Ecuador carece de grandes oradores políticos
La forma de hacer política en el país ha cambiado, dicen analistas. Dar discursos magistrales para conseguir el voto ha quedado en el pasado
Los ciudadanos se agolpaban en plazas y calles para escuchar sus palabras. Sus expresiones llenaban a sus seguidores y hacían confundir hasta a sus más grandes detractores. José María Velasco Ibarra fue una de las figuras más importantes en la política ecuatoriana en el siglo XX.
El cinco veces presidente de la República es uno de los más grandes oradores que ha tenido este país a lo largo de su historia. Incluso se le atribuye la frase “Dadme un balcón y seré presidente”, vanagloriándose de sus habilidades con las palabras.
Hablando de oradores nacionales, es imposible no destacar al expresidente Jaime Roldós Aguilera. El cierre de su discurso el 24 de mayo de 1981, horas antes de morir en un trágico accidente aéreo, es quizás la frase más icónica de la política nacional en la época contemporánea.
“Este Ecuador amazónico, desde siempre y hasta siempre. ¡Viva la Patria!”, aún retumba en la memoria colectiva nacional cuatro décadas después.
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Leer másLa primera magistratura del país ha sido ocupada por figuras con el don de atraer masas a través de sus discursos, con estilos formales, técnicos y directos. Pero en la actualidad, los candidatos a diversas dignidades nacionales no destacan por esto al expresarse frente a multitudes.
Hoy, en muchos casos, a los presidenciables les cuesta hablar en público. Algunos evitan dar entrevistas con ciertos medios de comunicación al no tener la suficiente capacidad para responder con sólidos argumentos los temas planteados. Incluso piden conocer previamente las preguntas que deben responder.
¿Al elector actual le importa que el candidato sea un buen orador? Analistas consultados por EXPRESO coinciden en que ya no. Arianna Tanca, politóloga, explicó que la forma de hacer política ha cambiado en los últimos años, y que los aspirantes a un cargo de elección popular tienen más recursos para llegar a los ciudadanos.
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“Antes la única forma de escuchar al político era viéndolo a través de sus intervenciones, primero radio y después televisión, y hoy tienes redes sociales donde lo puedes conocer sin necesidad de la formalidad que requiere un discurso político. Las formas de discurso político también han variado muchísimo”, manifestó la analista.
El elector espera que el candidato tenga solvencia en determinar cómo va a arreglar un problema. La gente no vota por el que habla más bonito, sino por el que de alguna manera se sintoniza con ellos.
Para Francesco Aycart, consultor político, explicó que las restricciones por la pandemia también generaron que el candidato busque otras opciones para llegar al electorado. Y en la actualidad, las redes sociales comienzan a dominar las contiendas. Por ello, los aspirantes buscan a los votos jóvenes.
“Ahora no necesitas tanto la oratoria técnica, ya la gente no se impacta con eso. De hecho, cuando tú empiezas a escuchar la oratoria técnica actualmente hasta te molesta, te aburre. Necesitas una persona que te hable como tú hablas, que trate de solucionar las cosas, obviamente con más poder, pero igual que tú lo harías”, explicó.
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Leer másSin embargo, aclaró que sí es importante que un político tenga la preparación adecuada para expresarse frente a las multitudes. Y que este aspecto ha sido descuidado por la mayoría.
“¿El resultado? Ves en la Asamblea a personas que, si saben articular dos palabras, es mucho, porque entraron, entre otras cosas, por su popularidad en otros campos lejos de la política, y cuando los mandan a leer, se traban”, expuso Aycart.
Muchos candidatos cometen exabruptos al salirse del libreto preestablecido por sus asesores al dar discursos o en entrevistas. En las últimas semanas hemos sido testigos de varios de esos casos, que los llevan a “aclarar” sus propias declaraciones.
Pero finalmente, reiteran Tanca y Aycart, el ciudadano pide que ese candidato se enfoque en solucionar sus problemas, sin importar su forma de expresarse o incluso su ideología.
“Hoy al electorado no le importa si es un político acartonado o no. Lo que importa es que resuelva. Guillermo Lasso era un candidato acartonado y logró, por las razones que sean, ganar”, sostuvo Tanca.
“El elector espera que el candidato tenga solvencia en determinar cómo va a arreglar un problema, y no está esperando a una persona que tenga un estilo bonito. La gente ahora es más práctica, la gente no vota por el que habla más bonito sino por el que de alguna manera se sintoniza con ellos”, dijo Aycart.
Queda claro que ha mutado la forma de hacer política, así como lo ha hecho la visión de los electores. Quizás no necesitemos mejores oradores en el país, pero sí mejores políticos. No obstante, los candidatos de hoy deben seguir preparándose para estar a la altura del cargo que van a desempeñar.
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Estilos diferentes al hablar con la multitud
Además de Velasco Ibarra y Roldós, la política nacional ha acogido a grandes oradores. El analista Francesco Aycart citó al fallecido expresidente León Febres Cordero, al exmandatario Rafael Correa y al exalcalde de Guayaquil, Jaime Nebot.
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Leer másJaime Hurtado, diputado asesinado en 1999, también forma parte de esa lista. Sus expresiones en el Pleno del Congreso Nacional, en los diversos mítines políticos o reuniones de organizaciones a las que asistía lo catapultaron como una figura política destacada en la oratoria.
Hay casos excepcionales, como el expresidente Abdalá Bucaram. Tanca explicó que él goza del “don de la tarima”, pero no se lo puede calificar como un orador. Para Aycart, el exlíder del otrora Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) “sintonizó con el lenguaje del pueblo”, en su momento, lo que lo llevó a ganar las elecciones de 1996.
“Es una variación de la oratoria tradicional. Roldós era más fino, Nebot al principio también (cuando era gobernador en 1984)”, dijo Aycart.
Hizo una comparación entre los estilos de Bucaram y Correa al expresarse frente a sus seguidores.
“Para mí tan populista como lo fue Bucaram, lo fue Correa. Lo que pasa es que el primero utilizaba el lenguaje de calle, y Correa se quiso presentar como el que estaba en la calle pero que se logró superar. A la larga es el mismo populismo, pero con diferente lenguaje”, manifestó Aycart.
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