Estampida migratoria
Robbie Whelan/ The Wall Street Journal
Inmigrantes provenientes de América Central están entrando a Estados Unidos sin autorización al ritmo más rápido en años, muchos de ellos con la esperanza de ingresar furtivamente a ese país antes de la toma de posesión presidencial de Donald Trump, quien durante su campaña prometió una mayor seguridad fronteriza.
Solo en noviembre de este año, la Patrulla Fronteriza de EE. UU. detuvo a 47.214 personas a lo largo de la frontera suroeste del país, un aumento de 44 % en comparación con noviembre de 2015. Fue el mes más activo de la fuerza de seguridad desde junio de 2014, cuando los ingresos ilegales desde América Central estaban en su apogeo.
En los últimos seis meses, agentes de la Patrulla Fronteriza han detenido a cerca de 240.000 inmigrantes, un promedio de más de 1.300 al día, 30 % más que en el mismo período del año anterior.
“En este momento estamos inclinándonos hacia las cifras de 2014, que fueron nuestra marca más alta”, dijo José Villarreal, jefe de operaciones de la Patrulla Fronteriza del sector de Valle del Río Grande y un veterano de 31 años de la agencia.
Aunque el número de inmigrantes indocumentados que pasan de México a EE. UU. ha disminuido de forma constante en la última década, la llegada de centroamericanos ha aumentado, principalmente debido a la violencia relacionada con las pandillas. Honduras, El Salvador y Guatemala tienen una de las tasas de homicidios más altas del mundo.
En su mayoría los inmigrantes huyen de la pobreza y la violencia, pero el factor que ha motivado el flujo de los últimos meses ha sido la elección de Trump, que centró su campaña en la deportación de millones de inmigrantes indocumentados, el freno a la entrada ilegal de nuevos inmigrantes y la construcción de un muro para sellar la frontera con México.
“Algunos inmigrantes han hablado de cómo el presidente Trump va a sellar la frontera”, dijo Villarreal. “Hay definitivamente un porcentaje de gente que cree que puede ganarle al tiempo” llegando a EE. UU. antes de que el nuevo presidente asuma su cargo.
Los contrabandistas de personas o coyotes a menudo difunden rumores para que parezca más urgente que los migrantes lleguen a EE. UU. y así poder cobrar más, dijo Maureen Meyer, asociada sénior de la Oficina de Washington sobre América Latina, una organización de derechos humanos sin fines de lucro. En 2014, por ejemplo, los coyotes diseminaron historias en toda América Central de que EE. UU. estaba distribuyendo “permisos” para que los inmigrantes cruzaran.
“Muchas personas están huyendo de la delincuencia y amenazas de violencia, por lo que pueden pensar que es ahora o nunca”, dijo Meyer. “Pero muchos de ellos parecen estar conscientes de Trump y de la posibilidad de un muro u otros cambios que los afectarían”.
Alex Pérez, de 18 años, abandonó su hogar en un área rural de Honduras a principios de septiembre, llegando en un momento a ocultarse en la parte trasera de un camión de cal, en un intento por llegar a Texas y finalmente reunirse con un amigo en Los Ángeles.
Pérez no ha llegado a su destino. Desde principios de este mes, ha estado viviendo en un refugio de tránsito dirigido por un grupo cristiano en la ciudad mexicana de Reynosa, en la frontera con EE. UU. Sin dinero para pagar a coyotes que lo puedan cruzar a través del Río Grande, está tratando de averiguar de qué otro modo entrar a EE. UU. y se pregunta si se le está agotando el tiempo.
“Con el nuevo presidente estadounidense que viene, mucha gente va a venir. Dicen que este es el único mes que tenemos para cruzar”, señaló Pérez en una entrevista en el refugio.
La oleada está agotando los recursos de la Patrulla Fronteriza. Hace dos semanas, la agencia instaló una tienda de campaña con 500 camas en Donna, Texas, para manejar a los detenidos, un trabajo que generalmente está cargo de la Agencia de Inmigración y Aduanas.
La Patrulla Fronteriza dice que ha reforzado las medidas de seguridad, incluyendo un aumento del número de agentes y una mayor recolección de datos biométricos, para disuadir a los inmigrantes de repetir sus intentos de ingreso. Sin embargo, nada de esto ha disuadido a miles de personas que buscan escapar de la amenaza de la violencia en sus países de origen.