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  • Diligencia. Rodeado de hombres armados, con casco y chaleco antibalas, el procesado Daniel Salcedo acudió a rendir su testimonio anticipado.René Fraga

    Ecuador: el país donde los jueces roban a los mafiosos

    Daniel Salcedo confirmó una vez más podredumbre judicial y la casta política continúa sin enterarse. Un análisis

    En este país ya no se puede ser mafioso. Tratas de ganarte la vida honradamente, traficando medicinas, influencias, cocaína o lo que fuera, y por poco que te descuides no tardarás en verte involucrado en tratos con personas indeseables que te piden plata a chorros: son los jueces. Cobran cantidades exorbitantes a cambio de servicios tan elementales como un habeas corpus, un traslado, una sentencia exculpatoria… Fijan tarifas arbitrarias y luego te persiguen exigiendo sus pagos. Ya puedes estar huyendo de la justicia en Panamá, que ellos se dan modos de ubicarte y comunicarse contigo para hacerte acuerdo de tu deuda. Luego no cumplen con su parte del trato y se embolsan lo cobrado. Te roban descaradamente. No hay quien pueda con ellos…

    BYRON GUILLEN

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    Así, poco más o menos, pintó sus relaciones con el sistema de justicia el delincuente sentenciado por corrupción hospitalaria y procesado en el caso Metástasis, Daniel Salcedo, en el testimonio anticipado que ofreció este lunes como parte del proceso por el caso Purga. Y lo peor es que, quitando el tonito de victimismo que caracteriza al personaje, parece que la descripción es bastante fiel a la realidad de los hechos.

    Ecuador: un país en el que los mafiosos no necesitan amenazar a los jueces porque son los jueces quienes se les ofrecen; los citan en los bajos de la Corte Provincial o los recogen en sus carros para negociar con ellos mientras pasean por la ciudad, como Lino Ramos; los hacen peregrinar hasta Manta para recibirlos en alguna discreta ciudadela, como cuenta Salcedo de Byron Guillén; o directamente van a verlos en la cárcel, como Banny Molina cuando se reunió con él, Jorge Glas y el abogado de ambos, Cristian Romero… Son los jueces quienes establecen las tarifas: 70 mil por un traslado, 150 mil por un habeas corpus, 300 mil por una ratificación de inocencia… Y fijan el monto de las cuotas. Los mafiosos nomás se la pasan negociando. Regateando. Pidiendo facilidades de pago. Y al final del día (es increíble) resultan perjudicados. A Daniel Salcedo, según él, lo estafaron todos: Guillén se alzó con 10 mil dólares de un anticipo por una sentencia exculpatoria (en un caso de lavado de activos) que no se dio; Lino Ramos fue sacado de la causa y no devolvió los 5 mil que ya había cobrado; Johan Marfetán recibió 5 mil por un sorteo y 20 mil por un habeas corpus, y se quedó con todo a pesar de que Salcedo retiró el recurso. Ecuador: un país donde los jueces explotan a los mafiosos.

    La audiencia se ha instalado en la Corte Nacional de Justicia.

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    Todo esto contó Daniel Salcedo en su testimonio anticipado y no hizo sino confirmar el panorama que ya se venía configurando desde diciembre pasado, cuando el caso Metástasis puso al descubierto la complicidad entre el sistema de justicia y el crimen organizado. Confirmó también que en este mercado de las decisiones judiciales, el exvicepresidente convicto Jorge Glas era un actor privilegiado. Así, el país llega al sexto mes consecutivo de acumular evidencias sobre la podredumbre judicial. Y en todo este tiempo, la casta política no ha dado una señal, ni una sola, de haber entendido ni remotamente el desafío ante el que se encuentra. La Asamblea, el Poder Ejecutivo, la Corte Nacional de Justicia… Ni una iniciativa han parido los tres poderes del Estado para emprender la reforma del sistema judicial que el país reclama a gritos; para plantear un procedimiento de elección que garantice la probidad de los jueces; menos aún para evaluar a los jueces y funcionarios judiciales que se encuentran actualmente en funciones y entre los cuales hay cómplices y asalariados de los grupos de delincuencia organizada: todo el mundo lo sabe pero nadie quiere echarse el fardo de la evaluación sobre sus hombros.

    Por lo demás, tuvo su lado decepcionante el testimonio de Salcedo. Uno de los principales actores de la corrupción hospitalaria en el país, el hombre que huyó a Perú en una avioneta perteneciente a Alfredo Adum y en compañía de Jacobo Bucaram, no dijo una sola palabra sobre la familia de este último. Y la fiscal tampoco se lo preguntó. Ni una palabra sobre los chats de Dalo Bucaram y Mayra Salazar. Ni una palabra sobre las reuniones de Dalo Bucaram con la corrupta presidenta de la Corte de Guayas, Fabiola Gallardo (la misma que pidió 150 mil dólares a Salcedo para comprar a tres jueces según su propio testimonio), reuniones que constan en los chats dados a conocer por Fiscalía, con claras alusiones a los temas de corrupción hospitalaria que involucran también a Jacobo Bucaram y Xavier Jordán. ¿No se enteró Daniel Salcedo de esas reuniones o simplemente prefiere no hablar de ellas? En fin, una sospechosa ausencia del apellido Bucaram empaña la colaboración eficaz de Daniel Salcedo, uno de los mejores amigos de la familia.