Un encuentro para generar conciencia sobre los derechos de las personas no videntes
El Ministerio de Inclusión Económica y Social organizó este miércoles un evento por la semana del no vidente, al que asistieron más de 100 personas.
Johana Amaguaya, de 34 años, recordó con una sonrisa la época en que pensaba que su vida no tenía sentido: “¡qué tonta era, no podía entender que mi discapacidad no era una limitación!”
Su rostro se tornó serio cuando dice que hasta pensó en quitarse la vida, luego de que su hermano —quien era dos año mayor que ella— se suicidara a los 31 porque nunca pudo superar el hecho de perder la visión.
“No puedo ver; pero entendí que a pesar de eso puedo trabajar y superarme. Ahora, incluso, motivo a otras personas no videntes a continuar con sus sueños y con su vida aunque nos falta el sentido de la vista”, destacó mientras movía un poco —con su mano derecha— el bastón que le sirve de guía al caminar.
Ella fue una de las invitadas especiales en el encuentro por la semana del no vidente, realizado por el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), en las instalaciones del auditorio de Ceprodis, situado entre las avenidas 25 de Julio y Pío Jaramillo, en el sur de Guayaquil.
Johana contó este miércoles su propia experiencia a más de 100 personas no videntes que acudieron al evento. “Todos mis hermanos padecen esta enfermedad: perdemos paulatinamente la visión. Yo la perdí definitivamente hace cinco años y recién el año pasado me resigné a ser ciega y desde entonces llevo una vida tranquila”, expuso.
“Las herramientas para ser independientes son muchas, entre ellas el braille —escritura para no videntes— y la movilidad”, advirtió.
Además de las charlas motivacionales, hubo presentaciones artísticas. Entra esas actividades, se realizó un baile de mimos; también un grupo de estudiantes de la Universidad de las Artes deleitó con canciones a punta de instrumentos.
Sin embargo, la intervención más aplaudida fue la de José Balón, de 40 años, un padre de familia no vidente que también compartió su historia.
“Hasta los 15 años puede diferenciar colores. Pero pese a mi discapacidad he trabajado siempre. A más de la empresa donde laboro como asistente, soy músico y canto en cumpleaños, bodas y doy serenatas todo el tiempo. No tengo impedimentos para hacerlo”, comentó.
No obstante, indicó que aunque ha tenido la oportunidad de laborar, aún se le presentan trabas en otros aspectos. “Desde hace 10 años, junto a mi esposa, quien tiene la misma discapacidad, hemos ingresado a programas de casas del Gobierno y todavía no obtenemos ayuda para tener casa propia. Cuando queremos acceder a un préstamo, se nos han presentado muchas trabas”, advirtió.
El encuentro tuvo como finalidad generar conciencia sobre los derechos de las personas con esta discapacidad.