El ataque natural contra la Sigatoka
Las restricciones de Europa, sobre la carga química, desafía al mercado a presentar alternativas de control de esta enfermedad. Aún se debe sembrar confianza
El objetivo de Europa de exigir que los alimentos que consume tengan cada vez menos carga química está poniendo a prueba al sector bananero, pues los plazos que se imponen para dejar de utilizar o bajar el uso de ciertos fungicidas que se emplean en los procesos de fumigación para controlar y eliminar enfermedades como la sigatoka negra, están cada vez más cerca. La buena noticia es que la industria local se ha dado la tarea de buscar productos sustitutos como los fungicidas biológicos que, advierten, bien empleados, pueden llegar a ser igual o mejor de eficientes que el producto tradicional.
El primer careo entre exportadores bananeros y supermercados europeos
Leer másEn los últimos años, la Unión Europea (UE) viene impulsando un conjunto de iniciativas enmarcadas en una política que ha denominado “Pacto Verde”, que apunta a la promoción del crecimiento económico sostenible, el cuidado de la naturaleza y a mejorar la salud y la calidad de vida de las personas. Para esto, los países europeos, en los últimos cinco años, se han impuesto la necesidad de reducir el 20 % del riesgo derivado del uso de plaguicidas y hasta un 50 % el uso de químicos más peligrosos de aquí al 2030.
Especialistas de la Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario (Agrocalidad) han explicado a EXPRESO que estos objetivos ya han llevado a que la UE haya empezado a prohibir el uso de químicos dentro de su territorio y que haya empezado a reducir el límite máximo de residuos a un nivel que desafía a muchos países de clima tropical, como Ecuador, que exporta sus productos al mercado europeo.
Ya lo hizo con el chlorothalonil. En mayo de 2020 dejó de usarse en Europa y, por ende, afuera se empezó a regular su uso bajo niveles “con niveles que deben ser casi indetectables”. Lo mismo está por aplicarse con otros fungicidas químicos, como el mancozeb, cuya prohibición afuera ya entró en vigencia en enero de este año. Lo que se espera es que ahora empiece a modificar para sus proveedores los límites máximos de residuos para fines de este mes.
Ante esto, el banano ecuatoriano ha empezado a volcar su mirada hacia la agricultura orgánica, un terreno del cual aún no acumula suficiente experticia, pero que ahora mismo se presenta como una alternativa para reemplazar el uso de productos químicos por los ecológicos, en cultivos convencionales. Para ello, Agrocalidad dice haber sentado bases. Lo hizo en abril de 2020, cuando resolvió autorizar la importación temporal de ciertos plaguicidas biológicos que sean considerados como sustitutos de las moléculas que han empezado a restringirse. Una medida que no descarta seguir ampliando, conforme Europa vaya aplicando sus reglas.
Actualmente, señaló la agencia, ya existen casi una decena de fungicidas biológicos registrados para el control de sigatoka en banano.
No obstante, la transición se vuelve compleja por la desconfianza que aún se tiene en el uso de productos orgánicos en fincas convencionales, pues históricamente su eficiencia no ha sido igual al químico que tradicionalmente se ha venido empleando. Eso está desafiando a algunas marcas locales que aseguran tener una alternativa contra la sigatoka, el hongo que, por ser considerado una enfermedad endémica por su nivel de incidencia, se vuelve urgente prevenir y atacar.
Es el caso de AG 250, un fungicida de marca americana, de cuya fórmula hoy se desprenden tres nuevas versiones ecológicas, que han empezado a procesarse ya en el mercado ecuatoriano. “La aprobación de Agrocalidad, como producto autorizado para el control de sigatoka, nos ha tomado 10 años”, cuenta Xavier Alarcón, representante de Fertiliar, en Latinoamérica.
Lograr finalmente los permisos en un contexto como este, dice Alarcón, ha sido oportuno, pero reconoce que transitar en este escenario no es sencillo, pues le toca batallar para revertir el nivel de desconocimiento y desconfianza que existe en el mercado sobre el empleo del producto, que al ser fabricado con extractos de plantas como el cedro que tienen propiedades fungicidas, son son considerados naturales.
En el país ya se permite el registro de productos que combaten plagas, pero son o biológicos o son fabricados en base a plantas.
“Cuando ha habido innovación ecuatoriana generalmente ha existido recelo, porque creen que solo las grandes multinacionales pueden entrar al mercado con productos así. Pero finalmente nos hemos animado a salir porque nuestros productos ya han pasado todo tipo de pruebas: análisis de laboratorio, pruebas de campo y todo lo que exige la ley”. Actualmente, dice, sus fungicidas ya se aplican en 11 bananeras de El Oro y la Península (incluyendo las convencionales) donde, en un año, han podido demostrar buenos resultados” en la prevención y ataque a la sigatoka.
Alarcón señala que con esto han podido romper el mito de que el producto ecológico es menos eficiente. No lo es, dice, si este es bien empleado y se aplica en los ciclos debidos de cada fumigación que, en su caso, no llegan a ser superiores que los que se aplican con un químico normal. Si se hablan de ventajas de un producto ecológico, él cita además las propiedades nutricionales que llega a tener cada planta, ayudándola a desarrollar más rápido.
Pero no es el único producto, en el mercado también está el MaxFum, la apuesta ecológica que Víctor Hugo Quimí busca difundir y dar a conocer en el campo. Quimí coincide con Alarcón de lo difícil que es trabajar en medio de la desconfianza, pero cree que revertir eso será cuestión de tiempo. “Es una cuestión cultural, hay que cambiar el chip, pero para eso también se requiere que el pequeño, el mediano agricultor tenga un acompañamiento técnico que guíe un uso apropiado, su rotación, su mezcla”.
Quimí cita que otros beneficios son los costos, si bien estos no son más baratos que los químicos, logran competir y mantener los pagos promedios que se pagan del mercado.
Para los expertos, el futuro que promueve un consumo ‘verde’ ha empezado a consolidarse y Ecuador, en su caso, debe aprovechar esa transición. “Ahora mismo tenemos cerrado el mercado ruso, qué nos queda ante eso. Tratar de hacer más fruta ecológica para que esta pueda, en mayor cantidad, entrar a mercados de primera como el americano, el europeo”. Es ahí donde irá creciendo la mayor demanda.