Las bolsas del país esquivan escollos y se reactivan con ayuda pública
En el 2021, el mercado bursátil movió $ 15.701 millones, un 32 % más que el 2020. En un año de mala imagen institucional, el sector estatal fue clave
Después de un año de asedios por los efectos de la pandemia, el mercado bursátil también demostró en el 2021 haberse embarcado en la senda de reactivación pero, contrario a lo que siempre se espera, esta llegó gracias a un mayor aporte estatal y por una tímida participación de inversores que habla de la desconfianza que podría estar afectando a este mercado.
Delcorp y Ecuagran, aún sin dar la cara a inversionistas
Leer másLas cifras dan cuenta de que la Bolsa de Valores de Guayaquil (BVG) y la Bolsa de Valores de Quito (BVQ), las únicas que operan en el país, lograron cerrar el año con $ 15.701 millones de transacción de títulos valores, un 32 % más que el año de pandemia. No obstante, de lo movido el 63 % provino del sector estatal ($ 9.947 millones) con la emisión de Certificados de Tesorería (deuda pública) a la cabeza ($ 6.222 millones).
El aporte estatal fue clave en un año en que el parqué tuvo que enfrentar cuestionamientos a su imagen institucional por los actos de corrupción de ciertas empresas emisoras y por el descontrol que, según se conoció, hubo en parte de las fallidas inversiones que afectaron al seguro policial, Isspol. ¿En qué dimensión? Este Diario intentó analizar el tema con los principales de ambas bolsas. No obstante, en la de Guayaquil, se excusaron de dar una entrevista, porque su presidente, Ricardo Rivadeneira, está fuera del país; desde Quito, aún se espera una respuesta.
El 2021 tuvimos a un mercado que se volvió cortoplacista, por exigencia de inversionistas
No obstante, hay actores bursátiles que se animan a interpretar la realidad, desde la lógica que muestran las cifras. Arturo Bejarano, presidente de Kapital One y exintendente del Mercado de Valores, anota lo cortoplacista que el año pasado se volvió el mercado, con la preferencia que se tuvo en la emisión y adquisición de papel comercial (colocación de títulos a corto plazo, de hasta 359 días) frente a la emisión de obligaciones (de largo plazo, con un rango promedio de entre 3 y 5 años). Las primeras crecieron un 21% con $ 1.030 millones, mientras que las segundas ($ 486 millones) cayeron un 5 %. Las brechas se amplían si se los compara con el 2019, año prepandemia (48 % versus - 41 %, respectivamente).
Esto, admite el experto, puede atribuirse a la mala imagen que está teniendo el mercado. “En la medida en que este se ha venido volcando del largo al corto plazo se podría decir que sí, lamentablemente, ha habido una disminución de la confianza que se tenía. Definitivamente lo ocurrido fue un tema complicado, puso nervioso a mucha gente. Hubo emisores que se cambiaron de depósito, eso fue público. Hubo clientes que no quisieron seguir invirtiendo, se fueron a bancos o hicieron esto, cambiar su forma de invertir, preferir el corto plazo”, para recuperar en menor tiempo el capital confiado.
Una guía para desenredar el caso ISSPOL
Leer másDesde la academia se anota la falta de interacción como uno de los grandes pendientes que tiene que revertir este sector. "Somos una economía chiquita y un mercado con bajas interacciones. Lo hemos visto, con cerca de un 60% por negociaciones del Estado y una menor participación de la empresa privada", dice Juan Manuel García, decano de Economía de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UESS).
En eso también concuerda, Xavier Villavicencio, catedrático en Economía de la escuela de negocios, Espae, quien acota “que en el país las empresas que generalmente participan son grandes empresas. Cualquier inversionista pequeño o mediano no está en este mercado. Ambos creen que son los fondos más grandes, especializados, empresas fortalecidas como La Fabril, El Rosado, Mutualista Pichincha, Difare, Promarisco, TÍA, los que normalmente están moviendo este mercado. Lo bueno, dice Villavicencio, "es que cuentan con departamentos de inversión, que saben analizar riesgos, y a la que poco o nada les afecta este tipo de problemas que ha habido en las bolsas”.
Las cifras dan cuenta de que las titularizaciones, uno de los títulos que se mueven en el sector privado, también tuvieron un incremento importante. Solo en un año su monto creció de $ 109,8 millones a $ 502,2 millones, un 357 % más. No obstante, Bejarano no ve esta cifra como alentadora, pues la mayoría de estos papeles, explica, no necesariamente ha salido del sector productivo, está dado básicamente por titularizaciones de cartera de crédito de las entidades financieras. “No estamos hablando de titularizaciones de proyectos inmobiliarios, no estamos hablando de titularizaciones de flujos futuros, de todo ese abanico de inversiones que se hacían hace 5, 8 años”. Por ende, “no veo que el mercado esté creciendo en la medida en que debería estar creciendo. Y esto es con el arribo de inversión productiva, con la llegada de más empresas que busquen financiarse”.
Lo ideal de todo mercado bursátil no solo es que este se muestre atractivo para las grandes o pequeñas empresas que busquen financiamiento, sino que estas puedan acceder a él con la mayor confianza posible. Para algunos expertos, esto último sigue siendo un pendiente, luego de conocerse las estafas que en años pasados cometieron algunas empresas.
Para Villavicencio, analista económico, esto se consigue en tanto y en cuanto “todo fraude o corrupción sea sancionado con el mayor rigor que la ley lo permita. Deberíamos estar ya modificando la ley para generar castigos más ejemplares, para evitar que la confianza se deteriore”.
Bejarano cree que para que esa confianza se restituya en el mercado, las reformas no solo deben darse en la administración de las bolsas, sino en los otros actores que lo conforman. Se requiere aplicar un mayor control también en los depósitos de compensación y liquidación de valores y las casas de valores.