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Los jóvenes sienten que la agricultura es menos rentable.Archivo.

El agro local, en terapia intensiva

Los próximos 5 años serán decisivos para la actividad agrícola. Es urgente la generación de mano de obra más especializada

La profecía de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) es lapidaria: “En 16 países, incluido Ecuador, un total de 1,2 millones de jóvenes dejarán de trabajar en el sector agrícola. El 70 % de estos jóvenes latinoamericanos trabajará en los sectores de servicios en el año 2030, bajo riesgo de precariedad laboral y desempleo”.

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En el país, la alerta del organismo es corroborada: el agro ecuatoriano está en terapia intensiva, desde hace varios años y el horizonte solo se vuelve cada vez más sombrío. Según Juan Manuel Domínguez, investigador y quien fuera Director Ejecutivo del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP), si bien el sector agrícola ha tenido desde el año 2000 una evolución positiva, esta ha sido solo en términos relativos. Al verla desde el otro lado de la moneda, la incidencia de la agricultura dentro del Producto Interno Bruto (PIB) ha ido reduciéndose desde los años 70.

“En la década de los 70, la agricultura representaba el 30 % del PIB, eso ha ido disminuyendo hasta niveles de entre 8 y 10 % en los últimos años. Esto se explica porque otros sectores crecieron más rápido, como el petrolero, ahora el minero, o la construcción en su momento. Pero, si somos un país con recursos abundantes y casi todos nuestros productos agrícolas son premium a nivel internacional, ¿por qué no seguimos creciendo con la misma dinámica de otros sectores?”

La respuesta es muy clara para Domínguez: el abandono del sector, con escasa inversión en investigación, tecnología, educación agrícola, infraestructura y promoción. Y eso se evidencia en la falta de empleo adecuado y en el desinterés de los jóvenes por el agro, que ven todo un clima desfavorable para hacer un relevo a sus padres.

“Hoy, lamentablemente, la inseguridad es una realidad, hay agricultores que han sido secuestrados o asesinados en el trayecto para vender sus productos. Y eso ahuyenta. Pero también los jóvenes piensan que la agricultura no es rentable, cuando no es así. De ahí que se requiere de una educación agrícola, que los jóvenes entiendan que hay una gran oportunidad, obviamente utilizando el conocimiento y la tecnología. El problema actual es que hay falta de políticas gubernamentales para los jóvenes en el agro. Antes había colegios técnicos especializados en educación agrícola, que han ido desapareciendo. Hay que revisar el sistema pedagógico en las zonas rurales que son agrícolas por tradición. Y de esa manera va a ir cambiando su percepción”.

En eso coincide Abel Defina, doctor en Dirección de Empresas y experto en Finanzas. Para él, hay dos cosas que se deben solucionar urgentemente en el campo y que son importantes para mantener a los jóvenes interesados en la agricultura: servicios e ingresos. “El campo no ofrece una buena calidad de vida; no hay servicios públicos, salud, educación, oportunidades de crecimiento. Cosas que en la ciudad sí hay y por eso los jóvenes se marchan. Pero también el ingreso del campesino debe ser más atractivo. En el campo, mucho de la economía es de subsistencia, donde se gana lo justo. El ingreso promedio en el sector agrícola es menor que otras actividades. Y eso sucede porque hay poca tecnificación en el campo, hay poca mecanización, hay poco uso de mejores insumos agrícolas, poco acceso al riego o a sistemas de riego. Y eso hace que sea menos productivo. En el caso del arroz, por ejemplo, la productividad en Ecuador es la mitad de lo que debería ser; sería el doble si fuese mecanizado”.

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Un sector con alta informalidad

A todo este diagnóstico, el decano de la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), Rubén Flores, quien fue Ministro de Agricultura, añade que la gran preocupación en el agro es que no hay empleo formal sino autoempleo. “Hay toda una informalidad y poca potencialidad de consolidar la formalización. La falta de incentivos y de nociones aleja a los jóvenes de las labores agrícolas. La pregunta es cómo generar valor agregado. El joven no tiene que dedicarse a sembrar solamente. Es importante desarrollar el mercado de servicios no financieros en el agro, con los jóvenes de estas zonas tan importantes para la economía del país”.

En esa línea, Vicente Wong, gerente General de Rey Banano del Pacífico (Reybanpac), afirma que el rol del sector privado también es clave. Según explica, uno de los tres pilares en los que su empresa sostiene el negocio tiene que ver con el ámbito social. “Hemos desarrollado un modelo educativo técnico, dual, para capacitar a la gente acorde a nuestras necesidades, ya que existe una desconexión total con la Academia. Los jóvenes que cursan nuestras escuelas alcanzan un 77 % de empleabilidad, no solo en nuestras empresas sino en otras de la zona. Por otro lado, muchas veces hablamos del costo laboral, pero no vemos que los trabajadores no reciben un servicio público de salud eficiente, por ejemplo, y eso también incide. En vista de ello, hemos puesto dispensarios para ayudar a que la gente tenga una mejor calidad de vida”.

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