
Análisis Estratégico: Política + negocios = mal negocio
Las empresas de Elon Musk no la están pasando bien tras el inicio del gobierno de Donald Trump
La frase ‘zapatero a tus zapatos’ ha demostrado su vigencia al hacerse evidente lo que está ocurriendo con la marca de vehículos Tesla a partir del involucramiento desenfadado de su fundador, Elon Musk, en la administración Trump.
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Nadie discute si Musk es hoy el hombre más rico del mundo, su patrimonio se estima en más de 340 mil millones de dólares y a pesar de haber perdido unos 40 mil millones desde el inicio del año, sigue siendo 109 mil millones más rico que el segundo, Mark Zuckerberg.
Space X, Tesla, X, Neuralink y algunas empresas más están bajo su control directo y hasta hace poco las expectativas de que gracias a su influencia estas puedan ser aún más grandes, influyentes y ricas, han chocado con la dura realidad de que muchos de aquellos que lo admiraron por su ingenio, peculiar personalidad, capacidad de crear valor y mirar al mundo desde diferentes perspectivas, han desatado no solo su enojo contra él, sino su ira contra sus marcas, particularmente Tesla, la marca de automóviles más valiosa del planeta.
A pesar de que el presidente Trump llama a Musk patriota y héroe, y que convirtió el jardín de la Casa Blanca en ‘showroom’ para Tesla durante algunas horas y que frente a la prensa compró uno, no ha parado la caída en el precio de sus acciones y la empresa se ha desvalorizado dramáticamente desde que se inició el año; cayó de 1,54 billones a 800.000 millones de dólares.
La crisis es tan grande que el 18 de marzo pasado sus principales ejecutivos, y varios miembros de la Junta Directiva, incluyendo un hermano de Musk, vendieron parte importante de su paquete accionario.
El desencanto de los consumidores actuales y potenciales de la marca no está relacionado con el desempeño de los vehículos, es un clásico ejemplo de transferencia de valores (antivalores) del fundador a la marca. En este caso su, intencional o no, saludo a la usanza Nazi, las posturas radicales a favor de políticos de extrema derecha en varios procesos electorales y el presidir el ente gubernamental de EE.UU. encargado de reducir burocracia y lograr ahorros, entiéndase despidos, han generado no solo un boicot afectando fuertemente las ventas, sino violencia y vandalismo contra los distribuidores. Pero lo más complejo es que la marca se asocia hoy a emociones y sentimientos negativos que, por ahora, nadie está tratando de corregir.
Se han conformado grupos como ‘Overthrow Musk’ o ‘Everyone Hates Elon’, que han desarrollado campañas publicitarias en contra de Musk y Tesla utilizando artillería creativa de primer nivel, como la de un anuncio que puede verse desde el espacio realizado en una playa que dice ‘Don´t buy a Tesla’, afiches en buses que muestran la curva decreciente del precio de sus acciones, piezas de vía pública que bautizan a Tesla como ‘Swasticar’ (carro de la esvástica) e incluso el anuncio de la película ficticia ‘The Fast and the Furher’, con Musk como protagonista. Se ha generado una acción de levantamiento de fondos llamada ‘People vs. Elon’ para impulsar la campaña que lidera un activista que ya antes ha desarrollado campañas de este tipo contra el gobierno británico y se pide a las personas que donen un centavo cada vez que Musk escriba algo en su red social X. Podría dudarse de que estas acciones sean reacciones espontáneas de ciudadanos y hasta podría pensarse mal y sospechar que un competidor está tomando ventaja del flanco débil que Musk ha mostrado al participar activamente en política e impulsar el deterioro de la reputación de Tesla, de su “Baby”, como la llamó Trump.
Lo indiscutible es que las marcas y los empresarios al abanderizarse con causas polémicas tienen muy poco por ganar, sean estas ‘woke’ o ‘antiwoke’. Aplica incluso para el más rico del mundo.
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