Banano, el toque final de las mujeres
Imágenes captadas durante el trabajo diario en una de las haciendas del cantón Valencia, Los Ríos. Ellas son la fortaleza durante la poscosecha.
La mayoría de las mujeres que trabajan en las haciendas bananeras, y en general en todo el sector rural, son tímidas. Esa timidez se acaba, a veces, con una cámara.
Muchas de ellas fueron captadas en una de las haciendas bananeras más eficientes de Los Ríos, donde ellas son la parte vital en el proceso de poscosecha. Es que cada guineo que Ecuador exporta sale sin una macha, sin un rasguño, sin un hongo, sin un insecto. Y de eso se encargan ellas.
Son las encargadas de tomar los pesos de los racimos y transmitirlos directamente a la base de datos, donde se almacenan para crear data que sirve para tomar decisiones inmediatas con las que se logra una mayor eficiencia: más producción a un costo igual o menor.
En muchas de las fincas bananeras hay paridad de género en estas áreas, pero en el cultivo son menos porque se necesitan de la fuerza del hombre. En las áreas administrativas predominan.
Los productores bananeros destacan de la ellas la mayor disciplina y compromiso, así como la capacidad para asumir retos, sin embargo creen que es necesario una política de estado para que sean incluidas en planes de capacitación de esta y otras áreas de trabajo en el sector rural. Pero hay aspectos generales por analizar.
Celeste Molina, experta en temas rurales, destaca que la migración puede contribuir con el empoderamiento de las mujeres. “Ya sea aumentando el acceso a empleos remunerados, como a espacios de formación educativa, el fenómeno migratorio fortalecería a las mujeres en la toma de decisiones independientes”.
Ese fue uno de los resultados del estudio sobre mujeres y migración, desarrollado para ONU Mujeres (Naciones Unidas).
“Migrar sí fortalece el empoderamiento económico de las mujeres, porque normalmente, al regresar (a su territorio de origen), han tenido alguna experiencia de trabajo, y tienen más inquietudes de participar en actividades productivas y de compartir más las tareas reproductivas o de cuidado”, explica la investigadora.
Pero advierte que la migración puede también exacerbar situaciones de exclusión y vulnerabilidad de las mujeres. Por ejemplo, en el caso de “las que se quedan, y que tienen un familiar que migra, se les incrementa su carga de trabajo reproductivo”, agrega Molina.
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