Elecciones 2025: a los candidatos les falta hacer la tarea en el área educativa
Un especialista señala que en Monte Sinaí hay chicos de 11 a 12 años que no saben leer. No hay plan contra deserción escolar
No es el tema más popular entre los candidatos. La educación no aparece entre las prioridades de quienes buscan llegar a Carondelet. Eso se observa porque desde el 17 de agosto, cuando se oficializaron los nombres de los presidenciables, estos en general se han concentrado en el combate a la inseguridad, al desempleo y ahora a la crisis energética.
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A Juan Samaniego, especialista y director ejecutivo de Desarrollo y Autogestión, no le sorprende. Comenta entre irónico y bromista que eso pasa en el país desde hace 30 años. Aunque, sin duda, le parece imprescindible que el próximo Gobierno garantice el acceso y también la permanencia en el sistema educativo. Con datos de Unicef señala que 250.000 chicos están fuera de él, más que nada adolescentes. Para ellos, hay que trabajar en políticas de inclusión; para los demás, en la retención.
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Leer másEXPRESO continúa con la serie de artículos en los que pregunta a los candidatos en torno a un tema. En esta ocasión se consultó a cada uno cuáles son los tres cambios que adoptaría para un cambio radical de la educación básica. Solamente seis de los 16 presidenciables contestaron. Se debe tomar en cuenta que el binomio de SUMA recién fue calificado la tarde del viernes.
Una respuesta genérica de candidatos
La mayoría de postulantes respondieron de forma general, sin mayor conocimiento en este campo. En algunos casos anunciaron, como si fueran propuestas nuevas, políticas que ya existen, o en todo caso no explicaron cómo pondrán en marcha sus ideas.
Andrea González, de Sociedad Patriótica, habló de descentralizar la educación y devolver a los recintos y pequeñas ciudades el rol que tenían las escuelas antes del “despilfarro del socialismo del XXI”.
Una de las ‘tarjetas de presentación’ del correísmo fue la inversión en infraestructura y equipamiento educativo. Se construyeron las llamadas unidades educativas del milenio, por ejemplo. Un informe del 2017, realizado entre la Flacso y el BID, concluyó que el impacto en la matrícula no fue importante, sus alumnos tuvieron logros en Matemática, pero no en Lenguaje.
Los cuestionamientos se relacionan con la alta inversión. Se trata de construcciones con laboratorios y bibliotecas, que aglutinaron a escuelas unidocentes (de uno o dos profesores para aulas multigrados).
En torno a eso, Francesco Tabacchi, de CREO, se compromete a reabrir 7.000 escuelas que, indica, cerraron por falta de recursos. En los gobiernos de Lenín Moreno y de Guillermo Lasso se empezó con esa política. Entonces, las escuelas unidocentes y bidocentes representaban alrededor del 50 % de los planteles fiscales en todo el Ecuador. Mientras que las escuelas del milenio cubrían menos del 4 % de la población.
Cinco de los seis candidatos hablan de reformas, como para conectar al sistema educativo con las nuevas tecnologías o preparar en torno a la inteligencia artificial inclusive.
Henry Cucalón, candidato de Construye, propone un punto interesante: que los centros educativos no solo reciban a niños y a adolescentes, sino que sean espacios de formación para todas las edades.
La experiencia educativa en uno de los candidatos
Entre todas las propuestas, la del profesor Jorge Escala, de Unidad Popular, parece más aterrizada a la realidad del alumno y a la necesidad del docente. Después de todo, él es parte del sistema. Ha dirigido la UNE.
Pero ninguno de los presidenciables menciona acciones para, por ejemplo, ayudar a los estudiantes en riesgo de abandonar el sistema, pese a que urge actuar, según especialistas.
En Monte Sinaí, una de las zonas más populosas de Guayaquil, Juan Samaniego señala que “pululan chicos de 11 a 12 años que no tienen idea de cómo leer, han acumulado vacíos de aprendizaje” que arrastran, según anota, desde la pandemia, cuando por los problemas de conexión se decidió promover a todos directamente.
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Leer másPara Samaniego, es dramática la necesidad de trabajar, más que con nivelaciones, con reaprendizajes. Los profesores requieren más apoyo pedagógico, están abandonados en ese sentido, por lo que ve imprescindible que se los acompañe. El Servicio de Nivelación y Aceleración Pedagógica se queda corto. Este atiende a 12.000 chicos, comenta el experto, quien considera que hacen falta más modalidades, para que los estudiantes no dejen el sistema y para que quienes lo abandonaron vuelvan a él.
Los datos coinciden con lo que dice el Banco Mundial, que ha indicado que en el caso del alumno promedio, su escuela permaneció cerrada unos 199 días, entre marzo de 2020 y septiembre de 2021. Por lo que en el planeta, el estudiante está rezagado aproximadamente un año respecto a los niveles de aprendizajes previstos.
Los técnicos de Desarrollo y Autogestión han detectado que los adolescentes, en especial, están dejando de verle un sentido a la educación. “Al notar que primos o vecinos se graduaron de bachilleres y no consiguen hacer nada más o no les ha cambiado la vida, se desalientan. Así son presas del crimen organizado. Van a las bandas”.
Pero en la disputa por los votos entre tantos competidores, los candidatos buscan captar la atención del ciudadano con sus propuestas para trabajar en temas de energía, seguridad y económicos, subraya el sociólogo Wladimir Sierra. Lamentablemente, comenta, los políticos no ven más allá, pues todos esos problemas se anclan en la falta de inversión en sectores sociales, como el educativo.
Como queda en evidencia, los planes educativos, al parecer, no son electoralmente rentables, dice Sierra, también catedrático. “A los ojos de algunos, la educación aparece como un tema secundario”. Los candidatos no se han dado cuenta de que una forma de enfrentar la violencia y la inseguridad, y de revertir lo que ocurre en las calles con niños y adolescentes, es invertir en este campo, apunta.
¿Alguien quiere pensar en los niños? Por: Alfonso Albán Espín, editor general
Más de uno recordará este grito desesperado de boca de Helen Alegría, personaje de la serie animada ‘Los Simpson’: “¡¿Alguien quiere pensar en los niños, por favor?!”.
Es una frase que ahora es un meme de redes sociales y, más allá del contexto jocoso propio de esta serie, guarda un enorme significado de fondo.
Las sociedades poco piensan en los más vulnerables y enfocan su atención en los problemas más inmediatos. Nadie cuestiona que los candidatos presidenciales llenen sus discursos con promesas para resolver las crisis de inseguridad o energética, pues son problemas que impactan a todos, incluidos los niños.
Pero lo que sí hay que cuestionar es por qué se empecinan en encontrar soluciones parche y no verdaderas respuestas a problemas realmente profundos. ¿La educación es una solución a la inseguridad? Claro que sí.
Las personas más preparadas académicamente y con oportunidades son menos propensas a caer en las garras de la delincuencia organizada.
¿La educación como respuesta a la corrupción? Por supuesto que sí. Las personas con una moral y ética cimentadas desde el hogar y los centros educativos son menos propensas a ser seducidas por la corrupción. Eso es lo que no terminan de ver los candidatos, o no lo quieren ver. Hay que decirlo: la educación no deja de ser un arma de doble filo para la clase política.
Una sociedad más formada es más crítica con sus gobernantes y exige más de sus candidatos. Y eso no les conviene a los políticos.
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