El cambio de consumo acorrala al sector lácteo
Tras la pandemia, la venta de leche cae un 30 %. Una menor compra en los hogares y las restricciones del mercado afectan a toda la cadena productiva
Estaba invicto de los efectos de la pandemia, pero el último fin de semana, la falta de compradores puso en apuros a Juan Francisco González. A última hora, la industria quesera con la que trabaja decidió bajarle el cupo de adquisición de leche, dejándolo en la titánica tarea de poder colocar más de 900 litros en un mercado que hoy, por un bajo consumo, enfrenta una de las peores crisis de sobreoferta y bajos precios.
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Leer másSolo tuvo dos opciones: dejar que se pudra o venderla a un menor costo. Obviamente, dice, tuvo que elegir esto último, a sabiendas de que su margen de ganancia bajaría ($ 100 menos) y que estaría alimentando la informalidad que ha venido ganando terreno en los meses de pandemia y que tanto daño le sigue haciendo a la industria. Es a este mercado a donde, en su mayoría, va a parar el 30 % de los litros de la leche que a diario se produce en el país y que no logra venderse bajo un precio oficial ($ 0,42). Esto porque las industrias han bajado sus montos de compras, debido al alto stock que tienen del producto, como consecuencia de una menor producción generada por el bajo consumo.
Tras cuatro meses de emergencia sanitaria, los hoteles y los restaurantes no han logrado reabrir y reactivar la adquisición de derivados lácteos y, en los supermercados, aunque la oferta no ha parado, se empiezan a ver los efectos.
El consumidor no es el mismo de antes, dice Rodrigo Gallegos, director ejecutivo del Centro de la industria Láctea del Ecuador. Los problemas económicos que le originó la pandemia, lo tientan a adquirir los productos de bajos precios y baja calidad que también oferta el mercado informal. “Actualmente en cualquier sitio puedes encontrar quesos artesanales entre comillas o elaborados sin normas sanitarias, pero que se venden a precios bajísimos, lo que atrae a los consumidores que están sin ingresos”.
Una situación que resta un mercado importante a las industrias formales. Al día, en el país, se producen más de 5,2 millones de litros. El año pasado la leche que iba hacia el mercado negro era alrededor de un 35 %, actualmente, dice Gallegos, ya sobrepasa el 50 %.
A este problema, añade, debe sumarse la conducta de compra que hoy está direccionada por una nueva realidad. La suspensión de clases o el tardío retorno de los trabajadores a sus oficinas o puestos de trabajo, ha hecho que se deje de adquirir ciertos lácteos, sobre todos aquellos que venían en formato personal y que servían como lunch para los niños o como snack o piqueo de media tarde.
Este escenario, dice, tiene acorralada a la cadena industrial, que actualmente reporta una baja del 65 % en su facturación de quesos semimaduros y maduros; un 12% en mantequillas y leche condensada; un 7 % en yogur; un 5% de leche en cartón y polvo, un 4 % en leche en funda y un 4 % de queso fresco.
Ricardo Garzón, administrador del Club de Agricultores y Ganaderos del Ecuador, que representa a más de 11.000 productores, reconoce que el efecto es para toda la cadena. Los productores no pueden colocar el insumo, pero la industria también está vendiendo menos.
Cita también el efecto negativo que, desde marzo, viene causando la suspensión del Programa de Alimentación Escolar y que hoy significa dejar de vender al día más de 300.000 litros. Un ahorro económico para el Estado, pero que el sector espera que se redireccione a la industria en otras vías.
Garzón se muestra negativo. Teme que toda esta situación siga empeorando los precios del mercado y que el pequeño productor sea el más golpeado. Por ello hay quienes apuestan por empezar a exportar los excedentes a Perú, China o países centroamericanos.
No obstante, reconoce que para eso se requiere de la ayuda del Gobierno. Con solo cubrir un diferencial, dice, la leche ecuatoriana podría empezar a competir afuera. “Con $ 80 millones (el dinero que ha logrado ahorrarse con la suspensión del programa escolar) podría direccionarse a impulsar la exportación y con ello ayudar a más de 1,5 millones de personas que viven de este sector”.
Sin ventas, el sector no podrá estabilizarse, tampoco recuperar sus inversiones, algunas de ellas acabaron de hacerse justo antes de la pandemia.
- APOSTAR, CONFIAR E IR CONTRA CORRIENTE
En enero todo estaba listo. Tras $ 1,5 millones invertidos, La Holandesa se alistaba para inaugurar su nueva planta de yogur, pero llegó la pandemia. Desde entonces tuvieron que esperar meses para salir y enfrentar ahora un mercado convulsionado. Álex Escudero, gerente de la empresa, cuenta que las ventas empezaron hace 10 días.
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Leer másEl actual escenario, dice, no los desanima; todo lo contrario, los sigue desafiando. Hoy, pese a todo, el ciudadano está priorizando la compra de productos saludables y a precios económicos, dos características por las que apuesta la firma, con 32 años de tradición en el mercado de quesos. Los días de pandemia ya sirvieron de entrenamiento y ahora serán base para enfrentar este reto.
Fueron días de reinventarse y de ser creativos para sostener el mercado. Ahí fue clave volver a observar la necesidad de los hogares que, con la pandemia, empezaron a demandar de un momento a otros formatos familiares, por encima de los personales. Así, los quesos que de 400 gramos que antes vendían pasaron a tener una presentación de hasta 700 gramos.