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Este sector es una de las principales opciones para generar ingresos rápidos, aunque por ello se deba trabajar hasta 10 horas al día.Miguel Canales.

La informalidad laboral en Ecuador: historias detrás de la crisis

El 60 % de ecuatorianos trabaja en la informalidad, con jornadas de sacrificio y bajos salarios

Un ‘ejército’ silencioso se toma a diario las aceras de Guayaquil y otras ciudades del país. Son los vendedores ambulantes, los taxistas, los artesanos, los jornaleros a destajo, y otros    rostros que son parte de la economía informal de Ecuador, que hoy arropa al 60 % de la población. Como hormigas laboriosas inician desde temprano    jornadas sacrificadas, como consecuencia de la profunda crisis estructural que atraviesa el mercado laboral del país.

(Le invitamos a leer también: En enero de 2025, la informalidad llegó al 56 %, la más alta para ese mes desde 2007)

“Es por supervivencia”, atinó a decir el pasado viernes, Andrea Sallay, de 24 años, mientras buscaba la forma de seguir sosteniendo la docena de ramos de flores que esperaba vender. Ese día, como todos los días, despertó a las 5:00 para trasladarse de Durán hasta el centro de Guayaquil, donde con mucha suerte, logra obtener hasta $ 30 por trabajar 10 horas y más. “Es lo que me toca hacer desde hace un año para poder alimentar a mi hija. Desde que me gradué he buscado empleo en empresas, pero no hay. Llegué a trabajar cuatro años en una camaronera clandestina, pero    no me pagaban bien, no tenía horario, ni vacaciones, algo que algún día sí me gustaría tener”.

La situación de Andrea es un fiel reflejo de las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), que hablan del recrudecimiento que, en la última década, ha venido teniendo el trabajo informal. En solo 10 años, creció 17,6 puntos porcentuales, golpeando en mayor medida a los jóvenes entre 15 y 24 años de edad, con una tasa del 65 %. Si el fenómeno se analiza por zonas, la cifras empeoran en lo rural. En el campo, se estima, siete de cada diez personas, trabajan en la informalidad; es decir, aquella relación laboral que no está sujeta a la legislación de un país, no cumple con el pago de impuestos, no tiene cobertura de seguridad social y carece de otros beneficios relacionados con el empleo.

Según el INEC, desde el 2021, cada vez son más los hombres que laboran bajo estas condiciones. A diciembre de 2024, su tasa llegó al 58,4 % (por encima del 57 % de ellas), incrementando 19 puntos en los últimos 10 años.

Los datos denotarían la reversión de una tendencia, dice Jorge Altamirano, economista y coordinador Académico de la UIDE (Universidad Internacional del Ecuador), pues normalmente, han sido ellas las que han debido enfrentar mayor precarización laboral. “Pero eso ha ido cambiando porque las empresas han visto en las mujeres mayor compromiso...los hombres encuentran un mejor trabajo y se van a otra empresa, las mujeres por su condición tienden a ser más leales”. Otro factor que no está medido aún, pero que puede explicar también esas cifras, agrega, es la migración.    “La mayoría de gente que sale del país de forma irregular son hombres, al no tener varones disponibles, se les da la oportunidad a ellas”, dice Altamirano quien también analiza el problema desde su globalidad.

Para él, el fenómeno de la informalidad laboral es la consecuencia de los años de bajo crecimiento económico que tiene Ecuador. “En el 2021, luego de la pandemia, casi todos los países han presentado una recuperación muy importante, menos la ecuatoriana que no ha logrado alzar la cabeza. Seguimos creciendo a menos del 2 %, por encima de lo que crece la    población y sus necesidades. En este último año, incluso hemos tenido lo contrario, un PIB negativo (-1,5% en el tercer trimestre) que lo hace más preocupante”.

En las calles, a puertas de una nueva elección presidencial, tampoco hay esperanza de que el escenario pueda mejorar a corto o mediano plazo. Gabriel Ochoa, de 29 años, mientras conduce su taxi, está consciente de que si la economía no    tiene un repunte son pocas las empresas que lo querrán volver a contratar. Este bachiller contable estuvo enrolado por casi cuatro años en una compañía, pero desde hace dos semanas fue uno de los tantos millones de ecuatorianos que entró a la informalidad. “Recién estoy taxeando, a ver cómo me va. Todo esto se debe a la falta de oportunidades”, dice Ochoa, quien al igual que Andrea no ha podido seguir sus estudios, ante la falta de cupos en una universidad.

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La Organización Internacional de Trabajo (OIT), consultado del tema por Bloomberg, uno de los principales medios financieros del mundo, hizo un llamado a implementar políticas efectivas que impulsen el empleo formal, especialmente en países como Ecuador, Perú, Colombia, Paraguay, México y República Dominicana con tasas de informalidad, superiores al promedio regional    y en algunos casos encima del 65 %. La era    tecnológica, se advierte, agrega un mayor desafío, pues la automatización y la inteligencia artificial están transformando al mercado laboral, lo que afecta a trabajadores poco preparados.

Altamirano concuerda en lo difícil que es salir del ‘bache’, pero Ecuador, dice, debe empezar por lo básico. Primero, por mejorar las condiciones del mercado. “Hoy en día nadie quiere invertir en negocios que crean empleo, porque tiene miedo a ser vacunados, que lo puedan secuestrar y luego pedir rescate”. Otro blanco, dice, es trabajar también en el fomento de la cultura de la formalidad. “La informalidad no es solo precariedad, existen actividades con buenos ingresos que se niegan a formalizarse por evadir el pago de impuestos y obligaciones laborales, esto también afecta a la economía y hay que cambiar”.

Un seguro social especial 

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Educación. La falta de preparación resta oportunidades de hallar empleo.Miguel Canales.

La agricultura es el sector donde más se enquista    la informalidad con una tasa del 86,7 %; no obstante, en la última década es    la construcción la que ha venido arropando a más trabajadores informales de forma acelerada. Si bien su tasa es de 78%, eso significa 24 puntos más que hace 10 años. Henry Yandún, de Costructores Positivos, atribuye no solo el problema al decrecimiento de este sector productivo (la participación de la construcción en el PIB cayó del    9 % al 6 %en los últimos años), sino a las construcciones informales que están en todo el país. “Si usted va a pintar su casa, contrata    a maestros con sus ayudantes. Ellos no se afilian, son personas que trabajan por horas y de esto está lleno todo el país.    Se dice que en Quito, el 70 % de la construcción es informal”. Una salida para ayudar a mejorar la condición de estos empleados es que desde el Gobierno se diseñe un seguro especial para ellos. “Nuestra propuesta es que se facilite una legilación moderna, una facilidad para que ellos se afilien y desafilien, a manera que entran  y salen de un trabajo temporal”.

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