FMI: Si se retrasa la vacuna para la COVID-19, los costos humanos y financieros pueden ser sustanciales
Las principales funcionarias del organismo aseguraron que la crisis económica todavía está lejos de terminar.
Este miércoles 9 de septiembre de 2020, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, y la directora del Centro de Estudios del organismo, Gita Gopinath, publicaron un editorial en la revista Foreign Policy, respecto a la situación económica global en medio de la pandemia de COVID-19.
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Leer másGeorgieva y Gopinath señalan que la actividad económica mundial colapsó en el segundo trimestre de 2020, cuando alrededor del 85 % de la economía mundial estuvo cerrada durante varias semanas. Como declaró por primera vez el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su Perspectiva de la economía mundial de abril, esto no tiene paralelo histórico.
Las funcionarias del Fondo señalan que el Gran Confinamiento de 2020, como el organismo ha denominado a la crisis actual, ha evocado comparaciones con la Gran Depresión, que comenzó en 1929. Pero la crisis actual es realmente como ninguna otra.
Aunque es demasiado pronto para hacer un juicio definitivo, dicen Georgieva y Gopinath, ya podemos decir que la gravedad y la velocidad de las caídas en la producción económica, el empleo y el consumo durante el Gran Confinamiento fueron mucho mayores que al comienzo de la Gran Depresión. En solo un mes, de marzo a abril, la tasa de desempleo de EE. UU. Se triplicó aproximadamente hasta el 14,7 %, un nivel que no se alcanzó en la Gran Depresión en casi dos años.
Asimismo, ha sido único ha sido el fuerte repunte de la producción, el consumo y el empleo. Con más del 80 % de los países reduciendo las restricciones de confinamiento, la economía mundial ha comenzado a recuperarse de las profundidades de la recesión. La velocidad de este cambio también contrasta dramáticamente con la Gran Depresión, durante la cual el crecimiento negativo persistió durante cuatro años y la contracción global acumulada superó con creces la proyectada para el Gran Confinamiento.
Las funcionarias del FMI aseguran que esta crisis, sin embargo, está lejos de terminar. La recuperación sigue siendo muy frágil y desigual entre regiones y sectores. Para asegurar que la recuperación continúe, es fundamental que el apoyo no se retire prematuramente.
Asegurar una recuperación sostenida y salir más fortalecido del Gran Confinamiento requerirá acción en tres frentes: Primero, la crisis de salud debe ponerse fin, de manera duradera y en todas partes. Los impresionantes avances en el desarrollo de vacunas generan esperanzas de que se pueda lograr este objetivo, dicen las funcionarias. En segundo lugar, las personas deben poder encontrar trabajos productivos. Para ello, es necesario evitar las quiebras de empresas en exceso y crear un entorno propicio para un crecimiento rico en empleo.
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Leer másAunque el mundo ha aprendido a vivir con el virus, es poco probable que se recupere por completo sin una solución médica permanente. La persistente incertidumbre sobre el virus y el miedo a los brotes recurrentes están afectando la movilidad y la confianza de los consumidores y las empresas. La disponibilidad de una vacuna, o terapias con éxito comprobado en el tratamiento de COVID-19, elevará materialmente la perspectiva global.
Pero en lo que respecta a la vacuna, aseguran las funcionarias del FMI, se debe idear urgentemente soluciones multilaterales para tres desafíos inminentes: producción oportuna, un suministro adecuado a nivel mundial y una distribución equitativa.
Retrasar la producción hasta que una vacuna haya pasado con éxito todos los ensayos médicos podría sumar hasta 18 meses a su distribución en muchos países, lo que podría asfixiar la recuperación.
Los costos humanos y financieros de retrasar una vacuna serán sustanciales. Retrasar la producción hasta que una vacuna haya pasado con éxito todos los ensayos médicos podría sumar hasta 18 meses a su distribución en muchos países, lo que podría asfixiar la recuperación. Los gobiernos pueden actuar ahora para introducir mecanismos de distribución de riesgos, como garantías de compra, financiación o colaboración con instituciones públicas de investigación, a fin de impulsar a las empresas privadas a comprometerse con la producción antes de que las pruebas puedan completarse con éxito.