El moko del banano: una amenaza silenciosa
Es una bacteria devastadora pero de la que poco se habla, pese a estar presente en 12 provincias. El Iniap intenta frenar su avance con la reproducción y uso de hongos.
Cuando se habla de amenazas en la industria bananera, la preocupación se centra en la inminente y temible llegada del letal fusarium, pero poco se habla del moko, una enfermedad igual de devastadora, que de forma silente ha venido radicándose en los cultivos de la fruta. Focos infecciosos ya se han reportado en plantaciones de 12 provincias.
Las exportaciones de banano cayeron 2,5% en 2021
Leer másFitopatólogos califican al moko o marchitamiento bacterial como uno de los problemas fitosanitarios de gran impacto económico en los cultivos de banano y plátano de las zonas tropicales y subtropicales del mundo. En Ecuador se detectó por primera vez en 1978 en la Amazonía (Napo), pero hoy por hoy, asegura Víctor Hugo Quimí, experto bananero, está presente en zonas de Esmeraldas, Manabí, Los Ríos, Cotopaxi, El Oro, Santo Domingo y Sucumbíos. Quimí, quien viene trabajando con producto orgánico desde algún tiempo para mitigar el problema, explica que esta bacteria, a diferencia de otros males, ataca a la planta por diferentes vías, provocando la muerte de sus hojas y decoloración dentro de su tallo, restándole así la capacidad para producir los mismos niveles de fruta.
Su diseminación con el tiempo ha sido evidente, pero Agrocalidad, la agencia encargada de la regulación y control fito y zoosanitario del país, prefiere ahora no hablar de sus niveles de incidencia. Consultada por EXPRESO ha admitido vía correo electrónico el problema, con mayor afectación en Manabí, El Oro y Los Ríos, pero obvia relevar el número de focos de infección y su repercusión en hectáreas afectadas.
Hay quienes creen que transparentar este problema, podría ser contraproducente, pues eso asustaría a los mercados internacionales y los motivaría a aplicar ciertas restricciones a la oferta de banano ecuatoriano. Tal como lo han hecho Sudáfrica y Argentina que hoy ya exigen al país un análisis de laboratorio para descartar la presencia del moko.
Pero ¿es la forma de erradicar esto? Más allá del temor, ¿qué se está haciendo para frenarlo? Agrocalidad cita los constantes monitoreos. Solo en 2021, dijo, se ejecutaron más de 21.000 para detectar la enfermedad, que controla bajó parámetros del Plan Nacional que para el efecto se creó en el 2015. A ello, añade, se deben sumar las constantes capacitaciones a los productores sobre este y otros problemas sanitarios.
No obstante, en el campo dicen no sentir ese plan de acción. Todo lo contrario, José Antonio Hidalgo, presidente de la Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador (AEBE), exhorta al Gobierno la urgencia de diseñar una política que, al igual que fusarium, incluya un presupuesto y medidas integrales de acción. No hacerlo, dice, es seguir exponiendo al sector al riesgo de ver bajar sus niveles de producción y oferta. “La verdad es que es bastante preocupante por la forma en cómo creemos está avanzando. Cuando se detecta el moko, su erradicación implica quitar plantas infectadas haciendo que determinadas fincas no puedan tener producción hasta por 14 meses. Visto desde ese punto es grave, porque en este cultivo se corta la fruta semanalmente”.
Pedro Álava, actual ministro de Agricultura, admite que el tema requiere de atención, pero le alivia decir que, a diferencia del fusarium, existen formas más eficientes de controlarlo. Y en eso, dice, están trabajando junto a Agrocalidad y el Iniap (Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias).
El ministro cita el criadero de trichodermas, que no es otra cosa que la multiplicación de pequeños hongos u organismos de suelo, con los que a corto plazo se espera debilitar el moko. Ignacio Sotomayor, especialista en enfermedades del banano del Iniap, señala que este laboratorio que antes solo servía para diagnóstico será convertido en una cría artesanal. “El conocimiento de esto siempre ha estado, pero esto no se había hecho antes por falta de recursos”, dice. La idea, explica, es que estos organismos vayan al campo y que secreten sustancias que finalmente actúan contra diversas enfermedades de la planta. No obstante, aún están en la formulación del producto y los primeros resultados se verán dentro de un mes.
Un declive silencioso marca presión en el sector bananero
Leer másSotomayor admite la alta capacidad de diseminación que tiene esta bacteria, por ello coincide con Agrocalidad en que la capacitación en el control de este tema es clave. Hasta el momento, dice, se han originado más de 400 eventos con los que se ha capacitado a 11.700 agricultores. “Con esto se les explica cómo diferenciar la enfermedad de otra porque hay síntomas que pueden confundirse y crear una falsa alarma”, otra pauta es saber cómo deben comunicar el tema y aislar el problema en caso de detectarse.
Sin embargo, Franklin Torres, presidente de la Federación de Productores Bananeros, coincide con Hidalgo en creer que si ha habido medidas, estas han sido insuficientes para una bacteria que, afirma, está en todos lados.
Tiene alta presencia en Los Ríos, su área influencia, donde asegura ningún tipo de capacitación ha llegado, ni al mediano ni pequeño agricultor. “Tenemos casos identificados en Patricia Pilar y Valencia, fincas que hace tiempo deberían estar ya en tratamiento, bajo algún tipo de cuarentena para que eso no se siga propagando, pero no se hace nada. En otros casos, los técnicos han ido, han tomado muestras, pero hasta el día de hoy los propietarios de estas haciendas reciben un diagnóstico”.
Cuando se le pregunta de la magnitud de este problema, dice desconocerlo. “Aquí no se sabe con exactitud cuántas hectáreas de banano hay sembradas, peor el nivel de penetración de la enfermedad”, aclara. Un panorama que, lamentablemente, se replica en otros puntos del país.