidente-candidato y la clase media quiteña, que es uno de los segmentos más esquivos y resistentes a entusiasmarse, una vez más, para votar por uno de los herederos del grupo Noboa. María José Pinto es hija del industrial y empresario Mauricio Pinto y ha estado trabajando en el gobierno como secretaria técnica del proyecto Ecuador Sin Desnutrición Infantil, un programa que lo montó el gobierno de Guillermo Lasso y que ha sido bastante exitoso.

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La idea de colocar a Pinto como compañera de Noboa cumple el objetivo de ‘quiteñizar’, en algo al menos, al equipo que rodea a Daniel Noboa y hacer que la quiteñidad mire al actual presidente como alguien mucho menos lejano y hostil. Se trata de una persona joven, vinculada a la industria textil y sin un desgaste político que signifique enemigos ni controversias. Sin pasado en el sector público, nadie le puede achacar escándalos ni vínculos polémicos. Si bien es cierto que los candidatos a la Vicepresidencia no suman mayores flujos de electorado, una candidata como Pinto puede ayudar a dulcificar la imagen de Noboa de cara a un electorado que, como el quiteño, no ve muy bien cualquier gesto autoritario del presidente.

Diego Borja, un caso difícil de entender

Pero el caso de Diego Borja es muy distinto y difícil de entender. Es una suerte de anti-candidato para el correísmo, porque tiene un pasado lleno de choques con la cúpula correísta, incluso con Rafael Correa. En 2012 fue alejado del gobierno por una acusación que le hizo Ricardo Patiño de estar manejando de forma irregular una recolección de firmas para montar un movimiento político. Borja, desde entonces, siempre fue crítico con el gobierno de Correa y acusó varias veces a la militancia por estar apoyando la causa de Jorge Glas. 

En 2017 se adhirió a la Presidencia de Lenín Moreno, que es visto por el correísmo como el traidor que entregó el poder a la derecha. Borja, en mensajes de redes sociales, llegó a sostener que mientras Moreno era sinónimo de transparencia y dignidad, el correísmo era la complicidad con la corrupción. ¿Cómo entender que un movimiento y un líder como Rafael Correa hayan olvidado tan rápido lo que hizo y dijo Borja? También suena inverosímil que el propio Borja se haya olvidado de todo y que en la convención del sábado en Guayaquil haya dicho que Rafael Correa es su compañero y amigo.

¿Cómo explicarse entonces que lo hayan candidatizado? Sobre eso hay poca información. Hasta días antes de la convención se suponía que el candidato iba a ser el concejal de Guayaquil, Raúl Chávez. Hombre de absoluta confianza del alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, parecía ser la opción perfecta a los ojos del publicista del correísmo Vinicio Alvarado, sobre todo por lo que podía aportar económicamente a la campaña. Pero eso cambió cuando el buró de la Revolución Ciudadana se dio cuenta de que tenía demasiados vínculos empresariales con el escándalo de la venta de combustibles de Aquiles Álvarez. Descartado Chávez, se escogió entonces a Borja.

Borja podría tener las horas contadas

Pero el entusiasmo por Borja no duró nada, si es que acaso lo tuvo en algún momento. Ya para ayer, los mismos líderes del correísmo, incluido Correa, hablaban de que Borja es solo precandidato y que podría ser sacrificado para llegar a una alianza con otro sector. Lo dijo también Luisa González. Borja en entrevista con Ecuavisa dijo que su candidatura no está firme y que podría cederla en aras de otra a cambio de una alianza. Cuando Orlando Pérez en Radio Pichincha (de la Prefectura de Pichincha) le preguntó sobre el tema, Borja dijo que ese mismo momento podía firmar su decisión de declinar su candidatura para abrir una puerta a alguna alianza. ¿Qué pasó? La única explicación plausible es que ante la avalancha de críticas y chistes en redes sociales sobre el regreso de Borja al correísmo, se hizo inevitable que se empiece a hablar sobre su renuncia.

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La de Borja es, en realidad, una candidatura que nació muerta. Difícilmente va a durar una semana más. El propio Rafael Correa dio a entender en un mensaje en la red social X que recién el 17 de agosto se decidirá sobre las alianzas y sobre la candidatura a la Vicepresidencia.

Una de las cosas más difíciles de entender es cómo fue posible que Correa haya aceptado o sugerido la candidatura (ahora devaluada a precandidatura) de Borja con todos sus antecedentes. Fuentes cercanas al correísmo dicen que Correa ha querido para el 2025 reactivar la idea que tuvo en 2006 cuando ganó la Presidencia: encontrar la mayor cantidad de alianzas posibles y dejar de lado su pavor a la posibilidad de que alguien que no le garantice lealtades totales pueda ocupar la Presidencia, como fue el caso de Lenín Moreno.

Ahora la pregunta es quién va a reemplazar a Borja.

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