ELECCIONES 2023
A pocos minutos de las 5 de la tarde (hora de cierre de las urnas) dos mujeres corren a su mesa para lograr sufragar sus votos.CHRISTIAN VASCONEZ / GRANASA

El caos de los electores de última hora y el conteo final

Delegados tuvieron una ardua jornada, mientras buena parte de ciudadanos dejaron para el final del día acudir a las urnas para ejercer el voto.

Aunque un viaje entre Manta y Guayaquil suele tardarse tres horas y media, el domingo 5 de febrero, Leidy Ramírez, una joven manicurista, se tardó siete horas en ese trayecto. Salió con su esposo a las 10 de la mañana, convencida de tener el tiempo suficiente para llegar a la Universidad de Guayaquil y ejercer su derecho al voto.

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Sin embargo, cuando faltaban apenas tres minutos para las 5 de la tarde (hora del cierre de las votaciones), se encontraba corriendo entre un tumulto de personas para alcanzar a sufragar. Un soldado le indicó el edificio al que debía ingresar y subió las escaleras a toda velocidad. Faltaba un minuto y a su lado una decena de votantes se abrían campo hacia las mesas de votación.

“Vine de Manta directo, no alcancé ni ir a mi casa. Fue un viaje horrible por el tráfico. Íbamos a salir con mi esposo a las 8 de la mañana, pero él tuvo que votar allá en Manta y también había mucha cola”, dice Leidy, mientras trata de recuperar el aliento.

Ella tiene 25 años y fue quizá de las últimas personas en depositar el voto en la Universidad de Guayaquil, e incluso en toda la ciudad. Su relato es el mismo de cientos de personas que, a pocos minutos de que se cerraran las puertas de los recintos electorales, lograron depositar sus votos.

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Varias personas no alcanzaron a ingresar a la Universidad de Guayaquil, y tendrán que pagar la multa.CHRISTIAN VASCONEZ / GRANASA

Geraldín Quintero, por su parte, no tuvo la misma suerte. Llegó a las 5 en punto a las puertas de la universidad, pero los soldados que custodiaban el lugar no le permitieron ingresar. Aunque traía en sus manos una excusa médica y en su brazo derecho la herida aún fresca de un catéter que le acababan de retirar en el hospital del Monte Sinaí, no hubo forma de sufragar.

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“No me dieron una solución, ya estaba cerrado. Venía del hospital y allá me dijeron que viniera con estos papeles; pero el militar me dijo que vaya a la Junta de Beneficencia para que presente la excusa y que no me cobren la multa, pero eso es imposible. Me dieron salida a las 16:15 porque estaba en limpieza de aborto, me fui a alistar y vine en moto, pero no alcancé”, lamenta Geraldín. Estos relatos son apenas dos ejemplos de lo que vivieron ayer, al cierre de las seccionales, miles de ecuatorianos que por diversas razones dejaron para último momento su cita con la democracia.

Richard Sagal, un delegado de votación que estuvo en una de las juntas de la Universidad Católica, cree que, en la mayoría de los casos, la razón de los retrasos de los sufragantes es que “el ecuatoriano deja todo para última hora”. En efecto, a 20 minutos del cierre de las urnas, el ambiente en este centro de votaciones era de mucha turbulencia. Gente preguntando por sus mesas, plastificadores de certificados gritando a todo pulmón buscando sus últimas ventas y coordinadores y veedores ultimando los detalles de su trabajo.

Era la primera vez que Richard asistía como delegado y, pese a los afanes de último momento, reconoció que los ciudadanos eligieron la mañana para asistir de manera masiva a depositar sus papeletas.

En nuestra mesa había 350 personas habilitadas para votar, y finalmente han concurrido unas 250

Richard Sagal, delegado electoral

“Aglomeraciones hubo tanto en la mañana como en la tarde, más en la mañana. En nuestra mesa había 350 personas habilitadas para votar, y finalmente han concurrido unas 250. Nosotros creemos que nos vamos a demorar más o menos 3 horas contando”, dijo Richard. Él, y un compañero suyo que se sumó a la conversación, explicó que contabilizar siete papeletas era una tarea ardua, en particular para ellos, unos jóvenes universitarios que por primera vez fungían como delegados.

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Además, lamentaron que pese a que llegaron a las 18:45 y estuvieron hasta más allá de las 23:00, no les dieron ni un refrigerio. En esta alma máter, según lo pudo verificar este Diario, una camioneta completamente llena de publicidad política a favor de Cynthia Viteri, estuvo parqueada por un largo tiempo a pocos metros de las urnas.

Entre tanto, en el colegio 28 de Mayo, otro importante centro de votación de Guayaquil, los delegados de mesa también tuvieron una jornada tranquila, al inicio y cierre del día.

Manuel Suárez, uno de los encargados de recibir y contar los votos de la junta número 460 en este lugar, estaba confiado al cierre de las urnas en que tardarían máximo dos horas contabilizando los votos. No obstante, al cierre de esta edición, cientos de delegados electorales de Guayaquil aún estaban contabilizando votos, firmando actas y cerrando sus juntas.