La flota atunera se pone a punto en los periodos de veda
Desde pintores, especialistas en sistemas de frío, hasta expertos en tecnología necesitan las embarcaciones. El monitoreo es constante.
A menudo se habla de que son las empresas las que generan la riqueza. Sin duda lo son. Pero en el sector del atún, una vez que por la sostenibilidad de la especie para la flota de 110 barcos, -72 días en el año-, se puede ver a todos quienes generan riqueza: el 2,5 % del Producto Interno Bruto (del país).
Son los capitanes de las embarcaciones, los mecánicos, los expertos en sostener la cadena de frío o en electrónica, los pintores, los soldadores, los que crean un ambiente único en la costa del Pacífico y están en Manta (Manabí), en los muelles donde acodera la flota más grande y efectiva para poder salir el resto del año a las faenas.
Los capitanes son los que llevan el barco hasta donde están los peces, los que maniobran para pescar las casi 300.000 toneladas que sirven para el consumo interno y para una exportación que genera $ 1.300 millones al año.
Cuando un barco para en la veda, se aprovecha para darle mantenimiento a las naves, porque estas deben aprovechar al máximo sus salidas a pescar y hacerlas más eficientes: llenar las bodegas en menos días.
“Toda la nave entra a revisión”, pero en especial los puntos críticos, señala Marcos Tapia. Todo es todo: el navegador automático, el sonar que por debajo del agua detecta las manchas de atún.
El sector atunero es bastante ordenado; se regula por normas internacionales, las reglas son claras y ellos tienen su cumplimiento”.
Hay una lista de profesionales que se apersonan en los muelles de Manta y Marcos hace una lista: ayudantes de electrónico, mecánicos, técnicos hidráulicos, expertos en refrigeración, electricistas, proveedores de alimentos. Marcos se encarga de los detalles para poner a punto uno de los barcos, que lleva más de 30 tripulantes, más el observador de la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT). Ese que controla que se respeten todos los protocolos y compromisos adquiridos por la flota nacional ante los organismos regionales, como, por ejemplo, no pescar sobre delfines, que la tripulación no contamine el mar, que haya protección de otras especies, como el tiburón.
Después de varios días el pesquero de 800 toneladas de capacidad de pesca queda listo para salir al mar, pero solo cuando culmine el período de veda vigente actual (enero de 2021).
Cuando llega el barco a muelle hace la descarga, que dura de tres a cuatro días y solo una vez sacado todo el pescado se realizan los trabajos hidráulicos, pero se avanza con los trabajos sobre las máquinas.
Cuando no hay veda el barco está en tierra de 8 a 10 días y de ahí sale a la faena. Se los abastece de víveres: desde agua dulce, hasta frutas, postres, legumbres, carnes y poca cerveza, solo para la parrillada de los domingos. Todo lo que ordene el capitán.
El barco, una vez que se fue, se enlaza con las señales que le envían los plantados, donde se acumulan los cardúmenes y de cuya ubicación solo conoce el capitán. Cada uno tiene de 20 a 30 boyas en distintas áreas. Pero no es el único sistema de detección de manchas de atún, también están los tres miradores y el helicóptero que sale con el piloto y el buscador. “Si una boya le marca, ellos salen primero con el helicóptero, así se evita que el barco salga en vano”. Y desde tierra lo “vigila” el dueño del barco y hasta las autoridades encargadas del control de las embarcaciones: una central de monitoreo, ubicada en Manta, sabe dónde está cada embarcación ecuatoriana, su velocidad, su dueño, sus registros. Todo.
En 2019, dentro de la Reserva marina de Galápagos se detuvo solo a una fibra de pesca artesanal entregada a la autoridad competente
La ley nos obliga a cumplir con el monitoreo, señala el viceministro de Pesca, Bernardo Hidalgo. “Son unas 500 embarcaciones industriales de todo tipo las que están siendo monitoreadas dentro y fuera del país para ver si incurren o no en una infracción de pesca ilegal”.
El sistema de control satelital es manejado por la autoridad pesquera y está enlazado con la Dirnea (Dirección Nacional de Espacios Acuáticos). “El dispositivo de rastreo es obligatorio, si tienen un desperfecto o están apagados deben informar, porque la ley manda sanciones severas de hasta $ 80 mil por apagar el dispositivo”.
En la central de monitoreo se ve también la zona exclusiva de Galápagos, la reserva. “Dentro de las 200 millas hay 40 millas náuticas de reserva exclusiva de Galápagos; dentro de esas 40 millas nadie puede pescar”.
Si un barco pesquero invade la reserva salta la alerta, que se activa por ejemplo cuando hay cambios de velocidad, de rumbos, deriva, si se para el barco. Si eso pasa la autoridad actúa. “Si está un barco pegado a la línea de la reserva de Galápagos pero va a 9 nudos, por ejemplo, no va a poder pescar, esos son criterios para saber si hay intención de pescar o no”. Y todo eso lo sabe el capitán del barco.
MONITOREO PARA CONTROLAR LOS BARCOS. El sistema de monitoreo está enlazado con la Marina. Como son tantas embarcaciones el sistema está diseñado para que cada vez que ingresen a una zona no autorizada salte una alerta. Con esas se hacen informes y se abren procesos administrativos. Pero en el caso de la flota atunera “son muy cuidadosos, es muy difícil y raro que se la vea infringiendo”.
Si ingresan a reserva marina esto puede darse solo como arribo forzoso, y si es así piden autorización al Parque Nacional Galápagos e informan a la autoridad pesquera. “Si está en velocidad cero se procede al decomiso de la pesca y se hace un proceso administrativo, pero por lo general no pasa eso”, señala Bernardo Hidalgo. “El sector atunero es bastante ordenado”, se regula por normas internacionales, las reglas son claras y ellos tienen su cumplimiento”. Ninguna actividad ilícita pasaría inadvertida.
La unidad monitorea en tiempo real todas las embarcaciones pesqueras industriales y nodrizas por actividad pesquera en fase de extracción, zonas protegidas, vedas, transmisión de los dispositivos de monitoreo satelital, localización oportuna de acuerdo a la normativa legal que tiene como competencia el Viceministerio de Pesca. “De esta manera se logra la preservación de los recursos bio-acuáticos”.