Escalada entre la OTAN y Rusia
Tras declararse escéptico respecto de la OTAN durante la campaña, el presidente electo de EE. UU. Donald Trump, comienza a bosquejar una política exterior que puede tener amplias implicaciones para la difícil situación de Europa en materia de seguridad. La posibilidad de que EE. UU. se aleje de la Alianza llega justo cuando las relaciones entre la OTAN y Rusia están en un mínimo histórico. El considerable aumento de actividades militares de ambas partes obliga a buscar ideas nuevas para el manejo de posibles confrontaciones futuras. Las actividades militares de Rusia en las fronteras de la OTAN durante los últimos tres años han incrementado el riesgo de accidentes o errores de cálculo capaces de provocar una escalada de tensiones. Son imaginables diversos tipos de incidentes con potencial de pérdida de vidas en los mares Báltico y Negro, por ejemplo vuelos rasantes de aviones de combate sobre buques de guerra o la interceptación agresiva de aeronaves de reconocimiento. Posibilidad que se tornó muy real en noviembre de 2015, cuando Turquía derribó un avión ruso de combate cerca de la frontera con Siria. Un informe reciente de la Red Europea de Liderazgo (ELN) señala que los acuerdos bilaterales de manejo de incidentes entre diversos países de la OTAN y Rusia todavía tienen importantes lagunas. En un entorno internacional tan difícil y volátil, es imperioso establecer un marco para el manejo de encuentros entre ejércitos contrarios (y vehículos aéreos y navales civiles que operen en medio de aquellos) que maximice la transparencia y la previsibilidad. El informe de la ELN identifica varias medidas inmediatas que pueden reducir considerablemente la probabilidad de una escalada accidental, al menos en el corto plazo. Todos los Estados miembros de la OTAN y sus socios, junto con Rusia, deberían considerar las propuestas de la ELN y elaborar una estrategia integral y multifacética para el manejo de confrontaciones y la prevención de escaladas. Para definir pautas de manejo de incidentes entre ejércitos en tiempo real, es necesario que las fuerzas armadas de todos los países pertinentes adhieran a protocolos de comunicación y normas de conducta rigurosos. Es crucial que se organicen mecanismos de interacción no solo entre la OTAN y Rusia, sino también entre los controladores de tráfico aéreo militares y civiles de cada lado. Con una ampliación de sus funciones, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa podría impulsar que los Estados miembros reevalúen y revitalicen el Documento de Viena sobre la provisión de medidas para la generación de confianza y seguridad, piedra angular de la seguridad europea. En la próxima reunión del Consejo OTAN-Rusia los gobiernos deberían analizar diversas propuestas para reducir riesgos, mejorar la transparencia y la prevención de incidentes militares peligrosos, antes de que sea demasiado tarde.
Project Syndicate