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Décadas después, su adopción aún requiere de un mayor acompañamiento.Archivo / Expreso

25 años dolarizados, un quitamiedos en Ecuador

¿Qué pasaría si no tuviéramos dolarización con autoridades imprudentes?

Los guardarrieles, especialmente en las autopistas de alta velocidad, salvan vidas. No puede evitar las malas decisiones como por ejemplo que conduzcan borrachos o a exceso de velocidad, ni tampoco reducen la cantidad de accidentes, pero sí impiden que los vehículos caigan al precipicio. Mitigan la irresponsabilidad o impericia de quien va al volante. En algunos lugares a los guardarrieles les llaman “quitamiedos” y este es un buen símil con la dolarización, que acaba de cumplir 25 años desde que el presidente Jamil Mahuad la adoptó.

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Si bien en su momento no fue una decisión fácil, pues la incertidumbre de un cambio estructural tan fuerte fue aprovechado por muchos actores políticos para generar preocupación y desestabilización al gobierno de ese entonces, hoy es casi unánimemente considerada como un pilar fundamental de nuestra economía y que goza de enorme popularidad. Lo cierto es que para sobrevivir la dolarización necesita de algo elemental: dólares. Sin ellos el modelo no puede sobrevivir más allá de lo apreciada que sea por la ciudadanía. Por ello es que la irresponsabilidad de los gobernantes que ignoran el déficit fiscal o que endeudan al país de forma inescrupulosa con el único fin de gastar para mantener un proyecto electoral es similar al del conductor que arma una gran fiesta, toma sin parar y sale a manejar sin importarle las consecuencias. La dificultad para comunicar el efecto futuro de las malas decisiones económicas frente a la falsa sensación de bienestar de las actuaciones populistas es una de las razones por las que hay pocas consecuencias políticas para las autoridades que lo hacen.

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Es probable que incluso de eso se aprovechan, de la certeza que la crisis caerá más adelante, después de haberse asegurado una elección. ¿Qué pasaría si no tuviéramos dolarización con conductores imprudentes a cargo del país? Que no sólo mantendrían el aparataje estatal funcionando con deuda y déficit, sino que también lo harían a base de imprimir billetes y esa fiesta la pagarían los ciudadanos, especialmente los más pobres. No importa si el déficit fiscal se financia con más impuestos hoy, con más deuda o con más impresión de billetes.

Al final, siempre se pagará con más impuestos de forma directa o a través de la inflación. La historia económica muestra cómo la política monetaria, impulsada por el populismo, la codicia y la falta de control, han generado graves problemas en otros países: Alemania (1920’s), Argentina (2001, 2022) o Venezuela (con un salario básico de 4 dólares mensuales) son ejemplos claros de las consecuencias devastadoras de políticas monetarias y fiscales irresponsables. Desde los años 80 la economía ecuatoriana se acostumbró a financiar déficits e imprimir billetes. En esta década el promedio de crecimiento de las especies monetarias fue de 34% y los precios crecieron 22 veces. Esto minó el salario mínimo, que, pese a que se multiplicó 8 veces (nominalmente), su poder de compra cayó en 63%, considerando precios de 1970.

Ya en los años 90, esta dinámica se juntó con varios otros eventos como el fenómeno de El Niño, la postguerra, la inestabilidad política y las debilidades del sector financiero, que estallaron en una enorme convulsión económica y social, con una fuerte devaluación, inflación galopante (60% anual), migración, un dramático deterioro del empleo y pobreza. Es decir, la irresponsabilidad monetaria tiene una factura enorme. Por eso nació la dolarización, como un salvavidas en medio de del caos. A partir de allí, esta ancla monetaria llevó la inflación de 2 y 3 dígitos a menos de 1 dígito, prácticamente de manera automática. Hoy es realidad la estabilidad de precios, que antes era impensable. No estamos pendientes de cómo amanecen y anochecen los precios, ni se enfrentan con impotencia a ver como la mitad de sus ingresos y ahorros se los lleva el impuesto inflacionario. De alguna manera la dolarización nos devolvió la paz y la capacidad de proyectar ingresos, consumo, ahorro e inversiones sin el fantasma de los precios.

Volviendo al presente, nos encontramos en una situación en la que esta paz no se ha acompañado de reformas estructurales esenciales impositivas, fiscales, de competitividad y sobre todo institucionales en inteligencia regulatoria, adaptabilidad financiera, laboral y tantas otras tareas pendientes. Aún existen voces que se oponen a estas reformas y que en secreto añoran revivir el Sucre para quitar los guardarrieles y manejar borrachos de poder a costa de los ciudadanos. Los llamados a tomar las reservas monetarias, caer en default de la deuda. seguir aumentando innecesariamente la burocracia o el poder estatal, son su velada manera de decir que lo único que les importa es ejercer el cargo para su beneficio propio y no para el del resto. Estos 25 años han demostrado que la mejor política social es la estabilidad y tener una estructura institucional que nos dé más “quitamiedos” para poder invertir, crecer y generar empleo de calidad.

Los salarios en sucres

Las decisiones irresponsables y populistas generan pobreza. La inflación y la devaluación son fenómenos que afectan principalmente a aquellos ciudadanos que no tienen estabilidad (trabajos precarios u ocasionales) y a quienes tienen un ingreso fijo sin elasticidad para incrementarlo en el mismo ritmo. Dicho de otra manera, un trabajador que gane el salario básico y que no tenga más ingresos perderá constantemente capacidad adquisitiva y patrimonio a lo largo del tiempo.

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El salario básico en sucres se multiplicó por 8 entre 1980 y 1990; sin embargo, su valor en dólares pasó de USD 144 a USD 38.93 (-73%). Entre 1990 y 1999 el salario en sucres se multiplicó por 3, mientras que su valor en dólares cerró en USD 8.41 (-78%). La dolarización ha permitido un incremento real del salario básico a lo largo del tiempo. En el año 2000, el salario básico en dólares en el Ecuador era de USD 57. Para 2001, ya dolarizados, alcanzó los USD 121,3 y, para el 2025, el salario básico es de USD 470.

Por el contrario, sin dolarización, el impuesto inflacionario hubiera continuado destruyendo los salarios y la capacidad adquisitiva de los trabajadores. Para el 2025*, el salario básico sería de USD 1.57 ($ 96.5 millones de sucres). Esto implicaría al menos 2.2 millones de personas adicionales en situación de pobreza (12% adicional de la población).

*Las simulaciones 2025 asumen, de manera conservadora y constante la dinámica de emisión monetaria, inflación y de devaluación a los ritmos de los años 80.

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