El Ecuador en la ONU

No es un tema prioritario en la agenda de los intereses cotidianos, pero debería serlo, aquel vinculado con las relaciones internacionales.

Como bien se conoce, ahora un poco modificada la tendencia a favor de una preocupación creciente por los asuntos que le interesan a todo el planeta, la mayor parte de los ciudadanos del orbe piensan en ámbito barrio, ámbito ciudad, y menos en cuanto al país, el continente o el mundo en el que viven.

Así también ocurre entre los ecuatorianos y, con plena conciencia de la importancia relativa de su país, no es llamativo el verlo jugar en las “ligas mayores”.

Hacerlo en foros internacionales, tal cual la Asamblea General de las Naciones Unidas, presidida hoy por una ecuatoriana, debería ser motivo para otorgarle una atención especial. Y así parecen haberlo entendido tanto el Gobierno como la Cancillería.

Por eso el presidente Lenín Moreno ha ido directo y claro a los asuntos mundiales que más peso tienen en la actualidad.

Persistiendo en la potencia del diálogo como el instrumento clave en la solución de los conflictos, ha dejado un mensaje inequívoco respecto a las fallidas intenciones integracionistas que sirvieron para tratar de garantizar impunidad a unas tropas de asalto que se han tomado algunos de los países del continente. La proclama contra las dictaduras ya no deja espacio para mantener dudas respecto a una voluntad de adherir a los principios que sustentan la idea democrática.

Igualmente, en el doloroso tema de los migrantes, el primer mandatario ha sido consecuente con sus propias propuestas al exigir la vigencia de lo recientemente acordado como Pacto a favor de los migrantes en Estambul.

A propósito, ha desnudado la tragedia venezolana que significan seis mil ciudadanos llegando diariamente a nuestras fronteras y ha clamado por una acción continental y mundial para acabar con la causa que la genera.

Por el estilo, insistiendo en la necesidad de robustecer a los organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas, incluso admitiendo que estos requieren reformas profundas, no ha dejado fuera el tema de la protección del medioambiente y la prioridad que merecen los pacientes sobre las patentes, aludiendo al elevado costo de algunos medicamentos que los vuelven inasequibles a los más pobres.

Falta entonces que esos mismos principios invocados hoy sean asumidos con firmeza casa adentro y no se frene el combate a la corrupción en el Ecuador.