La economia de la corrupcion
La corrupción es un mal que pervierte la política y la sociedad. Es prueba de que sus líderes y dirigentes han violentado la ética y que algunos empresarios también han ido por el mismo rumbo. Sin embargo, no siempre los hechos y acciones de estos son conocidos o salen a la luz pública. Generalmente quienes los realizan se cuidan mucho para que no sean descubiertos. Pero la prensa libre e independiente, con procesos de investigación, suele hacerlos evidentes.
Muchas veces con acciones propagandísticas se busca ocultarlos, negarlos y atribuirlos a “infames conspiraciones”. También algunos líderes, con habilidad, ponen cortinas de humo y crean escenarios ficticios y señalan seudoculpables, para que sociedad y ciudadanía no los identifique.
Diferentes estudios establecen que la corrupción, como fenómeno, avanza y destruye la política, los partidos y los liderazgos. Su efecto directo es debilitar uno de los factores fundamentales de la vida democrática: la ética y los valores. También señalan que cuando tales acciones se profundizan, se vuelven frecuentes y cotidianas, es porque está activa la siniestra economía de la corrupción, entendiendo por tal al conjunto de acciones ocultas de negociados, sobreprecios -dados y recibidos- para obtener beneficios en obras públicas, contrataciones, construcciones, etc. En sentido específico, es el proceso social de producción, circulación y acumulación de los beneficios que ella genera.
Nadie sabe cuáles son los montos exactos que se producen, circulan y acumulan en los laberintos y acciones de corrupción. Lo cierto es que esta existe como ese conjunto de recursos de dinero y riquezas, generalmente de fondos públicos, que se dan y reciben ilícitamente.
En América Latina la corrupción ha ido en ascenso. En Argentina, Venezuela, Nicaragua y Brasil, líderes y dirigentes políticos, de izquierda y derecha, aparecen implicados en el reparto y recepción de miles de millones de dólares.
Ni el deporte se escapa. El caso FIFAgate, en el fútbol sudamericano da cuenta de cómo la quiebra de la ética en su accionar, ha generado -y sigue generando- ingentes ingresos a los beneficiarios de tales procesos. En nuestro país las acciones de corrupción en Petroecuador señalan que algo pasa en la sociedad y la política, y por cierto, que la economía de la corrupción se ha instalado y avanza.