Con bono de $ 50 se busca asistir a los migrantes ecuatorianos que retornan de EE.UU.
Más de 200 deportados llegaron a Guayaquil a bordo de un avión militar
No hubo quien los recibiera en la sala de arribos internacionales del aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil. Tampoco los reconfortó el abrazo de algún conocido al pasar por el último de los filtros previos a la entrada a la ciudad de Guayaquil. Se trataba de migrantes deportados de Estados Unidos que llegaron a Ecuador en un vuelo militar, en la noche del martes 28 de enero. Algunos cabizbajos y otros resignados aparecieron en la sala de espera luego de más de una hora de su aterrizaje desde la base aérea militar Biggs, en El Paso (Texas), como parte de las deportaciones masivas emprendidas por la administración de Donald Trump.
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Leer másSu equipaje era ligero, apenas tenían una pequeña funda transparente con documentos u objetos personales, que debido al ‘color’ del plástico, quedaban a la vista de todos.
Así fueron saliendo, uno a uno o en grupos de hasta cuatro personas, luego del proceso de migración y revisión al que fueron sometidos, entre quienes había hombres, mujeres y niños.
La oferta de la Cancillería
Según la Cancillería de Ecuador, quien se pronunció luego de más de cinco horas de la llegada del primer vuelo de deportados, este segundo grupo contó con un bono de 50 dólares para las primeras necesidades que debían cubrir al llegar al país.
Uno de ellos, José Toapanta, de 18 años, lo confirmó. Entre sus pertenencias estaba el volante que les entregaban las carteras de Estado presentes a su arribo (Salud, Inclusión, Interior, según la Cancillería), junto con una tarjeta.
“El recibimiento fue bueno, mejor que el trato en Estados Unidos. Ahora tengo que venir a seguir trabajando en lo que yo ya hacía: de mecánica”, comentó José.
Él cuenta que hace un año y medio llegó a Estados Unidos y se estableció en Brooklyn, condado de Nueva York, donde al menos 13.000 ecuatorianos residen en albergues, según autoridades locales, y ‘cayó’ en una redada hace poco más de un mes.
Deportados de EE.UU.: “Apenas nos detuvieron, nos esposaron"
Don Piloso, como prefirió que lo llamaran, fue otro de los que llegó hasta Guayaquil en el Boeing C-17 del Ejército estadounidense la noche del martes. Él había llegado por vía terrestre hasta la frontera de Texas junto con su sobrina hace un mes; no obstante, por recomendación del coyotero que lo debía llevar hasta Estados Unidos, se entregó a Migración para solicitar asilo.
“Aunque yo solo seguía lo que me decían que hiciera, creo que todo fue cosa de Dios. Él fue quien permitió o no que yo me quedara, pero el trato que nos dieron mientras nos trasladaban de un lugar a otro no fue justo”, expresó.
Él se refiere al tiempo que lo mantuvieron esposado. No fue el único, ya que mujeres de todas las edades, incluida su joven sobrina, también tenían esa restricción.
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Leer másUna migrante oriunda de El Coca, pero que prefirió no revelar su identidad, mostró las marcas que quedaron en sus muñecas por las esposas. “Apenas nos detuvieron, nos esposaron y así nos trasladaron a todos los centros. Primero, estuvimos en Matamoros y luego nos llevaron a El Paso. No sabíamos en qué momento nos iban a deportar. Yo pensé que ya iba a pasar ese mismo día porque me reunieron con otros ecuatorianos”, dijo.
Aseguró estar arrepentida de haber dejado Ecuador y de vender sus pertenencias para pagar, también, a un coyotero que le prometió ayuda legal, pero que no cumplió.
“Viajé hasta El Salvador en avión. Luego, en transporte terrestre, crucé a Guatemala, luego a México y finalmente me entregué. Estoy arrepentida, yo podía haber cruzado sola y lograr la meta”, finaliza.
Su ‘viaje’ desde el aeropuerto hasta el Terminal fue corto. Sin embargo, las horas que les restaban para llegar a sus hogares serían “eternas”, dijeron.
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