
La crisis de los productores de Esmeraldas tras derrame de 25.000 barriles de crudo
Casi dos semanas después, productores esmeraldeños todavía sufren las consecuencias
El sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte cuando Winter Chavarría, un agricultor de 48 años, salió de su casa en la zona de El Achiote. La brisa fresca traía consigo un aire de preocupación que se había instalado en su finca de 24 hectáreas. “Ya se me murieron tres gallinas y tengo otras enfermas”, dice con voz entrecortada, mientras mira hacia el río Caple, convertido en un foco de contaminación tras el derrame de más de 25.000 barriles de petróleo, el 13 de marzo.
Winter recuerda cómo, al principio, el agua del río era cristalina y vital para sus animales y cultivos. Ahora, sin embargo, la situación es desoladora. “No sé si mis gallinas se enfermaron por el agua que consumieron, pero lo más probable es que sí. El agua está contaminada y no hay otra opción. Lo que me preocupa es que mis hijos también consumen agua de un pozo que tenemos cerca del río”, añade, con el rostro marcado por la angustia.
A pesar de la gravedad de la situación, el gobierno emitió un decreto que promete un pago de 470 dólares a cada familia afectada. Sin embargo, Winter es escéptico. “No nos han dicho nada sobre cómo, cuándo y dónde vamos a recibir ese dinero. Esos 470 dólares no suplen las necesidades que ha generado la contaminación. Es una burla”, afirma con indignación.
La falta de información y la ausencia de representantes de Petroecuador en la zona han incrementado la frustración de los agricultores. “Solamente nos dejaron dos galones de agua y un cartón de comida hace diez días, pero luego desaparecieron”, revela Winter, quien no es el único que siente el peso de la incertidumbre.
El desconcierto de los agricultores
A pocos kilómetros de la finca de Winter, en El Roto, se encuentra María Bone, una agricultora que cultiva plátanos y yuca. “Los primeros días después del derrame, el agua del río se volvió negra. Mis plantas comenzaron a marchitarse y ya no sé si podré cosechar este año”, comenta con tristeza.
A medida que habla, su mirada se pierde en el horizonte, donde las tierras que solían ser verdes ahora lucen desoladas.
María también se muestra escéptica respecto al decreto de ayuda. “Ese dinero no es suficiente para cubrir las pérdidas. ¿Qué hacemos con 470 dólares cuando hemos perdido toda nuestra producción? Necesitamos ayuda real, no promesas vacías”, expresa con voz firme. En esta zona, las orillas de los ríos siguen tenidas de negro y por el agua aún bajan restos de petróleo.
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En Chucaple, la situación es similar. Juan Simisterra, un agricultor de 55 años, comparte su experiencia. “Mis vacas están enfermas y no puedo darles agua del río. He tenido que comprar agua potable, pero es cara. No sé cuánto tiempo más podré soportar esto”, explica, mientras observa a sus animales, que se ven débiles y desnutridos.
Los testimonios de estos agricultores reflejan una lucha común: la necesidad de sobrevivir en medio de una crisis ambiental. La contaminación del río Caple no solo ha afectado a sus animales, sino que también ha puesto en riesgo la salud de sus familias. “Mis hijos son pequeños y no puedo permitir que beban agua contaminada. Estamos en una situación desesperante”, expresa Juan sin poder contener el llanto.

La comunidad se ha organizado para exigir respuestas. “Hemos hecho reuniones, pero nadie se presenta. Solo nos dicen que tenemos que tener paciencia, pero ya hemos esperado demasiado”, señala Winter. La frustración se siente en el aire, y muchos han comenzado a perder la esperanza de que la situación mejore.
Mientras los días pasan, la incertidumbre se apodera de El Achiote, El Roto y Chucaple. Los agricultores se enfrentan a un futuro incierto, donde la contaminación ha arrasado con sus medios de vida. “No sabemos qué pasará con nuestras fincas. Si no recibimos ayuda pronto, muchos de nosotros perderemos todo”, advierte María, con la voz entrecortada.
Sale a la luz informe de Petroecuador
Según cálculos estimados de Petroecuador, aproximadamente 25.116,95 barriles de petróleo crudo se habrían derramado a causa de la rotura del Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) el pasado 13 de marzo. Así consta en el Memorando Nro. PETRO-TOL-SOP-OPE-2025-0076-M del pasado 20 de marzo de 2025, el cual empezó a circular en redes desde ayer. Luego la estatal confirmó los datos.
Este volumen se desprende de la diferencia entre el bombeo registrado en el SOTE hacia la terminal de Balao, que fue de 212.503,15 barriles el 20 de marzo, y el volumen recibido en Balao, que alcanzó los 182.296,20 barriles. Esto representa una diferencia de 30.206,95 barriles.
Adicionalmente, la empresa indica que se recuperaron 5.090 barriles por el alivio de la tubería en los tanques de la Estación Quinindé. Por lo tanto, el volumen derramado sería de 25.116,95 barriles aproximadamente. En el memorando emitido por Petroecuador se señala que las labores de recuperación continúan en la Terminal de Balao y la Refinería Esmeraldas, pero todavía está por determinarse el volumen recuperado por estas actividades.
Según la petrolera estatal, se han recolectado 30.257 barriles de crudo mezclado con agua, mediante 179 tanqueros, que han sido llevados hacia la Refinería Esmeraldas, donde se realizarán los procesos de separación en los tanques slop.
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