El dinero de Leandro, regado en bancos, negocios, vehículos y oro
Un enjambre de empresas, cuentas y bienes de lujo evidencia el poder del narcotráfico y la debilidad del Estado. Al supuesto capo lo expusieron sus enemigos
El dinero del narcotráfico se mueve con soltura en el sistema financiero nacional. Está en cuentas bancarias, en casas, en vehículos, acciones y hasta lingotes de oro.
La vida de Leandro Norero Tigua lo atestigua. El supuesto narcotraficante de 36 años pasó de vivir en el suburbio de Guayaquil a Samborondón, en menos de una década.
De líder de pandilla a ‘capo’. En los dos últimos años tenía a cargo los envíos de drogas por los puertos de Machala y Guayaquil. Alrededor de sus actividades ilícitas constituyó una serie de empresas a través de testaferros; tres de ellos enfrentan hoy la acción de la justicia.
Su proceso de enriquecimiento muestra también la debilidad del sistema ecuatoriano para detectar este tipo de actividades. Norero mantenía una calificación A1. Significa que para los bancos era un excelente cliente, cero riesgo.
Alias Leandro, un presunto narco que fingió su muerte
Leer másGracias a esa pantalla no fue reportado como cliente sospechoso cuando realizaba transferencias en alguna de sus nueve cuentas bancarias, ahora congeladas. Tampoco las transferencias de su pareja encendieron las alertas o cuando compró un jeep en $ 100.000 (Ver en la infografía el resto de bienes).
Aunque los bancos tienen procesos de debida diligencia y unidades antilavado para cerciorarse del origen lícito de los fondos, “en el país falta un trabajo coordinado entre las diferentes entidades públicas y privadas”, indica una especialista en delitos económicos. “Él debe haber justificado a los bancos a través de sus empresas y facturas, pero estas debían tener un control de la Superintendencia de Compañías, el SRI, la UAFE y más”, agrega.
El dinero del narcotráfico también estaba en oro, cuya compra, así sea de un gramo, supone rigurosos controles del Banco Central y la Unidad de Análisis Financiero (UAFE).
A Leandro le gustaba lo caro. Pero las alertas no saltaban. Coleccionaba relojes de marca, tenía una buena casa con piscina, motocicletas Harley Davidson y Ducati. Llevaba una vida que podría llamar la atención, pero permaneció en las sombras hasta que sus enemigos lo expusieron públicamente.
Hace siete meses aparecieron dos videos en las redes sociales. Se veían hombres armados con rifles. Vestían buzos negros, gorras y máscaras tipo pasamontañas. “Somos Los Fantasmas, somos los que vamos a acabar con las lacras de este cantón”. Se refería a Durán, en donde Leandro tenía una mecánica y lavadora de autos.
Los armados decían que habían identificado a los sicarios que operaban en ese cantón. Los amenazaban de muerte. Y a la Policía le pedían que no se inmiscuya en su “limpieza”.
En un segundo video, Los Fantasmas decían que iban a limpiar Daule de los Lobos, Lagartos, Los Samir y los Ben 10, “y sabemos que son un brazo armado de ti, Leandro”.
Los investigadores posaron sus ojos sobre el presunto capo. La fachada de exitoso empresario comenzó a descascararse. Las empresas alrededor de él, sus ingresos y sus ventas no son consistentes con los millones de dólares que circularon por el sistema bancario.
El arresto de Leandro supone un golpe al narcotráfico. Pero las redes alrededor de él son grandes. George Samir es su segundo al mando. Debajo de ambos hay sicarios, transportistas, policías, funcionarios corruptos y más empresas.
- Proceso. La Fiscalía presentó cargos contra Leandro, su mujer y dos personas más. Tres están detenidos y una debe presentarse periódicamente.