El hambre se multiplica en las calles de la capital
El 26% de hogares no puede cubrir sus gastos alimenticios. Fundaciones dicen que pedido de víveres vive un repunte. Las ollas comunitarias resurgen.
El menú era arroz relleno. Los siete voluntarios de la fundación Luna Roja empezaron a prepararlo a las 09:00 con las donaciones que recogieron el día anterior. Cuatro horas más tarde entregarían más de cien tarrinas a familias y comerciantes informales del sector de Guamaní, un barrio del sur Quito.
“Nos organizamos porque vimos cómo crecía la necesidad y los víveres que debía entregar el gobierno no llegaban. Hay mucha gente aquí que solo come una vez al día porque no le alcanza para más”, explica Carla Espín, miembro del colectivo.
Con ella concuerda Juan Marín, militante de La Unión, otro de los cuatro colectivos que realizan ollas comunitarias en la capital. “Trabajo con fundaciones desde los 18 años y es la primera vez desde el feriado bancario que hay que hacer ollas populares porque la necesidad es tanta que nada la cubre”, reflexiona.
Lo mismo sucede en el sector de Carapungo, al norte de Quito, donde el colectivo La Pobla lleva realizando ya doce ollas populares, y ferias de trueque con el fin de ayudar a los residentes y trabajadores informales del sector.
Según datos de la fundación internacional World Vision, desde el inicio de la pandemia, 26% de los hogares en Ecuador no puede cubrir todos sus gastos de alimentación, una cifra que se agrava más para familias con niños, niñas y adolescentes.
Estos datos los confirma un informe de Unicef sobre la pobreza en el país a raíz de la pandemia publicado la semana pasada. El documento señala que este año la pobreza extrema se duplicará, pasando del 10,7 % al 20 %.
¿Y qué significa ser extremadamente pobre? Que los ingresos por persona no superan los $ 47 mensuales. Previo a la pandemia, Ecuador contaba con cerca de dos millones de personas viviendo en estas condiciones. 1.4 millones más se sumarán hasta diciembre.
En mayo, el Banco de Alimentos de Quito tuvo que cerrar una de sus bodegas tras varios días de aglomeraciones. Eran familias enteras las que se apostaban afuera de sus puertas pidiendo ayuda. Y si bien durante los meses más álgidos de la emergencia sanitaria el índice de donantes pasó de 27 a 62 empresas, los víveres no eran suficientes para cubrir las necesidades de quienes se encontraban en situación de vulnerabilidad y de las setenta fundaciones a las que ayudan mensualmente.
“Hemos tenido un repunte en los pedidos de fundaciones y centros a los que asistimos, e incluso mensajes por redes de personas que nos piden comida”, indica José Luis Guevara, titular de la entidad, cuyo manejo está a cargo de la Universidad Politécnica Nacional. Agrega que conforme en los últimos dos meses, las donaciones se han reducido.
“Nos hemos habituado tanto a ver el hambre que hasta nos parece normal. Ecuador produce suficiente comida para asistir a toda su población, lo que falta es una distribución equitativa. Se desperdician 100 toneladas de comida diaria que podrían alimentar a cientos de personas en situación de vulnerabilidad”, reflexiona.
El Estado ha sumado varias iniciativas a la entrega de canastas para poblaciones vulnerables, entre ellas el ‘Círculo de Hambre Cero’, que impulsa la vicepresidencia, y que se enfoca en la atención inmediata en casos de desnutrición.
Aun así, la vicepresidenta, María Alejandra Muñoz, ha señalado la necesidad de hacer alianzas con el sector privado para poder atender a toda la población vulnerable. “El impacto del coronavirus en la estructura social y económica coloca al país en mayor riesgo de inseguridad alimentaria (...) se buscarán alianzas con organizaciones y empresas que puedan “apadrinar” espacios como comedores populares”, dijo.