Durán: la inseguridad obliga a recogerse antes de las diez
Los transportistas circulan hasta las 21:30 en el cantón. Cuando no pasan los buses, los usuarios se organizan para fletar un vehículo
Una débil luz amarilla acompaña a Joel durante su espera por un bus de transporte que lo lleve hasta su domicilio, en la ciudadela Primavera 2, en el sur del cantón Durán.
El miedo se impone en Durán
Leer másA su lado no hay ningún otro usuario. El silencio rodea su estancia aquella noche de fin de semana. Lleva más de 20 minutos en la vereda de la avenida Abel Gilbert, ubicada al ingreso de esta jurisdicción de la provincia del Guayas.
Tiene miedo. Y no es para menos. Durán suma, solo en este año, más de 222 muertes violentas, lo cual la coloca como una de las 10 ciudades más violentas del mundo, por su tasa de homicidios de 73,04 por cada 100 mil habitantes. Sin embargo, Joel se mantiene parado a la espera del bus con confianza porque “estoy con Dios”, pero también es consciente de que debe ser cuidadoso.
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Pero el temor de este usuario también viaja sobre ruedas, pues el transporte en esta localidad se ‘paraliza’ a las 21:30, porque “los choferes también pusieron sus reglas”, comenta.
Luis, quien lleva al volante de un bus por más de 10 años, toma de ejemplo el asesinato de un colega transportista mientras trasladaba a un grupo de personas desde un sepelio hasta una vivienda de este cantón, en septiembre. “Él solo los estaba llevando, pero se subieron a disparar en contra de alguien más y él fue baleado”, cuenta el conductor, quien pide la reserva de su verdadera identidad al igual que Joel y todos quienes hablaron para este reportaje.
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Leer másLuis expresa su miedo, pero a la vez sabe que debe controlarlo, pues las necesidades del hogar no esperan y son a diario. “No podemos darnos el lujo de decir que no se trabaja”, reflexiona ante la situación económica por la que atraviesa el país en general.
Pero quienes sufren las consecuencias no son solo los conductores, sino también los usuarios que, por estudios, trabajo o fuerza mayor, deben permanecer hasta tarde fuera de sus hogares. “Antes conseguía carro hasta más de las diez de la noche, que salía de la iglesia o incluso saliendo de la universidad, aproximadamente a las once. Pero, en estos días, el último carro que pasa es a las nueve y media, y corriendo con suerte”, relata Joel, quien ha residido toda su vida en el cantón ferroviario.
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Él, además, cuenta que en las paradas de buses se escuchan todo tipo de propuestas. Ninguna indecente, pero sí de ayuda. “A veces, cuando ya no hay bus y tampoco alcanza para el taxi, los desconocidos se empiezan a reunir y preguntan: ‘¿a dónde vas?’, si van para el mismo sector hacen la ‘vaca’ y ya”.
Pero no todos corren con esa suerte de tener compañía. Amelia estudia en una universidad de Guayaquil. En los primeros meses de este período tuvo clases presenciales por las noches y, al regresar a Durán, usando la aerovía, temía no encontrar bus para ir desde el malecón hasta su hogar, ubicado en el sector conocido como El Bosque, “una zona bien peligrosa”.
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Leer más“Ya estoy por iniciar otro semestre y me va a tocar estar parada, solita y con miedo”, confiesa. Pero ella no sería la única que sufre, pues su hermana menor, en cambio, estudia en la universidad de Milagro y tiene que pasar por la misma penuria. “En el caso de ella es peor porque se demora más llegando acá a Durán, pero, gracias a Dios, un tío tiene carro y la suele ir a ver porque ella llega a la terminal pasadas las once y media de la noche”.
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Marcelo, conductor de taxirruta desde hace 35 años, afirma que “hasta hace poco tiempo (2 años, aproximadamente) trabajaba hasta las 06:00”, pero que actualmente la última carrera que toma es a las 21:00 por temor a ser víctima de criminales.
“A esa hora es la última carrera y, como yo vivo en Durán, ya me quedo por allá. Esto me ha bajado bastante los ingresos. Si antes podía hacerme hasta 30 dólares en un buen día, ahora solo se llega a la mitad”.
pérdidas
reportan las líneas de buses que van a Durán, generada por la inseguridad.
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Leer másEl administrador de una de las cooperativas de buses que transporta a los duraneños reconoce que, debido a la violencia criminal, registran pérdidas económicas por la baja cantidad de usuarios. “Es evidente el cambio en la cantidad de pasajeros. Nuestros ingresos cayeron en 50 por ciento, mitad por mitad, en al menos un año. Se siente el miedo que tienen los usuarios al subirse a un bus”, señala.
Otra de las consecuencias negativas han sido los atentados a las unidades. “Tenemos algunos buses que han aguantado las balas, unos cinco, pero hay que hacerse los ‘locos’ y seguir”.
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