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Filas.- Un grupo de jóvenes buscan empleo.Archivo/ Expreso

Más y mejor empleo en Ecuador: ¿cómo?

El Estado viene siendo un motor laboral con resultados deprimentes ¿Qué esfuerzos debe hacer el sector privado?

Que la creación de empleo dependa del Estado es una mala noticia. En la última década, los indicadores sociales y la calidad del empleo incrementaron su dependencia de la actividad pública, lo que quiere decir que estuvieron atados a los ciclos del gasto público: si hay más dinero para gastar porque sube el precio del petróleo o aumenta el gasto estatal (por ejemplo, contratando deuda), la oferta de empleo aumenta. Por el contrario, si los ingresos bajan porque baja el precio del petróleo o existe menos gasto (por ejemplo, porque debemos pagar esa deuda antes adquirida), el empleo cae. A partir de 2012, la reducción del gasto ha confirmado que las mejoras registradas en periodos anteriores no lograron ser sostenibles. Así, pese a los años de bonanza petrolera, persisten los niveles de pobreza, informalidad, desempleo joven, brechas de género y sectoriales.

El debate sobre las mejores opciones para impulsar más y mejor empleo esta vigente. La situación refleja los desafíos de un país cuya estructura productiva está apalancada en pocos sectores de baja complejidad y que requieren de inversión para reanimarse. Por lo antes descrito, las decisiones sobre el gasto público van a tener efectos directos en las cifras laborales. Entonces, ¿en qué sectores, qué lugares y qué tipos de inversión se debe priorizar el gasto estatal y los esfuerzos privados para crear plazas de trabajo?

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A nivel sectorial, en la red productiva los rubros con mejores encadenamientos y con mayor intensidad laboral tienen más potencial de crear empleo. Estos serían principalmente los relacionados con el sector alimentos (cárnicos, lácteos, confites, elaborados de café, camarón); sectores primarios como pesca y acuicultura; y en tercer lugar sectores como turismo y construcción.

Desde el punto de vista territorial, si bien Quito y Guayaquil destacan por su capacidad de mover la economía de las poblaciones cercanas, también existen zonas intermedias que tienen un potencial similar pero que necesitan de impulsos puntuales para consolidarse como polos intermedios de desarrollo.

El análisis espacial muestra regiones calientes como el austro, la cuenca alta del Guayas y el norte de la Sierra, donde son necesarias políticas de articulación productiva. Aquí se requieren acciones para el desarrollo de clústeres locales (coordinación público-privada local), así como la identificación y desarrollo de infraestructura logística mancomunada con los gobiernos locales para establecer corredores productivos locales.

Del mismo modo, la zona norte de Esmeraldas, el sur de Manabí y la Amazonía centro tienen conexiones productivas establecidas con sus vecinos, pero muestran desafíos estructurales. Se requiere fortalecer sostenidamente oferta logística, de educación básica, técnica y de servicios, que permitan desarrollar sectores con potencial.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) clasifican cantones según las intersecciones entre potencial productivo (agrícola y pecuario), eficiencia y pobreza. Con base en ello, se pueden inferir ciertas políticas regionales:

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Campo.- Personas trabajando en la agricultura.Archivo/ Expreso
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a) Sierra centro y Amazonía norte, como zonas con alta pobreza y bajo potencial productivo (zonas rojas), que requieren intervención urgente con medidas de alivio de pobreza, incluyendo mayores esfuerzos para erradicar la desnutrición crónica infantil, acceso a servicios básicos (especialmente agua potable), formación y aprovechamiento de la gobernanza comunitaria para generar ventajas productivas y la creación de oportunidades.

b) Costa norte (Manabí, Esmeraldas) y la Amazonía, con alta pobreza y alto potencial productivo, donde las políticas de fortalecimiento productivo tienen mayor potencial de generar resultados rápidos (un buen lugar para priorizar infraestructura, capacitación técnica y acceso a créditos).

c) Cuenca alta del Guayas, con pobreza y potencial productivo moderados, que puede enfocarse en innovación agrícola y pecuaria, tecnificando la producción y generando sinergias entre empresas que aumenten la complejidad económica de la zona, lo que a su vez permitirá aprovechar nuevas oportunidades de exportación.

En el largo plazo, se requiere cerrar brechas tecnológicas y de acceso a factores para las ‘zonas rojas’ (Sierra centro), así como promover innovación, conservación, provisión de servicios y turismo comunitario (Amazonía), junto con el diseño de políticas microrregionales de corto, mediano y largo plazo.

Desde lo público, la evidencia muestra que hay impactos diferentes dependiendo del tipo de gasto que se realiza, tanto en el número de empleos creados como en su formalidad y capacidad para sostenerse en el tiempo. Para el Ecuador, la inversión pública que más rápidamente generaría empleo es en vivienda y vialidad, con 62 mil y 36 mil empleos (acumulados en tres años) respectivamente por cada 1.000 millones de dólares en inversión. Le siguen la infraestructura educativa, de salud y las transferencias por el bono de desarrollo humano, con 20 mil y 16 mil empleos respectivamente. Finalmente, el microcrédito tiene más efectos en mantener empleo que en crearlo.

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Una adecuada delegación de competencias del Gobierno al sector privado, considerando estas prioridades, permitiría inversiones más rápidas y eficientes, por lo que aumentaría tanto la cantidad de empleos generados como la velocidad con la que pueden ser creados. Si a esto se suman reformas laborales que permitan tener relaciones más justas y equilibradas, el país podría dar un salto importante en sus esfuerzos por alcanzar una recuperación económica sostenida.

Se requiere profundizar el análisis para determinar brechas de eficiencia (factores) y aterrizar estrategias sectoriales, territoriales y de inversión para maximizar su impacto. Sin embargo, la tarea va más allá, pues se requiere sobre todo inversión privada y, para ello, un entorno regulatorio y de servicios (trámites, permisos, licencias, etc.) orientado a facilitarla, así como conectividad vial, tecnológica y seguridad energética.

Crear trabajo debería ser el primer punto de un gran acuerdo nacional, aplicando políticas responsables y probadas. El empleo no solo genera beneficios económicos, sino que sobre todo es un gran catalizador de dignidad, esencial para que cualquier sociedad sea viable. Ecuador no puede seguir dependiendo de la suerte de los ciclos petroleros, sino que necesita que a los esfuerzos del sector productivo y del Ejecutivo se sumen de forma coordinada y generosa los gobiernos locales, la academia, entre otros. Crear trabajo, más que una política, es un acuerdo mínimo de convivencia pacífica.

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