Los mariachis tocan un pedido de ayuda
Los ‘mata’ la inseguridad y la informalidad. En el Día de la Madre no recuperan ingresos como antes. La facturación se redujo en más del 50 %
Los mariachis están en aprietos económicos, sus ingresos ahora son menos. El Día de la Madre llegó y están listos para ofertar sus mejores descuentos; pero el mercado no es el mismo, aseguran. Han tenido varios fuertes golpes a su economía, por la inseguridad, la informalidad y la ola migratoria.
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Leer másEstos hechos, señalan, les ha repercutido en una caída del 50 % en sus ingresos. Desde julio del 2022 hasta hoy se les han reducido a menos de la mitad las presentaciones que recibían por semana, antes tenían cerca de 15 contratos y en la actualidad son alrededor de cinco.
Pero no solo eso les preocupa, otra causa que está destruyendo sus empleos y oportunidades es el aumento de los ‘puestos fantasmas’. Así es como los mariachis denominan a los grupos que se colocan un puesto improvisado en la calle y son ambulantes, no siempre se ubican en la misma vereda. No tienen un local propio que dé alguna fiabilidad de que van a cumplir con el servicio pagado.
cerca de 90.
Quienes llevan años en este negocio detallan que estos ‘puestos fantasmas’ cada vez son más comunes y aparecen usualmente para fechas como el Día de la Madre o Navidad, pues aquí es donde tienen mayor demanda.
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Leer másUno de los lugares donde se ubican es en ‘la calle de los mariachis’, en la zona de Gómez Rendón, dicen los cantantes formales que se distinguen por tener factura, además del local. “Los informales tienen precios más bajos, pero no tienen la misma fiabilidad, porque hay quienes asisten al evento, y hay quienes no, y terminan estafando a la gente. Y cuando quieres reclamar, ellos ya se fueron de donde los encontraste”, señala Lourdes Loor, líder de la Unión Informal de Mariachis en Guayaquil.
Los precios justos del mercado rondan entre los 100 y 120 dólares por grupo, por ese pago se pueden escuchar 10 canciones, son seis músicos los que asisten con sus equipos e instrumentos musicales a la presentación. El número de artistas puede bajar a cinco o cuatro, con menos canciones, y allí el precio es de hasta los 90 dólares, cuando son grupos formales.
Los puestos ‘fantasma’, la pandemia y la ola migratoria ya nos pegó lo suficiente, ahora la inseguridad está matando más rápido al negocio.
En el caso de los informales los costos son más bajos, están entre 50 y 60 dólares, y esto impacta de forma negativa en el mercado. Loor destaca que entre los mismos miembros de este colectivo buscan hablar con aquellas personas que ‘se venden’, con la intención de convencerlos de que cobren los precios justos que hay en el mercado, para generar una competencia sana, y así terminar con las pérdidas económicas que muchos viven, lo que lamentablemente agrava la calidad de sus vidas y vocación.
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Leer másCarlos Vinueza, del grupo Gallo de Oro, atribuye este problema a una mayor presencia de extranjeros, entre ellos venezolanos, que en el último año han empezado a participar también en este mercado. “Pero el problema no es de ahora. Se hizo más fuerte desde el 2018, lo que nos puso contra las cuerdas. Porque hay quienes todavía se niegan a administrarse con los costos justos que hay en el mercado, para no afectar al resto. Hay incremento de los ‘puestos fantasmas’, ellos no respetan al cliente, los engañan con sus servicios”, relata Vinueza.
La situación en Pichincha es similar. Según Dorys Luzuriaga, representante de la Asociación de Mariachis Profesionales de esta provincia de la Sierra, hace 15 años experimentaron un decrecimiento gradual en sus precios, hasta el punto en que han llegado a ofrecer hasta 60 dólares por 10 canciones con 6 integrantes de la banda.
Es necesario que estos costos sean regulados. El precio ha bajado tanto, que para muchos músicos la ganancia ya no vale el sacrifico.
“Asimismo fue en el 2018 en que el problema llegó a su punto más crítico, varios migrantes llegaron a ofrecer servicios tan baratos que tuvimos que ver como empezar a competir con ellos, desde ahí comenzamos a bajar mucho más rápido nuestros costos. Nunca pudimos controlar esta situación acá y ahora estamos subsistiendo de una u otra forma con los pocos ingresos que hacemos”, señala Luzuriaga.
EXPRESO consultó con varios músicos extranjeros que se manejan con estos precios, aunque dieron su opinión prefirieron mantener el anonimato. Detallan que entre las razones de mantener bajos costos, entre los 60 y 50 dólares, es para ser una de las primeras opciones a escoger de los clientes. “Es una forma de competir. Nos escogen más rápido, hay más personas que buscan el servicio y así tenemos más órdenes”, señala uno de los extranjeros, que insistió en no revelar sus nombres por temor a ser víctima de una represalia.
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Leer másCon la fuerte competencia algunas veces se puede lidiar, pero si se habla de inseguridad, ahí el margen de acción es menor.
El creciente índice delictivo que hay en el país también se ha reflejado en pérdidas económicas para este sector. Pues muchos ciudadanos desconfían y temen ser estafados, por ello evitan contratar a los mariachis para eventos.
Los mariachis para evitar ser víctimas de robos han optado por tomar sus propias precauciones, pues se limitan a trabajar en áreas que hoy se consideran menos inseguras, perdiendo así varios clientes potenciales.
Pese a esta medida, sienten en carne propia que “ya no hay ningún lugar seguro”, comenta Mariu Álvarez, del grupo Sabor de México.
Álvarez recién lleva un año en el negocio y señala que las reservaciones para dar serenatas cada vez son menos. “Comenzamos teniendo de diez a quince presentaciones y ahora llegan hasta tres o cuatro por semana”, se queja la artista.
Otra de las cantantes de la calle Gómez Rendón, que prefiere no dar su nombre por el temor a las represalias, comenta que a uno de los grupos de Guayaquil le robaron la furgoneta mientras cantaban en un evento social.
El pedido de todos estos músicos es que las autoridades intervengan y fijen un control, regularizando la oferta que trastoca sus ganancias. También que se les otorgue mayor resguardo policial cuando deben trasladarse de un lugar a otro con sus equipos.
Por la inseguridad tienen el temor de que se les lleven el poco dinero que ganan cantando o que les roben los instrumentos musicales, de allí la razón por la que ya no están dispuestos a ir a cantar a cualquier barrio, como lo hacían antes.
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