Fernando Flores: “Muchos ecuatorianos llegan engañados a la selva”

Sereno, cauto, pero evidentemente preocupado por la situación de los ecuatorianos que atraviesan la selva del Darién, se lo notó al entonces embajador ecuatoriano Fernando Flores (fue cesado hace pocos días, pero en la fecha de la entrevista ejercía aún el cargo), quien explicó que se realizan las acciones necesarias para garantizar la seguridad de los ecuatorianos en Panamá, aunque hay algunas cosas que se les escapan de las manos. Flores envía un mensaje a los ecuatorianos y pide que, por seguridad, no tomen esta ruta. Y asegura que muchos de los migrantes son estafados al llegar a la selva panameña.

-¿Qué está haciendo la embajada ecuatoriana en Panamá ante el crecimiento de la migración de compatriotas por la selva del Darién?

Nosotros lo único que buscamos y garantizamos como Gobierno es el respeto a los derechos humanos de los ecuatorianos en territorio panameño. Recibimos información por parte del Gobierno local de cuántos llegaron, el estado en el que llegaron, pero no podemos intervenir más allá de buscar que se cumplan los derechos de los compatriotas.

Muchos ecuatorianos denuncian que son maltratados en los Centros de Recepción Migratoria de Panamá, que no los dejan salir y no hay ayuda del Gobierno de Ecuador.

Realmente son muy pocos los ecuatorianos que se quedan en los albergues, la mayoría continúa el camino, tengo entendido eso. Sin embargo, conozco que muchos están en caso de vulnerabilidad y desean regresar al país. Nosotros como embajada coordinamos con las autoridades migratorias panameñas para entregarles un pasaporte de emergencia que les permita regresar al Ecuador. Ellos buscan a través de sus familiares el pago del pasaje de avión y en algunos casos nosotros iniciamos un proceso interno para poder ayudar a estos conciudadanos con un costo por parte de la Cancillería.

-Si estas personas no quieren volver al Ecuador y buscan llegar a Estados Unidos, ¿ustedes las ayudan?

No. Definitivamente no podemos intervenir más allá, salvo en casos extremos, que tengan enfermedades. Ahí en ese caso, los migrantes son trasladados hasta un hospital público de Panamá y luego de que estén estables se los lleva hasta Chiriquí, la frontera con Costa Rica, para que ellos puedan seguir su camino hasta Estados Unidos, que es su meta final.

-Muchos de los migrantes ecuatorianos huyen, incluso con recursos económicos, porque han sido amenazados y extorsionados en Ecuador. Si estas personas quieren quedarse en Panamá, ¿podría existir asilo para ellas?

No se han presentado casos de ese estilo, pero por los acuerdos que existen entre Ecuador y Panamá podría realizarse un asilo. Aunque la mayoría busca llegar a Estados Unidos. Panamá solo se convierte en un país de paso.

¿-Cuál sería la solución para disminuir la migración irregular de los ecuatorianos por el Darién?

De lo que tengo entendido, se han tenido reuniones entre Estados Unidos, Colombia, Panamá y Costa Rica y van a cerrar el Darién. Hay una disposición de que se lo haga, pero en lo personal creo que eso lo que hará es abrir un nuevo canal y volver más caro el paso por el Darién. Entre más dificultades tengan para cruzar, se buscarán otras rutas.

-Y como embajada ecuatoriana, ¿qué se puede hacer?

No es nuestra competencia, pero hemos mandado a Cancillería la propuesta de que abramos un punto de control en el Darién para poder brindar una mejor atención a los ecuatorianos que llegan de atravesar la selva. Además estamos haciendo campañas para concientizar a los ecuatorianos y que no migren de manera irregular. Están atravesando una Centroamérica muy compleja, porque luego de Panamá deben pasar Nicaragua, El Salvador y la parte más complicada es México, donde los ecuatorianos sufren mucho abuso por parte de los grupos delincuenciales.

-¿Cuál sería el mensaje para los ecuatorianos que piensan en migrar por el Darién?

No se dejen engañar. La selva del Darién es una de las rutas más peligrosas del mundo. Los que los llevan les dicen que solo son cuatro horas de montaña, pero eso se convierte en ocho a doce días (de caminar) para salir de la selva. No migren y menos por Centroamérica.