Falleció María Eugenia Plaza Lavezzari, ícono del voluntariado
El 15 de octubre de 1980 se consagró con el compromiso de proteger y apoyar a los enfermos más pobres
“Tuve la suerte de vivir en Guayaquil y de pertenecer a una familia afincada en esta ciudad casi desde su fundación”. Así empieza las primeras líneas del libro que María Eugenia Plaza escribió con la única intención de esbozar su vida en el mundo del voluntariado, desde lo íntimo.
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Leer másNació el 16 de septiembre de 1935, bajo el manto de una familia trabajadora, es desde ahí poco a poco nace el amor por el prójimo, aunque siempre hayan sido otras personas que, a lo largo de su vida, lograron que haga cosas nuevas.
Entre sus memorias destaca un día particular: “Mi nieta María Eugenia tenía que presentar un escrito sobre el barrio Las Peñas para un periódico mural de su curso y me llamó para que la ayudara con su trabajo. Me dijo ‘Abuela: escríbeme algo por favor, tú conoces bien ese barrio’”, describe Plaza Lavezzari como el día que tuvo mayor acercamiento con la realidad que vivía la comunidad.
Plaza Lavezzari solía describir a los guayaquileños como gente solidaria. En ella solo existía la visión de ayudar a quienes “no lo podían hacer”. Desde el siglo XIX surgen hombres y mujeres voluntarias que forjan organizaciones posicionadas y, que hasta la actualidad, prestan servicios gratuitos a los sectores vulnerables.
El inicio de su amor por el voluntariado hospitalario
El 15 de octubre de 1980 sella el compromiso entre la Honorable Junta de Beneficencia y el Voluntariado Hospitalario. En ese evento, con tinte emocional y espiritual, se consagraron 30 voluntarias, entre ellas María Eugenia Plaza Lavezzari, con el compromiso de proteger y apoyar a los enfermos más pobres.
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Leer másEmpezaron sus labores asistenciales con las normas impuestas por los directivos acordadas con la Asociación Coordinadora del Voluntariado del Guayas (Acorvol), donde fungió como primera presidenta. “Fueron dos años de mucho esfuerzo e increíbles vivencias”, resalta.
“Es muy doloroso para nosotros como fundación. Recuerdo el último evento que la vimos y que muy generosa aceptó la invitación a un agasajo por el Día de la Mujer. Ella nunca dijo que no y se la veía tan feliz, aunque la enfermedad ganaba terreno”, cuenta María Delia García Jouvin, presidenta de Acorvol.
“Todo lo extraordinario que hizo por el voluntariado lo escribió en su libro. En esas páginas recoge su vida y la ayuda desinteresada por todos los grupos vulnerables”, expresó Ximena Barredo de Riebau, primera vicepresidenta de Asvolh.
Paz en su tumba.
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