Bienes estratégicos del país, bajo amenaza del río Coca
El proceso de erosión duplicó en 12 días lo recorrido en cuatro meses. Hay cerca de $ 10.000 millones en infraestructura alrededor del área.
El proceso de erosión regresiva del río Coca, desencadenado el pasado 2 de febrero como consecuencia del colapso de la cascada San Rafael, en la Amazonía ecuatoriana, se aceleró de manera tan agresiva como imprevista en las últimas dos semanas, al punto de avanzar en ese lapso casi la misma extensión que había recorrido en los cuatro meses previos.
Con ello, el tiempo que puede tardar en llegar hasta la presa de captación de agua de la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, ubicada a 13 kilómetros de distancia, se vuelve cada vez más difícil de calcular.
Este fenómeno natural pone en riesgo bienes estratégicos claves en la economía del país: el Sistema de Oleoductos Transecuatoriano (SOTE) y la presa de captación de agua de la central Coca Codo Sinclair. La construcción de las dos grandes obras le costó al Estado cerca de 4.000 millones de dólares. También están bajo amenaza el tramo vial Baeza-Lago Agrio, de la Troncal Amazónica, que corre paralelo al río, y las poblaciones asentadas al margen del Coca.
La erosión regresiva del afluente comprometió otra importante infraestructura petrolera existente en la zona, valorada en otros 4.000 millones de dólares. La rotura de las tuberías del poliducto Shushufindi-Quito y del Oleoducto de Crudos Pesados (de propiedad de OCP Ecuador) obligó a la construcción de líneas variantes en el área.
El ingeniero en Geotécnica, Jorge Sevilla, quien durante años ha investigado este caso y desde 1985 había advertido sobre la inexorable desaparición de la cascada y el fenómeno natural que se desataría como efecto de ello, considera que la aceleración del proceso erosivo se debe a que, posiblemente, en estos últimos tres kilómetros el río ha hallado materiales más blandos y ligeros en su lecho, en comparación con los que tenía en los tres primeros.
El magíster en Ciencias Ambientales y también seguidor de este tema, Emilio Cobo, añade que las dos últimas semanas han sido de intensas lluvias en la zona, lo que también pudo haber incidido en la aceleración del proceso de erosión.
Los dos insisten en que esto reduce el tiempo para proteger a la presa de captación, lo cual demanda urgentes decisiones técnicas de las autoridades.
El pasado 8 de julio, el Ministerio de Energía y Recursos no Renovables, Petroecuador y la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec EP), anunciaron un monitoreo diario, la implementación de obras provisionales de mitigación y la contratación de estudios técnicos para determinar una solución definitiva. Todas esas obras urgentes, a ejecutarse en dos fases, costarían 20 millones de dólares.
Los primeros contratos con ese fin, registrados en el portal de Compras Públicas, suman $ 1’088.485,24 (ver infografía al final). Hasta ahora, Celec ha realizado 7 contrataciones, a través de dos declaratorias de emergencia suscritas el pasado 29 de abril. Su objetivo: efectuar estudios para obras de control en el Coca y solucionar daños ocasionados en la línea de distribución de energía eléctrica que alimenta el área de captación de la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair.
En la declaratoria de emergencia para contratar los estudios, la entidad eléctrica consideró que debían “realizarse de manera urgente dentro de los próximos 45 a 60 días; y para los trabajos diseñados en los estudios, dentro de un período inferior a los 120 días, “con el propósito de que la ejecución de las obras se desarrollen dentro del período pleno de verano, que seguramente será en agosto de 2020”.
Petroecuador, que el 13 de abril declaró la emergencia por la rotura de las tuberías del SOTE y del poliducto Shushufindi-Quito, ha suscrito también 7 contratos. Todos para solucionar la pérdida de aproximadamente 100 metros de longitud de cada ducto y el colapso de la mesa del derecho de vía donde los tubos estaban implantados.
Para los expertos consultados por EXPRESO por ahora la única posible solución natural que existe es que el Coca encuentre una barrera en la confluencia con el río Malo, ubicado a diez kilómetros desde la desaparecida cascada de San Rafael y a diez de la presa de captación.
Tal posibilidad supone que, desde la época de formación geológica de esta cuenca, el río Malo haya arrastrado hasta ese lugar parte del material volcánico duro que arroja El Reventador y que ahora esté solidificado para que actúe como barrera del proceso de erosión del Coca.
Aguas abajo también es un potencial riesgo la cantidad de sedimentos que arrastra el río y se deposita en el cauce. En caso de crecidas, podría desbordarse.